Los gurús son seres enviados para dar luz a esa oscuridad del alma que tanta tristeza, frustración y soledad nos causa, actualmente quizás con demasiada frecuencia. No es un camino fácil conectar con el maestro interior, y tampoco con un maestro exterior. ¿Cómo reconocer al gurú, guía o amigo de bien en la vida? Escribe Hiria Bernal.

Hiria Bernal. Fotografía: Mara Saiz Fotografía
Con frecuencia se conocen nuevos casos de abusos por parte de supuestos gurús, maestros o profesores, y aplaudimos la sinceridad de las víctimas, ya que nos ayudan a reconocerlos y nos alertan para no caer en las mismas trampas que los abusados han tenido que experimentar.
La extrema sed de amor nos lleva a la confusión, y esa puede ser la causa principal de que se permitan abusos, repetidos con demasiada asiduidad en nuestra experiencia humana.
Pero la misma intención con la que expongo lo anterior es la que me permite reconocer, en la dirección opuesta, lo que puede ayudarnos a ver aquello que brilla por su propia luz, para darle el lugar y el reconocimiento que corresponde. No es un camino fácil escuchar a nuestro propio maestro interior y que nos establezcamos en él; es como hablar de encontrar tu propio yoga, dejarte fluir, etc. Todo llega si sigues en la práctica y en el camino sin fin de “darse cuenta”. Pero hasta que esto suceda, son hitos, faros en noches oscuras y lunas llenas en el camino del alma.
¿Cómo reconocer al maestro exterior, gurú, guía, amigo de bien?
No todas/os las/os practicantes siguen a un gurú o un guía espiritual, pero si me estás leyendo y crees haberlo encontrado (o desearías hacerlo), quizás puedan servirte estas apreciaciones, tanto mías como de otras personas que sí hemos tenido esa conexión:
Obsérvalo como mínimo durante un año, vive con él o en el mismo lugar donde imparte sus enseñanzas. Y si esto no es posible, trata de hacer retiros o encuentros asiduos para que puedas observarlo en todos los momentos y situaciones posibles. Si después de este tiempo no hay nada que rechine o sientas falso, entonces ahí lo tienes.
Un verdadero maestro/a no te va a pedir nada; te va a poner en las situaciones que necesitas para que seas tú quien quien vea y se dé cuenta.
Jamás te va a recriminar o acusarte, no juzga; solo guía.
Te va a ir dando lo que necesites, cuando toque, y va a quitar o remover lo que no es, aunque sea doloroso.
Cuanto más tiempo pase, más vas a tener la certeza de que siempre ha estado y va a estar ahí para ti.
Te esperará con los brazos abiertos para consolarte, incluso aunque no haya si quiera encuentros físicos, y siempre tendrás la certeza absoluta de que las caídas solo son para llevarte más adentro.
Sentirás esa seguridad y confianza para saltar desde la montaña más alta, porque sabes que también es la red que te espera para acogerte.
A su lado tu mente no va a poder explicar lo que te sucede en su presencia, ni cómo puedes sentir tan clara la verdad de la existencia. No habrá preguntas de ese tipo.
En su presencia no hay dudas, y sientes cómo todas las enseñanzas de los textos clásicos a veces indescifrables para nuestras mentes, cobran sentido y se hacen una contigo.
Verás que no hay error en ninguna acción que ejecuta, porque sabe que ellas no le pertenecen y no las realiza para deslumbrar a nadie, ni obtener reconocimiento; en ellas no hay ego.
Quizá en más de una ocasión escucharás cómo habla en tercera persona refiriéndose a él o ella mismo/a.
Nunca te hará cambiar de religión, creencia o cultura. Es la unión de todas ellas.
Si nota que te quedas demasiado apegada/o a su presencia de forma dañina para ti e incluso abandonas tus responsabilidades mundanas, te hará desprenderte de eso hasta que puedas verlo/a en todo y todos los que te rodean.
La humildad estará en todas sus acciones y palabras.
Cantará, bailará, recitará textos, hará cualquier cosa para ti y por ti hasta que aprendas a mantener tu atención focalizada. Y su visión estés donde estés se convertirá en un atajo para conectarte con tu Ser.
Por ello nunca se convertirá en una amenaza para ti ni para nadie que te rodee; muy al contrario, creará lazos y soluciones para paliar y a veces suavizar cualquier cosa que te suceda. Y si te toca pasar una situación profundamente dolorosa, sentirás su mano y guía y entenderás adónde te lleva.
Te amará tal como eres, aquí y ahora, porque tendrá la visión perfecta de tu Ser.
No te pedirá que hagas o digas nada para defenderlo/a; al contrario, querrá discreción y que no te pongas en peligro en ningún momento, bajo ningún concepto, por él o ella.
No necesitará justificarse ni defenderse.
Como si fueras una piedra llena de aristas, te meterá en una hormigonera, llena de piedras como tú y te removerá y pulirá hasta que salgas, lisa/o, perfecta/o, lista/a para ser canal de amor para, sea lo que sea, que lo necesite. Hará de ti un humano lista/o para ponerse al servicio.
Hiria Bernal es profesora de yoga y fundadora de la Escuela de Yoga Origen.