El karma yoga del servicio es un buen enfoque desde el que observarnos y a la vez observar el entorno, para así darnos cuenta de lo que, dentro o fuera, consideramos inaceptable. Porque hay pensamientos, emociones o conductas que necesitamos erradicar o al menos debilitar al máximo para que no nos hagan daño a nosotros o a los demás. Escribe Asun Arrillaga.
Reflexionemos un poco sobre esto. Sabemos que los monstruos, como tales, hacen monstruosidades, esa es su naturaleza. Como en el cuento de la rana y el escorpión, en el que el escorpión pica a la rana que le ayuda porque eso es lo que sabe hacer y por tanto no se le puede pedir otra cosa, el monstruo, igualmente, hace monstruosidades, que es lo suyo. Mientras se comporte como monstruo hará daño y causará dolor y llevará sufrimiento a cualquier lugar donde se manifieste. Asimismo, sabemos que todos llevamos dentro monstruos que si no educamos y controlamos pueden llevarnos por malos caminos: el enfado, la envidia, la inseguridad, el desánimo, el apego… Cada uno de nosotros tiene unas características de personalidad que reconoce negativas y desde pequeños buscamos controlarlas. El entorno nos pide un comportamiento adecuado y, mal que bien, aprendemos lo que se puede o no se puede hacer.
¿Aprendemos? ¿Todos? Sin ir más lejos, posiblemente si miramos nuestro interior sabremos que todavía hoy los yoguis y las yoguinis atendemos con precaución alguna característica nuestra que necesitamos mejorar; quizá nuestros mejores intentos a nivel mental o conductual van dirigidos, precisamente, a limar, debilitar o modificar esa pereza, esa dispersión, ese egoísmo… esos monstruos nuestros actuales. Igualmente, todos conocemos personas que no aprendieron en su momento (dos, tres, cuatro… quince años…) los controles que facilitan un pensamiento y una conducta adecuadas: niños caprichosos que patalean ante la menor frustración o perdidos en sus juegos del móvil insensibles al entorno; adolescentes que han conocido demasiado pronto las peleas, las drogas o la pornografía sin alternativas positivas…
Todos ellos mal preparados para lidiar con sus monstruos. En nuestro entorno adulto cercano nos manejamos continuamente buscando evitar esos monstruos en el trabajo, en el transporte, en el ocio… Dejar los monstruos libres conlleva destrucción, enfermedad, inquina, guerra, conflictos permanentes. Una vida enfocada en el egocentrismo, en el abuso de poder o en el “sálvese el que pueda” es una monstruosidad.
Cuando hay alguien que enseñorea el horror, todos nos preguntamos: ¿cómo ha podido pasar esto? ¿Acaso lo hemos permitido nosotros con nuestra inconsciencia o nuestra omisión? Pandillas que hacen bulling en los colegios, vecinos que aterrorizan a vecinos con el uso de la fuerza, jóvenes borrachos acosando a mujeres, responsables en empresas o en la política imponiendo sus intereses sobre el bien común… hasta llegar a la situación internacional donde se manifiesta, muy cerca, la guerra.
Karma yoga para enfocar la energía la bien común
Desde el karma yoga podemos valorar hasta qué punto es importante que nos cuidemos unos a otros, que aprendamos a poner límites a nuestros propios monstruos y a los de los demás para no caer en dinámicas perversas. ¿Podremos aportar una energía suficientemente poderosa para no caer víctimas de monstruosidades, o nos vendremos abajo a la primera de cambio? Necesitamos una acción proactiva para contrarrestar los males a los que nos arrastran los monstruos, y el yoga es una buena disciplina con la que salimos fortalecidos, sin miedo y con determinación.
Los yoguis y las yoguinis aprendemos a no mirar para otro lado. Los procesos negativos empiezan en algún momento y lugar por causas concretas, y es muy posible que en algún paso del proceso nuestro buen hacer como seres que buscan consciencia y paz pueda aportar su grano de arena para cambiar la dinámica. Porque humildemente vamos aprendiendo a lidiar con monstruos, los propios y los ajenos, y ese saber hacer puede reflejarse con más rotundidad en nuestro exterior.
El karma yoga es un espacio donde la energía del yoga puede enfocarse, definitivamente, hacia el bien común. Podemos pensar que el yoga es un trabajo de perfeccionamiento personal y nada más que personal, o también que el karma yoga es acción consciente y no necesariamente servicio. Son pensamientos lógicos y razonables con los que se han movido muchos expertos, pero estos enfoques filosóficos pueden hacer que no nos damos cuenta de que los monstruos siguen campando a sus anchas.
Depende de cada uno de nosotros la respuesta que damos; depende de nuestra sensibilidad, comprensión, responsabilidad y compasión el cómo acometemos las situaciones de enfrentamientos y conflictos que vivimos. Y si avanzamos en estas capacidades, avanzaremos, poco a poco, en lo que podamos aportar. No nos infravaloremos en lo que podemos hacer, en nuestra posibilidad de influir para mejorar; eso sería un gran error por nuestra parte. Estaríamos evitando convertirnos en seres que transforman cada día su entorno con luz y alegría. Además, yo diría que no nos lo podemos permitir. Así, reforcémonos cada día y salgamos a ganar a los monstruos.