Karma Yoga/ El Yoga en acción, ante un desastre humanitario

2022-04-04

La embestida de la realidad está siendo potente: a fecha de hoy cuatro millones de desplazados en Ucrania, una guerra a las puertas de nuestro mundo tranquilo y cómodo. La necesidad de la movilización personal y social es ineludible. Escribe Asun Arrillaga.

sos yoga

Maratón de yoga por los refugiados de Ucrania en Ibiza, foto diariodeibiza.es

El yoga y todo lo que hemos hecho hasta ahora puede ayudarnos en facilitar una mejor respuesta. Ayudarnos a nosotras y a nosotros mismos, ayudar a los demás a sobrellevar estos momentos críticos es tarea del yoga en general y del karma yoga en particular. Hay todo un trabajo de acompañamiento que el profesor o profesora de yoga puede aportar cuando el alumno o alumna se encuentra con las dificultades del momento. Los conflictos, la guerra, los miedos, las penurias… sepamos sacar del yoga todo lo que puede aportar como potente herramienta de ayuda. Sepamos adaptarnos al momento que vivimos y abrir el corazón a aquellos que nos pueden necesitar.

En este camino nos encontramos con el ego, que posiblemente todavía “no se cree” que los tiempos están cambiando y que nos piden nuevas respuestas. El ser humano tiene un apego especial a sus interpretaciones, imágenes o ideas adquiridas; ese es un “regalo” del ego que se mantiene más o menos incrustado en el interior, consciente o inconscientemente, de la mente. La realidad puede cambiar, pero el ego se resiste a darse cuenta de tal cambio y pugna por mantener ideas preconcebidas adoptadas, tal vez, años atrás. Porque es muy cómodo, al menos al principio, no cambiar manteniéndonos en lo conocido.

El yoga nos facilita, al igual que otras tradiciones psicológicas o espirituales, desapegarnos de esas miradas, ya inadecuadas, a través de la atención, la respiración y la meditación como herramientas principales. La tarea de ver la realidad tal cual es nos pide un acercamiento y una alerta permanente hacia el exterior y hacia el interior: hacia el exterior para captar las modificaciones de los acontecimientos; hacia el interior para adecuar nuestra mirada y prioridades a dichos acontecimientos y, a la vez, a la acción transformadora necesaria si lo consideráramos conveniente.

Cambiar de la inacción cómoda a la acción consciente de ayuda

Traigo a colación esta reflexión porque creo que a menudo queremos evitarnos el esfuerzo que nos supone este trabajo de “integrar” el yo y el entorno; por ejemplo, no nos preparamos para estos cambios que nos estamos encontrando, despreciamos las variables que antes o después se manifiestan, no reflexionamos o estudiamos para mejorar nuestras debilidades e ignorancias, damos por supuestas cosas, no confirmamos las palabras o la intención de los otros, no buscamos feedback cuando tomamos iniciativas que les afectan… en fin, un sinnúmero de situaciones a las que respondemos con inmadurez y poca preparación.

El yoga y el karma yoga del servicio deberían contemplar con más profundidad esta situación: el yoga como composición de lugar, el karma yoga como actitud y acción consciente de ayuda. Ayudar desde las necesidades del otro y desde la realidad cambiante, no desde nuestras proyecciones egoicas a veces estériles o contraproducentes. Porque el ego, esa estructura de la mente a través de la que nos reconocemos, puede transformarse en una búsqueda profunda de nuestro ser en acción altruista. Como decía hace poco Amable Díaz en el segundo ‘Encuentro de Yoga’ organizado por YogaenRed, necesitamos “decodificarnos” para poder aprender nuevos pensamientos, emociones y actitudes más en consonancia con las circunstancias actuales. Esos cambios son a menudo costosos, por ello es bueno facilitarnos (¿por qué no?) el trabajo para que sea más efectivo: hay un duelo que realizar cuando nos damos cuenta de que nuestros patrones ya no valen, porque en el fondo nos gusta cómo pensamos, sentimos o actuamos, estamos encantados/as de habernos conocido y no queremos cambiar. Y, sobre todo, a menudo nos parece más fácil continuar como siempre que aprender nuevas formas de ser.

En ese sentido traigo a colación el trabajo realizado por Elisabeth Kübler-Ross (1926 Suiza-2004 Estados Unidos) en torno a la elaboración de uno de los duelos más complejos del ser humano: el duelo de la pérdida de la vida que acometen los moribundos. Kübler-Ross fue una psiquiatra que se especializó en atender a las personas que estaban a las puertas de la muerte. En el caso de la necesaria modificación de nuestro ego o, si se prefiere, de nuestra mente, a menudo también requerimos de un acompañamiento protector y emocional, y de una comprensión de que “es normal” que cueste. Cambiar una costumbre, una actitud, una conducta, etc, a menudo nos produce un sentimiento de pérdida que nos hace sentir tristeza, inseguridad o abandono.

Perder, en los momentos que estamos viviendo, un entorno agradable, pacífico y próspero y vernos metidos en un mundo donde el conflicto, la guerra y la incertidumbre se van a convertir en algo cotidiano durante un tiempo posiblemente largo, es algo que requiere de una profunda adaptación por nuestra parte.

Adaptarnos a la pérdida y al cambio

En su investigación Kübler-Ross habló de las cinco etapas por las que el moribundo se adapta emocionalmente a la muerte: la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Estas cinco etapas también pueden sernos útiles para lidiar con nuestro momento, y en vez de reaccionar sin entenderlo, mirando para otro lado, negándolo o con cualquier otro mecanismo de adaptación insuficiente y erróneo, podemos encontrar la vía del conocimiento. A menudo confundimos nuestro ego con nuestro ser profundo, por lo que sufrimos mientras no encontramos un nuevo equilibrio. Por ello, vamos a avanzar en la comprensión que nos facilita este esquema de Kübler-Ross:

– Durante la negación (“Esto no está pasando”), podemos escucharnos y escuchar la realidad que, por mucho que no queramos reconocer, a veces nos “grita” de forma ineludible. Es importante no forzar el proceso: la mente responde mejor si no se siente obligada a cambiar.

– Entonces, cuando la realidad se abre camino más allá de esa negación, suele haber como consecuencia un mecanismo de ira (“Esto no es justo, no hay derecho”) por el que la persona reacciona buscando un causante externo al que culpar. Es bueno aprender que a menudo la realidad es multidimensional y acostumbrarnos a actuar en consonancia.

– A continuación es posible que la persona que sufre la pérdida o la frustración pase por un momento de negociación con la realidad (“Haré lo que sea para…”), buscando mecanismos lógicos de influir y cambiar dicha realidad.

– Entonces, el sujeto puede tener culpa o miedo que pueden desembocar en depresión, tristeza o desánimo (“¿Para qué voy a hacer algo si no voy a conseguir nada?”), sentimientos que requieren una adecuada expresión  para que salgan las emociones contenidas.

– Llegado a este punto, es posible que la persona haya hecho un proceso interior que le facilite comprender mejor la realidad y entrar en la etapa final de la aceptación (“Las cosas son como son”), que no significa resignación, en la que es capaz de relajarse en la comprensión del momento que le toca vivir.

Este proceso de conectar más adecuadamente con la realidad puede darse en este orden o en otro; también pueden repetirse algunas etapas y otras no darse, o puede haber un proceso de “montaña rusa” donde volvemos una y otra vez a aquello que necesitamos aprender antes de la aceptación final. O, en fin, podemos recorrer todo el proceso rápidamente, quizá con sólo dos o pocas etapas más , y terminar comprendiendo qué está pasando si nos hemos acostumbrado a trabajar con la ley de causa y efecto, la impermanencia y el cambio. Es cierto que no necesariamente se termina siempre con aceptación y paz, aunque lógicamente éste sería el proceso ideal que favoreceríamos.

Negación, ira, negociación, depresión, aceptación… ¿en qué momento de nuestras dificultades nos encontramos, nosotros mismos, nuestro grupo social, nuestras alumnas y alumnos…? Y desde el karma yoga, ¿cómo conectar nuestra  ayuda o servicio al momento de aquel o aquellos a los que intentamos ser útiles?

Siempre hay luz; seamos seres que aprenden a tenerla, que aprenden a transmitirla. Y que enseñan a otros a hacer el mismo proceso.

Asun Arrillaga es profesora de yoga.
Autora del libro ‘En tono al yoga’, prologado por Danilo Hernández.
Adquirirlo aquí:
https://www.mandalaediciones.com/terapias-corporales/yoga/en-torno-al-yoga.asp