Karma Yoga / Cómo afrontar un conflicto

2021-11-08

Al salir de la sesión de yoga, a veces nos encontramos con el conflicto en sus diferentes formas: relaciones complicadas, tensiones, silencios, enfrentamientos… Es en estas situaciones cuando ponemos en valor lo que hemos aprendido en la práctica: calma, atención, fortaleza, equilibrio, intuición, discernimiento. Escribe Asun Arrillaga.

 

El conflicto forma parte de nuestra vida, lo aceptemos o no. Saber enfocarlo con calma y creatividad desde el Karma yoga puede ser uno de los beneficios que éste nos facilita. Conocer lo que otros ya han avanzado en este sentido puede ayudarnos a comprender mejor de qué hablamos cuando hablamos de conflicto.

En este sentido, siempre es bueno empezar por lo primero, por la definición de la palabra. Según el Diccionario de la Lengua, “conflicto” tiene varias acepciones: “Combate, lucha, pelea”. “Enfrentamiento armado”. “Apuro, situación desgraciada y de difícil salida”. “Problema, cuestión, materia de discusión”. “Coexistencia de tendencias contradictorias en el individuo capaces de generar angustia o trastornos neuróticos”… Puede haber conflictos intrapersonales, interpersonales, intragrupales e intergrupales. Otra distinción básica es si el conflicto se da entre iguales o si hay un elemento fuerte y otro débil (en cuyo caso la protección, defensa y empoderamiento del débil pasa a primer plano).

Frenar la intensidad de un conflicto: la Escala Allport

Una de las aproximaciones a mi modo de ver más clarificadora es la que realizó en 1954 el psicólogo estadounidense Gordon Allport con su Escala del prejuicio y la discriminación. Es una medida de estos valores negativos en la sociedad, y dicha medida va desde manifestaciones leves a manifestaciones graves. Es una secuencia con cinco grados. Allport realizó este modelo para calibrar el grado de prejuicio y discriminación posible de un endogrupo en relación con un exogrupo. Puede referirse a cualquier tipo de situación individual o grupal, (social, cultural, etc.) aunque los prejuicios y la discriminación se muestran más claramente entre personas o grupos diferentes en alguna característica (edad, género, raza, religión, historia, lugar de procedencia…).

Pensemos que son situaciones extremas en las que a menudo no participamos, pero nos dan una idea del modelo y de las características que toma el conflicto cuando sí lo encontramos. Según Allport, hay una gradación negativa que iría de menos a más: Antagonismo verbal – Evitación – Discriminación – Ataque físico – Exterminio.

Para que quede más claro, se puede poner el ejemplo del apartheid en Sudáfrica, y siguiendo los cinco grados se manifestarían en concreto de la siguiente manera:

1 – En el Antagonismo verbal el endogrupo blanco mostraba o expresaba una imagen negativa del exogrupo negro. El discurso de odio, desprecio o desvalorización se incluye en esta etapa, y se considera que puede preparar para otros conflictos aún más graves.

2 – La Evitación es esa conducta por la que el endogrupo blanco, según nuestro ejemplo, hacía el vacío o evitaba el contacto, la conversación o la actividad con el exogrupo negro. Este paso genera daño psicológico y exclusión social.

3 – La Discriminación es una acción activa por parte del endogrupo blanco de negar al exogrupo negro oportunidades de relación, trabajos o servicios (salud, educación, pertenencia, convivencia…)

4 – El Ataque  físico supone un salto cualitativo importante en el conflicto. Suponía, en el caso de nuestro ejemplo, que el endogrupo blanco se enfrentaba físicamente con las personas o los bienes del exogrupo negro buscando hacer daño.

5 – El Exterminio es la situación extrema. En nuestro ejemplo del apartheid en Sudáfrica no se dio, pero podemos pensar en genocidios donde el endogrupo busca la aniquilación del exogrupo (guerras, holocausto nazi, genocidio armenio…).

Este modelo tiene de positivo que es una escala que ejemplifica cómo un conflicto no es algo dado e inmutable, sino que puede ir a más (escala hacia la derecha), y también puede ir a menos (escala hacia la izquierda) si se trabaja adecuadamente. Es decir, el conflicto se suele ver en términos de blanco o negro cuando normalmente nos movemos entre diferentes tonos de gris y se avanza paso a paso hacia la mejora o hacia el empeoramiento del conflicto según sean las condiciones del momento y actuaciones de las personas y/o grupos. Esa capacidad de influir sobre los acontecimientos a veces se nos olvida cuando estamos inmersos en una situación conflictiva.

Podemos adaptar este modelo teórico a nuestro día a día, a las situaciones de nuestros hogares, centros educativos, sociales o laborales y poner grados acordes con nuestra realidad. Por ejemplo, en un centro educativo concreto podemos expresar la siguiente gradación (se podrían incorporar, además, aspectos positivos a trabajar a la izquierda de la Escala):

Ataque verbal (burlas) – Evitación del encuentro con el discriminado/a (negar a alguien la posibilidad de participar o sentirse parte del grupo) – Discriminación activa del tratado como diferente (bulling, acoso) – Ataque físico (agresión física, peleas) – Eliminación de la presencia del perseguido (hacer que éste/ésta abandone la clase o el centro)

Pautas para afrontar el conflicto

Cuando desde el karma yoga afrontamos nuestra vida cotidiana, el conflicto es uno de los asuntos que más nos preocupan. Por su dificultad, por sus características y por su resolución. Por su dificultad, porque presupone que se ha perdido un estado de bienestar ya de por sí difícil de mantener y el conflicto puede ser, a su vez, difícil de resolver; por sus características, porque a menudo perdemos la perspectiva y no sabemos analizar lo que está pasando, por lo que perdemos la tranquilidad y la confianza. Y, en fin, por su resolución, porque la búsqueda de la finalización del conflicto nos puede introducir en un túnel del que no sabemos cómo saldremos.

El conflicto nos inquieta y a menudo nos cuesta una gran pérdida de energía, como le pasa a cualquier ser humano, además de que suele despertar nuestros demonios internos (frustración, enfado, ira…) más indeseados. Ahora bien, debemos alegrarnos al reconocer que con el yoga estamos mejor preparados para afrontar las situaciones conflictivas, ya que la paz interna que el yoga facilita nos permite unas actitudes favorables para afrontar positivamente estas situaciones: calma, fortaleza, no perder la autoestima, encontrar soluciones…

Como decía antes, en vez de ver esta Escala de Allport temiendo que pueda ir a peor, podemos enfocarla positivamente, buscando conscientemente visualizar el conflicto en vías de mejora. Nos podemos ayudar al enfocarlo como un reto y una oportunidad. Puede ser importante acostumbrarnos a este enfoque, porque de los acercamientos posibles a un conflicto (negación, evitación, huída, ataque abrupto, afrontamiento con discriminación y sabiduría, etc.) muchas maneras de resolverlo tienen que ver con la manera en que los consideramos.

Podemos visualizar el conflicto y sus circunstancias intentando:..

… Atender nuestro estado interno. Si hemos perdido la calma necesaria, evitar el afrontamiento directo. “Monitorizar” desde el “yo observador” el estado emocional de uno mismo y del otro, intentando hacer que ese estado, al menos, no vaya a más (más insultos, más bravuconadas, más lloros, más cosas de las que luego uno se arrepiente). Respirar, respirar, respirar

… Evitar tomar decisiones en el peor momento del conflicto: buscar “tiempo fuera”, cambiar de lugar, de conversación, de ánimo, buscar un mediador, etc.

… Analizar los aspectos negativos de esa situación (como se suele hacer), pero también avanzar en buscar las características positivas de resolución: puede ser conveniente ver los aspectos positivos de la persona con la que estamos enfrentándonos, ponerse en sus zapatos e imaginar sus razones

…Visualizar una solución positiva y armónica para el futuro. Quizá sea complicada en el momento actual, pero posible en el futuro si se dan los pasos adecuados. Esta manera de atender el conflicto nos saca de la “visión túnel” a la que nos lleva el conflicto y donde se estrecha peligrosamente nuestro margen de acción.

… Acordar con la otra parte pequeños, a veces pequeñísimos pasos, que facilitan bajar el nivel de explosividad y dificultad de la situación. Y desde ahí, lentamente, ir avanzando hacia la resolución del conflicto. O al menos hacia la debilitación de éste.

Si estamos en grupo, contar con las personas involucradas más maduras capaces de facilitar una buena solución o, al menos, una reducción de daños.

Utilizar cualquier otro recurso que ya hayamos practicado y sepamos que vale para avanzar en el entendimiento y alejarnos de las manifestaciones más indeseadas del conflicto.

Hay muchos elementos increíblemente positivos en un conflicto. Cuanto antes podamos verlos y actuar en función de ellos mejor resolveremos la situación.

Asun Arrillaga es profesora de yoga.
Autora del libro ‘En tono al yoga’, prologado por Danilo Hernández.
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https://www.mandalaediciones.com/terapias-corporales/yoga/en-torno-al-yoga.asp