Un libro a favor de una mirada más amplia en el yoga

2021-03-16

En torno al yoga busca inspirar y generar reflexión, pero sobre todo propone ampliar la mirada que tenemos sobre las finalidades del Yoga y darnos cuenta de los beneficios increíbles que éste puede tener también sobre el entorno social y medioambiental. Escribe Asun Arrillaga.

Desde este punto de vista, En torno al yoga es un alegato sentido para avanzar con una nueva mirada en el yoga y desde el yoga. Escribo estas palabras con el ánimo de fomentar la reflexión sobre ello. Porque sería bueno dejar de ver el yoga sólo como trabajo personal pensando que no tiene nada que decir en relación con nuestra vida junto a los demás. Sería bueno unir (recordemos que yoga significa unión) nuestra mirada personal y social también en el yoga.

A menudo, a nivel social nos sentimos impotentes, lamentándonos por los desastres que estamos viviendo, por los muertos de la pandemia, las colas del hambre, la falta de sintonía colectiva a la hora de resolver nuestros asuntos comunes, el horror medioambiental… Ante tanta desolación –y sé que estoy describiendo un cuadro al estilo de las pinturas negras de Goya (es decir, negro-negro)–, el yoga tiene algo que decir. Es verdad que a veces el yoga nos propone pasar etapas de retiro y recogimiento para poder acceder a nuestro interior y poder escucharnos y cuidarnos mejor; es verdad que los diferentes yogas (en especial el hatha yoga y el raja yoga, que son los que más conocemos y utilizamos) nos ayudan a emprender una vida con más sentido personal. Hemos dejado atrás gran parte del ruido y la confusión que había en nuestras vidas, y eso gracias a ese trabajo que empieza en nuestro interior.

Llega un momento en el que una o uno empieza, de forma natural, a mirar al exterior con sensibilidad, amor, capacidad y responsabilidad. Ya que hemos encontrado en el yoga el suficiente equilibrio personal como para ser conscientes de que lo que pasa fuera también nos concierne, nos vamos sintiendo más activos en relación a nuestros congéneres y al equilibrio social; nos implicamos en nuestro entorno medioambiental y también aquí empezamos a actuar en consecuencia.

Esto es, queridos y queridas amigos y amigas, el karma yoga. Algo que en estos momentos se hace urgente incorporar a nuestras vidas de practicantes o de simples interesados por el yoga. Seguro que todos sentimos profundamente en nuestro interior esa necesidad. Uno o una está en su derecho de mantener la práctica habitual del yoga sin ir más allá, por supuesto, pero el karma yoga aporta algo tremendamente atractivo, cálido e inspirador que vale la pena incorporar también como centro de interés: el otro. El otro o la otra, los objetos sociales y naturales, en definitiva la vida que nos rodea y sus necesidades.

Redes de apoyo a los más débiles

Quizá digamos: “vale, estoy de acuerdo, pero ¿cómo?”. Para empezar, una de las cosas que podemos hacer es revisar nuestra práctica del yoga: ¿para qué practicamos?, ¿qué hemos conseguido? ¿pensamos que es suficiente? ¿hemos hecho nuestra esa idea de que yoga significa unión y eso, a efectos sociales y medioambientales, tiene sus implicaciones? Con el yoga atesoramos una energía positiva (prana) increíble que podemos compartir con los demás. Esto sería una primera conclusión o comprensión: ser conscientes de que podemos aprender a enfocar esa energía también hacia la vida con los otros: pareja, hijos, compañeros de trabajo, de barrio o pueblo, de ciudad, país, continente, tierra… hacia la vida natural que compartimos con animales, plantas, hacia la misma tierra…

Somos muchos y muchas practicando yoga. Quizá nos falta darnos cuenta de nuestra capacidad y de la posibilidad de dirigir conscientemente el prana que desarrollamos hacia el bien común. Pues ya no somos esos pobres seres errantes que se arrastraban con confusión y sin rumbo, sino que el yoga nos ha permitido dirigir nuestra energía, consciencia y acción de forma que nos convirtamos en seres más conscientes y, por tanto, más útiles. Seres que pueden generar bienestar en cada uno de sus pasos, internos y externos. Dándonos cuenta de que somos más fuertes, calmados, equilibrados, capaces y sabios gracias al yoga. Y de que ya no es necesario que sintamos que los acontecimientos nos arrastran, sino que a menudo podemos crear acontecimientos: una vida cotidiana donde proponemos amor, comprensión, relajación y soluciones. Una vida social donde no nos dejamos llevar por la negatividad, el miedo, la destrucción o el conflicto, sino que aprendemos a aportar positividad, cooperación, creatividad y sabiduría.

Y no hace falta que esto lo hagamos solos, ya que somos conscientes de que vivimos en colectividad, que formamos grupos y redes, y que ahí aprendemos, con nuestra nueva sensibilidad, a generar relaciones positivas; grupos con menor competitividad y conflicto, redes constructivas de apoyo mutuo y en particular atentas a los más débiles. Llenas de conversaciones creativas con responsabilidad pero también con amor y humor. Buscando acceder a lugares físicos, mentales, emocionales, sociales o naturales donde marcar una diferencia positiva, aunque sea pequeña: qué bien poder aportar algo a ese entorno que tanto nos ha dado.

Más allá de la colchoneta

¿Qué puede ofrecer el karma yoga? Avanzamos partiendo del yoga que conocemos, pero sabiendo que vamos más allá de nuestra práctica en la colchoneta: al igual que hay escuelas o grupos más centrados por ejemplo en el bhakti yoga (trabajo emocional, rituales,  etc.) o el raja yoga  (meditación, nidra yoga, etc), el karma yoga requiere un acercamiento específico a su historia, teoría, conexión con otras tradiciones, actitudes, prácticas, etc; reflexión sobre las necesidades, experiencias y prioridades actuales… Se dice que el mejor representante del karma yoga ha sido Mahatma Gandhi, nos podemos imaginar todo lo que este gran maestro activó para llevar adelante sus planes con paciencia y no-violencia.

En este momento podríamos considerar el karma yoga como un cruce de caminos entre el yoga (en general), el fortalecimiento personal, el apoyo mutuo y la atención activa al entorno social y medioambiental. Los cuatro caminos serían necesarios para desarrollar adecuadamente el proceso: el yoga nos sitúa en el lugar desde el cual somos seres conectados y centrados, el fortalecimiento personal nos permite sobrellevar las dificultades desde una actitud de fuerza y capacidad, el apoyo mutuo nos enseña a compartir y convivir desde el gana-gana (es decir, la colaboración y no la competición); y, por último, la atención activa al entorno social y medioambiental nos sitúa en una posición constructiva de colaborar en el bien común.

Pensemos como podría pensar Mahatma; desarrollemos, con humildad y poco a poco, nuestros mejores impulsos, ideas y experiencias. Y en mi opinión, con motivación y alegría. Porque el karma yoga no es una obligación, es una acción gozosa que nos colma de vida y sentido.

Asun Arrillaga es profesora de yoga y pedagoga.
Autora del libro ‘En tono al yoga’, prologado por Danilo Hernández.
Adquirirlo aquí:
https://www.mandalaediciones.com/terapias-corporales/yoga/en-torno-al-yoga.asp