Muchas formas de hacer y entender el yoga

2023-10-17

Parece obvio que no todo el mundo que se acerca a practicar yoga lo hace con intención de trascender. Hay quien quiere hacer ejercicio, liberar tensión, pasarlo bien y dormir mejor, que no es poco. Estas personas también necesitan un profesor formado, que no se meta en complicadas filosofías, que sepa cómo estructurar secuencias y ejecutar ejercicios, que conozca la tradición y acierte a adaptarla para ofrecer a sus alumnos la mejor experiencia. Escribe José Manuel Vázquez Díez.

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La responsabilidad de una buena práctica recae en el profesor, que ha de ser honesto con lo que ofrece, pero también en el alumno, que ha de responsabilizarse de su práctica y observar si lo que está haciendo le está sentando bien.

Hay muchas personas que durante el confinamiento se han iniciado en el yoga a través de clases online, tanto grabadas como en vivo. No es la manera en la que yo me inicié y se me hace raro, pero entiendo que a muchas personas les ha venido muy bien para no volverse locos en sus casas. El yoga está principalmente para ayudar a las personas. Luego, cuando se animan a venir al estudio, la frase más frecuente es “no sé si lo estoy haciendo bien…”, y la respuesta en la mayoría de los casos es: “regular”. Hay personas que han hecho formaciones a distancia con profesores indios, certificados y superpreparados que, a pesar de haber pasado todas las pruebas y sacarse su título, luego necesitan del contacto “analógico” con un profesor que los pueda ver e indicar personalmente cómo no hacerse daño. Ya hay opciones mixtas que parecen funcionar con mayores garantías en este sentido. Todo es válido según las circunstancias de cada persona.

Cuando la persona que se inicia en el yoga ya cuenta con formación en pilates, danza, expresión corporal, gimnasia deportiva o similar, el objetivo inicial no es tanto no hacerse daño, como permitirse otros patrones de movimiento para explorar formas de ejecutar y sentir diferentes. Es similar a cuando un practicante se acostumbra a un estilo de yoga y a un profesor. Cuando cambia, al principio es normal que se sienta un poco perdido, frustrado e incluso contrariado. Cada sistema tiene su propia dinámica y es necesario un tiempo para flexibilizar nuestros esquemas mentales y físicos. En cualquier caso, siempre hay un tipo de yoga para cada persona y para cada momento. Es cuestión de probar hasta encontrar el que mejor se adapta a lo que necesitamos en ese momento.

Más allá de los asanas

Dar clase de yoga no se reduce a ejecutar asanas. Cuando dedicamos las clases a temas específicos, la práctica adquiere otro significado. Se introduce el objetivo de la clase al principio y luego se explora en cada fase de la sesión. Al finalizar se invita a seguir aplicando la propuesta fuera de la esterilla. Sirve como soporte atencional y motiva la reflexión durante la ejecución; alinea el espacio físico con el mental. La elección y el orden de los ejercicios, el tipo de imágenes y metáforas utilizadas, la música (si la hay) y la relajación final, todo se planifica para favorecer la exploración del tema elegido. La autoindagación es parte esencial del yoga.

Según la hora, el grupo y de cómo nos sintamos ese día, la hoja de ruta puede sufrir variación. Los temas a elegir pueden ser muchos, pero si elegimos los que más nos tocan en ese momento, tendremos algo real que compartir. Si en ese momento nos sentimos poco estables porque estamos cambiándonos de casa o de ciudad, la estabilidad y el enraizamiento en las transiciones entre asanas puede ser buena opción. Cuando sentimos el peso de la vida porque nos hemos responsabilizado de más cosas de las que nos correspondía, podemos tratar de disfrutar la clase y desapegarnos de los resultados. Hay temas socorridos como los yamas y niyamas, que vinculados con una vivencia y un aprendizaje concreto multiplican sus efectos. Una formación debería ser una oportunidad de reconocer los retos personales que nos conectan de forma única al yoga.

Muchas formas de hacer y de entender el yoga

Hay tantos yogas como formaciones. No todas son iguales, aunque compartan temario. Hay formaciones más genéricas y otras más específicas; las hay ascéticas, tántricas, otras más integrales; las hay con tendencia a potenciar más lo aeróbico, lo meditativo, lo terapéutico, lo pedagógico; las hay destinadas a sacar instructores al sector profesional y las hay más enfocadas al desarrollo de la persona. Para unas es más importante la lectura y comprensión de los textos clásicos, y para otras la clave está en la práctica; unas están basadas más en el estudio y otras en la investigación del alumno. Todo parece igual, pero no es lo mismo. Todas tienen razón a su manera según su enfoque de referencia. Es mejor elegir la que se adapta mejor a nuestras circunstancias, la que nos pueda aportar mayores beneficios en el momento actual.

Cuando una persona se relaciona de forma única e intransferible con la enseñanza, al impartir clases lo hará de forma genuina y auténtica. A través del yoga nos respetamos y mostramos. El yoga en cualquiera de sus formas (clases colectivas, individuales y formación) nos puede ayudar a lidiar a diario con las “malas” posturas, la sobrecarga nerviosa y emocional, las ideas recurrentes, etc., pero también puede ayudarnos a reconocer nuestros dones, aquello que nos define y nos ubica. El yoga nace de la visión del “otro lado”, que ya nos transforma para siempre; nace de una revelación que no queremos que se acabe. Por eso nos disciplinamos en el arte de las alineaciones y el autoconocimiento. Los textos de yoga ponen en valor experiencias que van más allá del consenso social y de nuestra identidad externa. Nos da acceso a interpretaciones más luminosas y respetuosas sobre nuestras heridas, rarezas y formas de ser particulares. La enseñanza del yoga debería ofrecer espacios para este diálogo interior.

José Manuel Vázquez. Formador de profesores certificado por la American Yoga Alliance. Desde 2001 dirige su escuela de yoga, Yoga Orgánico. Desde el 2010 dirige una formación basada en estos principios. Es autor de Los valores terapéuticos del yoga (2012), Manual de yoga para occidentales (2017) y Yoga Orgánico (2023) (los tres en Alianza Editorial).

Las formaciones de Yoga Orgánico certificadas por Yoga Alliance comienzan en octubre.
Grupos reducidos orientados a profundizar en los fundamentos y los aspectos terapéuticos del Yoga integral.