Orgullo LGTBIQ+, profesores de yoga y billetes de mil euros

2021-07-02

Hay tantos tipos de profesores de yoga como personas. Hay tantas opciones de vida como formas de ser. No podemos gustar a todos, ni podemos hacer que nos guste todo el mundo. Pero lo que sí podemos es respetar para ser respetados. Escribe José Manuel Vázquez Díez.

Imagen de adiyogi en Pixabay

En mi faceta de alumno me he encontrado con profesores tradicionales, rebeldes, acomplejados, entregados, narcisistas, sabios, autoritarios, laxos, “fashionistas”, vehementes, listos, empresarios, hippies, iluminados, machistas, didácticos, resabiados, vulnerables, flacos, interesantes, fanáticos, funcionarios, seductores, violentos, tímidos, profesionales, pasionales, fríos, prepotentes, comprensivos, lúcidos, irrespetuosos, sanadores, de pelo largo, medio pensionistas, padres de familia, de todas las razas y credos, con los que tendría un hijo o dos o tres, o con los que no me iría ni a la vuelta de la esquina; y de cada uno de ellos he intentado aprender algo: respeta para ser respetado.

Hay quien verá en esta diversidad un desarrollo egocéntrico de nuestras carencias y vanidades, y hay quien lo entenderá como la libre expresión de nuestra forma de ser. También habrá quien querrá encarnar la esencia del yoga o cambiar el mundo a su imagen y semejanza; y también quien se conformará con vivir en paz consigo mismo y con el prójimo. Ser profesores de yoga no nos hace especiales, ni excepcionalmente nada. Lo mismo se puede decir de ser alumnos. Hacer yoga no nos confiere automáticamente un halo de bondad, ni garantiza un comportamiento ético ni saludable. Como mucho, indica una intención de cuidarnos y de querer sentirnos bien.

Los practicantes y profesores de yoga no pensamos ni sentimos lo mismo. No nos gustan las mismas cosas, no respondemos a un mismo sistema de creencias, no tenemos por qué compartir orientación sexual, ni ideología política, ni gustos literarios ni siquiera entender el yoga de la misma manera; y eso es maravilloso. Saber que podemos encontrar formas infinitas de experimentar la ejecución de un ejercicio y maneras extraordinarias de interpretar un sutra es una fantasía de libertad. Sin embargo y precisamente por ello, todavía escuchamos lo que se debe o no hacer, lo que está bien y lo que está mal, pasando por alto la responsabilidad moral de cada uno.

Libertad de ser y respeto a las diferencias

Si hablamos mucho, porque no encuentran el silencio interior que necesitan nuestros alumnos; y si guardamos silencio, porque se pierden. Si corregimos, porque herimos su amor propio; y si no, porque se sienten ignorados. Si tocamos, porque algo querremos; y si no, ¡chico, que frío eres! Si utilizamos términos en sánscrito, que para qué si no se enteran; y si los omitimos ,¿no querrás ser un profesor de segunda? Si un día nos levantamos con el guapo subido, somos unos creídos; y si otro estamos depre, que para qué nos sirve tanto yoga. Que si me caes bien cuando me dices que sí, pero fatal si me dices que no. Y así todo el rato… Pero la verdad es que no estamos aquí para gustar a nadie, no somos billetes de mil euros. No hemos venido a recibir “likes”, ni opiniones no pedidas. Cuando voy a una clase de yoga y no me gusta, no vuelvo; eso es todo. Sin dramas, no hace falta perdonar la vida a nadie. Quedarme a cuestionar es absurdo. Si hay que ajustar cuentas, en privado y previo análisis de conciencia. Si queremos ser respetados, respetemos. Así de claro.

Nuestras críticas al otro nos definen. Y de esto el colectivo LGTBIQ+ sabe mucho. Ha sido el chivo expiatorio de nuestra incapacidad como sociedad para aceptar la diferencia; la mía, la tuya y la del vecino. La diferencia ni es un delito por el que haya que pagar ni una enfermedad de la que haya que curarse. Cada vez que llega el Día del Orgullo, el fantasma del dolor, de la injusticia y el rechazo vienen a visitarme. La indiferencia acabará por pasarnos factura. Hoy soy yo, pero mañana puedes ser tú. Mi libertad es la tuya y también la de todos.

Respetar, aceptar la diferencia con orgullo y dignidad, digan lo que digan, también es yoga.

José Manuel Vázquez preside la Asociación Shiva-Shakti de Yoga Integral. Es profesor y formador de profesores certificado por la Yoga Alliance. Desde 2001 dirige su propia escuela de yoga, Yoga Orgánico, donde dirige una formación de profesores. Es autor de Los valores terapéuticos del yoga y de Manual de yoga para occidentales (ambos en Alianza Editorial). Su última creación musical Moon.

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