Fomentar la inclusión de las personas con discapacidad en el mundo del yoga va a permitir mejorar su capacidad de crecimiento interior, a la vez que nos permite romper los esquemas mentales de una sociedad que piensa que el yoga es solo para personas jóvenes y muy flexibles. Escribe Pedro López Pereda.

Esta secuencia está pensada para personas con paraplejia y para otras que tienen movilidad reducida en alguna de sus piernas. La práctica se realiza en una silla de ruedas.
La secuencia permite a un yogui o yoguini que tenga una paraplejia practicar en su propia silla de ruedas y, por otra parte, ayuda al profesor de yoga a adaptar sus clases a personas con movilidad reducida.
Dificultades
Las principales dificultades que afectan a este colectivo de personas cuando practican yoga en un centro son:
- El desconocimiento generalizado del yoga adaptado a personas con discapacidad.
- La imposibilidad para superar escaleras y desniveles con fuertes pendientes en el acceso al centro, a las aulas o a los vestuarios.
- Los obstáculos generados por la falta de espacio en el centro de yoga, que no permite realizar maniobras de giro, abrir y cerrar puertas o transitar por lugares estrechos.
- La dificultad o imposibilidad para utilizar los servicios higiénicos o vestuarios convencionales que se encuentran en nuestros centros de yoga.
- El esquema tradicional de “una esterilla por persona” en nuestro caso no tiene sentido. Hay que preparar espacios adaptados para los usuarios que se integren.
- Por último, recordar que se pueden producir vuelcos de la silla en la práctica de algunos ásanas convencionales
Entre las personas con lesiones medulares hay grandes diferencias: de aptitud personal, de nivel de autonomía, etc. Aunque tengan el mismo grado de discapacidad, cada persona tiene unas capacidades diferentes; no nos centremos en sus limitaciones, observemos su potencial, recordemos que los humanos crecemos cuando superamos resistencias.
Consejos de atención en una clase de yoga
No hay que dejarse influir por la imagen de la silla de ruedas; estamos tratando con una persona que, simplemente, está sentada.
Para hablar con un alumno usuario de silla de ruedas hay que colocarse siempre frente a él, nunca detrás o en una posición que le obligue a girarse. Habrá que situarse a una cierta distancia para no forzarle a levantar la cabeza y, mejor aún, si vamos a impartir una clase de yoga adaptado nos sentaremos enfrente de los alumnos para quedar a su nivel.
Cuando haya que ayudar a la persona con paraplejia a subir o bajar escaleras o a utilizar el baño, seguir siempre sus instrucciones. Actualmente existen pautas y procedimientos normalizados que ellos conocen. Como norma general, si tengo que agarrar la silla, hay que sujetar sólo los tubos o empuñaduras que son sus elementos fijos, no los desmontables, como los reposabrazos o reposapiés, que son extraíbles.
Cuando se practica esta secuencia con un grupo de personas con paraplejia, es esencial que nos centremos, por encima de todo, en las personas que la están realizando, que observemos sus capacidades, que sintamos en cada uno de ellos su ser interior y, por favor, que nos olvidemos de su discapacidad. Tenemos que tener en cuenta qué es lo que cada practicante espera del yoga, si busca su propio crecimiento personal y, en este caso, profundizar en sus conocimientos de autorrealización.
Antes de la clase hay que intentar que los alumnos con paraplejia expresen sus propios puntos de vista y expliquen sus capacidades. Evitemos ser simplistas; muchos seres de luz muy evolucionados se reencarnaron en personas con alguna discapacidad.
Si la persona con paraplejia no entiende las palabras en sánscrito, se han de traducir a su lengua materna. Si no ha practicado yoga previamente o no conoce la filosofía yóguica, repetiremos el mensaje que queremos expresar o lo construiremos de otra forma más sencilla, pero correcta y con palabras de significado similar.
Ver la explicación de las posturas en entregas anteriores: Ver primera parte / Ver segunda parte. Ver tercera parte
