El yogui que soñó que era Arjuna

2023-01-30

Aquella noche el yogui estaba verdaderamente cansado, no cenó, se fue a su dormitorio, se quitó la ropa y se metió en la cama. Se sentía agotado, ya que había estado todo el día intentando interpretar algunos textos complejos del Bhagavad Gita, así que nada más acostarse se quedó dormido y de forma súbita empezó a soñar que estaba en un inmenso campo de batalla. Escribe Pedro López Pereda.

Arjuna

Su cuerpo estaba vestido de guerrero, con una mano manejaba las riendas de un hermoso carro y con la otra portaba un imponente arco. A su lado pudo contemplar la figura luminosa de Krishna.

Momentos después, dentro de su mismo sueño, irrumpieron tres batallones formados en posición de batalla. Así que levantó su arco al mismo tiempo que decía a Krishna:
—Coloca mi carro entre ellos para que yo vea con quién voy combatir.

Sri Krishna colocó el carro en el centro de aquel vasto ejército. El yogui vio en el primer batallón a sus abuelos, a sus tíos y a sus padres, en el segundo contempló a sus queridos camaradas, a sus primos y a sus antiguos amigos y en el tercero distinguió a sus profesores, mentores, y preceptores.

Cuando volvió la vista hacia donde estaban sus familiares recordó los primeros años de su vida y agradeció lo que habían hecho por él y lo que había heredado de ellos: su forma de ser, su personalidad, sus gustos, sus modos de proceder…

Después observó en el segundo batallón, a sus compañeros, amigos y camaradas de juventud; pensó en los hábitos que había creado con su convivencia, los primeros juegos, el gusto por las fiestas y el alcohol, así como sus ansias de libertad.

En el tercer batallón estaban sus maestros, sus consejeros y sus mentores. Al distinguirlos recordó los conocimientos y creencias que había adquirido de ellos, sus ideas sobre el hombre, sobre el mundo y sobre la religión.

En aquel momento del sueño, el yogui sintió una gran nostalgia y apesadumbrado, se volvió hacia su acompañante y le dijo.
—¡Oh Krishna!, viendo a esos parientes y amigos deseosos de pelear contra mí, me fallan las piernas, estoy temblando y la piel me arde. No puedo estar de pie, mi mente está aturdida.

El yogui tiró su arco y flechas; y con el corazón abatido se tumbó en el interior de su carro.
Según caía escuchó las palabras categóricas de Krishna:
—En este momento crítico, ¿de dónde te viene esa debilidad abyecta y contraria al logro de la vida celestial? Eso es indigno de ti; echa lejos esa debilidad de corazón y yérguete.

A lo que el yogui contestó:
—Pero, ¿cómo quieres que combata con flechas a los merecedores de toda veneración? Dímelo, te lo suplico, he tomado refugio en ti, soy tu discípulo, instrúyeme.

Krishna le explicó:
—No tienes que combatir a los merecedores de veneración, tienes que luchar contra todos esos instintos, hábitos y creencias que nacieron en ti a partir de ellos y que ahora han pasado a formar parte de tu mente. Si no lo haces vivirás siempre como un bufón, haciendo todo de forma inconsciente y separado de tu Ser.
Tú no eres una forma de ser, tú eres el Ser. Te has vuelto un esclavo de lo que crees que son tus ideas, de lo que asumes que te gusta y de lo que presupones que son tus creencias. Y lo único que veo es que todo lo que crees que eres lo fuiste adquiriendo de forma inconsciente a lo largo de tu experiencia, ¡no hay nada tuyo! Tus gustos son los de tu mente y tu personalidad es una mera máscara social.
Como el viento lleva al barco fuera de su ruta, así, uno pierde la conciencia cuando la mente es llevada por la fluctuación de las ideas y de las emociones. El calor, el frío, el placer y el dolor son transitorios y efímeros. Por eso son realmente afortunados aquellos a quienes se les presenta la gran oportunidad de luchar en una guerra semejante, que les abre las puertas del cielo.

Y concluyó:
—Si tú no peleas en esta guerra justa, no responderás a tu reputación de yogui, faltarás a tu deber y cometerás un error. En esta batalla lo que es noche para los seres comunes, es día para el hombre consciente; y lo que es día para ellos, es noche luminosa para el conocedor del Ser.

Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.

Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).