¿Quieres descubrir el rol de Vayu, en el ciclo interminable de nacimiento, vida, muerte y renacimiento? Para el yoga tradicional, Vayu, que se traduce del sánscrito por ‘viento’, es la fuerza sutil que gobierna los diferentes flujos en Pranamaya, la envoltura energética del ser. Escribe Pedro López Pereda.
Vayu se ha traducido también por aire, pero puede generar confusión. Vayu no es el aire, es la energía o el movimiento del aire. El aire no puede mover las aspas de los molinos, en cambio, el viento sí.
El potencial de Vayu es tan grande que puede soplar en sentido contrario de su rotación la rueda Samsara y pararla.
Cuenta una antigua leyenda que un hidalgo, delgado y de rostro enjuto, se encontró con su rueda kármica en las aspas de un molino de viento. Así que con un viejo rocín; un escudo desgastado por el uso en las batallas de la vida y una lanza símbolo de su vocación caballeresca y su deseo de defender a los débiles y luchar por la justicia. Se dispuso a luchar contra el gigante Samsara y su rotación continua. El caballero, de cuyo nombre no quiero acordarme, no salió muy bien parado, pero Vayu se apiadó de él y sopló con tal fuerza que detuvo a las arrogantes aspas del molino.
Dicen que cuando se paró Samsara, la gesta del hidalgo quedó inmortalizada en la memoria de todos los seres humanos que luchan por conseguir transcender su karma, superar el deseo y alcanzar su libertad.
- ¿Cuánto Prana tendrá que absorber Vayu para que un ser humano alcance su iluminación?
El Prana es la energía vital que los yoguis encontraron en nuestro universo en forma de imperceptibles cuerdas (gunas) vibratorias muchísimo más pequeñas que las partículas elementales. Al no ser algo tangible, la ciencia occidental lo consideró simplemente un mito oriental.
En cambio, la sabiduría clásica sostiene que el Prana está en todas partes y lo absorbemos principalmente a través del aire que respiramos, pero también de los alimentos, del agua…
La práctica de yoga que se enfoca en el control y la regulación de la respiración se llama Pranayama. Con ella asimilamos el Prana gracias a la ayuda de Vayu.
Según la tradición existen cinco centros que transfieren esta energía pránica al cuerpo: Prana Vayu, Apana Vayu, Samana Vayu,Udana Vayu y Vyana Vayu.
El primer y tercer centros son la base en las que se cimienta el Pranayama, y gracias a ellos conseguimos asimilar el Prana para nuestros chakras principales.
Los cinco Vayus
Los Vayus se dividen en cinco vientos principales dentro de nuestros cuerpos, cada uno con una función específica:
- El primer viento, Prana Vayu, rige la entrada de esta energía a nuestras envolturas, a nuestros cuerpos.
- El segundo, Apana Vayu, administra su salida.
- El tercero, Samana Vayu, guía el proceso de asimilación energética.
- El cuarto, Udana Vayu, gobierna el movimiento ascendente de la energía.
- Y por último Vyana Vayu se encarga de la distribución. Actúa como una fuerza que fluye por todo el cuerpo.
La analogía de los Vayus
Si hacemos un comparativo entre los cinco Vayus y el cuerpo físico, siempre con el propósito de aclarar el funcionamiento de estos vientos energéticos, el primer Vayu sería similar a la boca, el esófago y el estómago, es decir, a la parte del sistema digestivo por donde entran los alimentos.
El segundo, Apana Vayu, estaría relacionado con el colon, la zona final del tubo digestivo, donde se absorbe el agua y se forman las heces. Es el tramo final del proceso digestivo donde se almacenan y salen los restos que se desechan.
El tercero, Samana Vayu, se correspondería con el intestino delgado, la parte del sistema digestivo donde se absorben los nutrientes y el agua necesarios para el cuerpo.
El cuarto, Udana Vayu, sería parecido al eje intestino-cerebro, que es una conexión bidireccional entre el intestino y el cerebro a través de vías neurales, inmunológicas y hormonales, incluyendo al increíble nervio vago. No vamos mal encaminados si nos surge el nombre de Sushumna.
El quinto, Vyana Vayu, sería similar a la circulación sistémica o mayor que transporta la sangre oxigenada desde el ventrículo izquierdo del corazón hacia el resto del cuerpo a través de las arterias, y luego regresa al corazón (aurícula derecha) a través de las venas.
Recapitulando, cuando hablamos de los Vayus, nos referimos a los «vientos» o movimientos energéticos que se generan en nuestros cuerpos, especialmente en Pranamaya. En la cultura yóguica, Pranamaya está formada por los campos electromagnéticos que configuran los chakras y que son la base de nuestro crecimiento interior. Los Vayus absorben, mueven y distribuyen la energía pránica por nuestros cuerpos o envolturas, participando en el proceso de desarrollar, incrementar y armonizar nuestros chakras y con ello nuestro crecimiento interior.
- ¿Cuántas etapas debe recorrer un yogui antes de conseguir que se pare su rueda kármica?
Las etapas que ha de atravesar un yogui para parar Samsara y posteriorme llegar al Samadhi son las siguientes:
- Etapa tamásica. Con un nivel de conciencia muy bajo basado en instintos somáticos.
- Etapa rajásica. Nivel de conciencia bajo en el que predomina los hábitos, los deseos y el apego.
- Etapa sáttvica. Nivel de conciencia medio–alto en el que se rompe el ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento.
- Etapa de plenitud. Nivel de conciencia muy alto que nos lleva hasta el Samadhi.
- ¿Cuántas reencarnaciones serán necesarias antes de llegar a ser libres?
No es cuestión de reencarnaciones; un alma joven puede parar la rueda de Samsara solo con la fuerza de su amor.
Cuando en un nivel alto de conciencia transcendemos nuestro cuerpo físico y miramos con los “ojos” del ser, vemos millones de humanos rodeados de campos electromagnéticos de diferentes colores y vibraciones. En este plano, el ser percibe una realidad mucho más rica que nuestro cuerpo, donde el color, las frecuencias vibratorias, los niveles de conciencia y los campos electromagnéticos configuran unas presencias que están muy por encima de la información que nos brindan nuestras capacidades sensoriales.
En este estado veremos millones de humanos que están en las etapas tamásica y rajásica, viviendo en la oscuridad que conforma estos dos niveles de ignorancia.
Pero también podemos ver a millones de seres humanos que se encuentran en la etapa sáttvica, lo que significa que han superado el ciclo de vida, muerte y renacimiento en este plano físico alcanzando la liberación kármica.
Cuando consigamos percibir con la “mirada” del ser, también contemplaremos que hay muchos semejantes que habitan en nuestra Tierra que ya han alcanzado la plenitud.
La liberación no es cuestión ni de tiempo ni de reencarnaciones, nadie nos obliga a volver. Somos nosotros los que estamos sumidos en un proceso de evolución espiritual para el que necesitamos experimentar lo tangible como base nuestro crecimiento. Es un riguroso y a la vez maravilloso proceso de transformación en el que hay un viento que nos permite expandir y avivar en la oscuridad de este plano físico la luz de la conciencia de nuestra lámpara interior.
La oscuridad no puede expulsar a la oscuridad: sólo la luz puede hacer eso. El odio no puede expulsar al odio: sólo el amor puede hacer eso. (Martin Luther King Jr.).
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).