Diwali, la victoria de la luz

2022-10-27

El pasado lunes día 24 de se celebró Diwali o Deepavali, una de las festividades religiosas más importantes de India, que conmemora la victoria del bien sobre el mal y la luz sobre la oscuridad. Escribe Rafael Santamaría.

Diwali

Rememora en especial la victoria del Rey-dios Rama sobre las fuerzas demoníacas representadas en Ravana, el más poderoso rey de los rakshasas (demonios), quien debido a su nacimiento especial, mitad demonio mitad Brahmán, poseía la capacidad de comprender muchos de los textos sagrados de los Vedas. De ahí su representación con diez cabezas (conocimiento) y 10 brazos (poder). En Ravana se muestran fuertemente esas dos naturalezas, la asúrica (demoníaca) y la súrica (divina), que en términos psicológicos representarían, la luz y la sombra, la consciencia y lo instintivo-animal presentes en el reino humano.

Rama, por otro lado responde al diwali de lo divino no contaminado. Su leyenda, en síntesis, nos muestra que su nacimiento responde a una petición del rey Dasharatha, cuyo alto nivel de conciencia le posibilitaba el contacto con los dioses. Esta condición solar (divina) de la realeza se encuentra en numerosas culturas de la más remota antigüedad, como los faraones del Antiguo Egipto, los emperadores Celestes de China, etc. El rey Dasharatha pide a los dioses que le otorguen la descendencia adecuada y después de realizar las ofrendas y los ritos védicos pertinentes (yagyas), recibe la atención de éstos y el cumplimiento de su deseo. Pero los dioses aprovechan la coyuntura para pedir a Brahma la ayuda necesaria para derrotar al gran demonio y Brahma intercede ante Vishnu el cual consiente en renacer de nuevo para lograr tan preciado fin, en la figura de Rama y sus hermanos, así Rama se convierte en el séptimo avatar del Señor Vishnu. En el transcurso de la vida de Rama, éste toma por esposa a Sita y se convierte en el heredero al trono, y como es de esperar surgen todo tipo de intrigas en la Corte Real (léase la mente humana) para evitar su acceso al trono, intrigas que finalmente consiguen que su padre el rey, exilie a Rama y su esposa Sita de palacio. Durante los próximos 14 años, ambos vivirán en el bosque en las proximidades de Ravana, quien observándolos trama raptar a Sita. La historia culmina con el enfrentamiento de Rama, su hermano Lakshamana y de Hanuman, rey de los monos, en una épica batalla donde finalmente Ravana es derrotado por Rama y Sita es liberada.

Diwali celebra el día en que Rama y Sita vuelven victoriosos para ocupar el trono, encendiéndose miles de lamparas de aceite y ghee que iluminaron su vuelta y celebraron la victoria. Se dice que Rama gobernó el reino de Ayodhya en el Dharma, la Justicia y la Ley Natural, por 11.000 años.

Mas allá de la epopeya, si observamos desde el silencio, con asiduidad e imparcialidad, nuestra propia vida, empezaremos a descubrir todos estos arquetipos representados en nuestras diferentes facetas mentales, emocionales y conductuales, y aunque algunos de ellos, los más oscuros, se oculten en el tupido y tenebroso bosque de nuestro tallo cerebral, finalmente podrán ser revelados en la presencia de la luz. Nuestro estado de conciencia no es, pues, uniforme ni estable; presenta altibajos, debido a la presencia y a la actividad cambiante de los kleshas, los cuatro demonios del ego, el deseo, la aversión y el apego/miedo, gobernados por un poderoso rey: la ignorancia.

Diwali (Rama/Sita) representa por tanto en nosotros, dos aspectos:

1. La luz y la claridad, que supone el poder discernir cuándo estamos sujetos a las influencias de nuestros demonios (condicionamientos) y poder elegir simultáneamente, con determinación y propósito, no sucumbir a su influencia, pues la luz es también energía y nos procura la fortaleza necesaria para lograrlo. Y aunque en la consciencia de vigilia la oscuridad es temida porque viene vestida con el ropaje de lo real, su verdadero rostro es ilusorio pues no es más que la ausencia de la luz.

2. La celebración, el regocijo y la abundancia, que son la esencia de la vida y la virtud y que además constituyen un elemento crucial en desdramatizar y aligerar la carga de sufrimiento y escasez que la visión neurótica de nuestros kleshas nos imponen.

Rafael Santamaría