Yoga 2025: Una sola Tierra, una sola salud, una sola consciencia

2025-06-19

El lema elegido para conmemorar el Día Internacional del Yoga es una poderosa afirmación: “Una Tierra, una Salud”. Una consigna que plantea con fuerza que no existe salud verdadera si no es compartida, si no es inclusiva, si no se expande más allá del cuerpo individual para alcanzar a toda la humanidad y a la vida que habita este mundo. Escribe Pablo Rego.

Cada 21 de junio, el planeta celebra el Día Internacional de Yoga, una fecha instaurada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 2014, con el propósito de resaltar el valor de esta práctica ancestral como camino hacia el bienestar integral. En 2025, el lema elegido para conmemorar este día es una poderosa afirmación: “Una Tierra, Una Salud”, una consigna que plantea con fuerza que no existe salud verdadera si no es compartida, si no es inclusiva, si no se expande más allá del cuerpo individual para alcanzar a toda la humanidad y a la vida que habita este mundo.

En un presente marcado por profundas tensiones geopolíticas y conflictos armados que desgarran territorios y comunidades, este lema nos interpela de manera urgente. El planeta sufre. La Tierra se defiende como puede del saqueo de sus recursos, del desequilibrio ecológico, del daño sistemático que genera un modelo basado en la dominación, en la exclusión y en la explotación sin medida. Al mismo tiempo, los seres humanos experimentamos las consecuencias de una desconexión prolongada: enfermedades físicas y mentales, violencia, miedo, soledad, vacío existencial.

Estas tensiones no sólo reflejan crisis sociales y ambientales, sino también transformaciones más sutiles que atraviesan nuestra conciencia colectiva. Vivimos también un momento de gran transición cósmica: estamos dejando atrás la Era de Piscis, una etapa dominada por la fe ciega, el dogma y las jerarquías, para ingresar lentamente en la Era de Acuario, símbolo de la expansión de la conciencia, la innovación, la fraternidad y el despertar colectivo. Este cambio de era no ocurre de un día para el otro; es un proceso lento y profundo, como el paso del invierno al amanecer. Y en ese tránsito, el caos, las resistencias y las crisis son señales de un sistema que agoniza, mientras otro empieza a emerger. En medio de tanta confusión, Yoga y otras prácticas conscientes pueden ayudarnos a alinearnos con las nuevas frecuencias que ya están disponibles para quienes eligen sintonizar con una humanidad más libre, más despierta y más solidaria.

Yoga, un puente entre mundos

En este nuevo escenario vibracional, Yoga, con su sabiduría milenaria, se revela como un puente entre mundos: entre el cuerpo y el espíritu, entre el individuo y lo colectivo, entre la naturaleza humana y la totalidad de la existencia. Porque quien practica Yoga de forma consciente no sólo fortalece su cuerpo, no solo aquieta su mente. Quien respira con intención, quien se detiene a sentir, quien medita en la unidad de todo lo que vive, empieza a experimentar una transformación profunda: la del paradigma de la separación hacia la comprensión de la interdependencia.

Hablar de una sola salud implica reconocer que la salud del ser humano está indisolublemente ligada a la salud del entorno. Que no hay equilibrio posible si destruimos los ecosistemas. Que no puede haber paz si seguimos justificando la guerra como única forma de dirimir diferencias. Que no puede haber armonía si nos mantenemos atrapados en un modelo que promueve la lucha de todos contra todos, incluso contra nosotros mismos.

La práctica de Yoga, en su sentido más profundo, es un acto de resistencia amorosa. Es una forma de decirle no al ruido, a la prisa, a la alienación, al odio. Pero es, sobre todo, una manera de elevar la vibración individual para irradiar una energía distinta, más serena, más compasiva, más lúcida. La vibración de quien se reconoce parte de un todo y obra en consecuencia. Porque todo cambio genuino empieza en lo invisible: en la consciencia.

Una nueva forma de habitar el mundo

Hoy más que nunca…

Necesitamos comunidades unidas por propósitos superiores.

Necesitamos prácticas que nos conecten con lo que somos más allá de nuestras identidades temporales.

Necesitamos espacios donde podamos sanar juntos las heridas de la humanidad.

Y necesitamos, urgentemente, dejar de pensar la vida en términos de propiedad, conquista o utilidad, y comenzar a vivirla como un acto de cuidado, respeto y comunión.

“Una Tierra, una Salud”no es un eslogan vacío. Es un principio vital. Es una declaración de interconexión. Es el eco de una sabiduría antigua que Yoga sigue transmitiendo a través de los siglos. Es el clamor silencioso de la vida que late en cada rincón del planeta, esperando que despertemos a una nueva forma de habitar el mundo.

Y es también una oportunidad. La de reconstruir un presente distinto, basado en la colaboración, la empatía y la conciencia expandida. Porque si logramos sanar nuestra relación con nosotros mismos, sanaremos también nuestra relación con los demás, con los animales, con la Tierra, con el misterio de la existencia.

Pablo Rego. Profesor de Yoga. Terapeuta holístico. Diplomado en Ayurveda

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