Hemos recibido argumentos que nos sugieren que el Tercer Ojo es el símbolo de la capacidad de percibir el plano superior, un sexto sentido que nos lleva ante la sede de la sabiduría universal o ante la luz de los niveles superiores de conciencia. Escribe Pedro López Pereda.

Ilustración de un manuscrito dedicado a Brahma. Wikicommons.
(Ver primer parte y segunda parte)
Pero entre todas estas capacidades hay una cualidad que destaca sobre todas las demás, y es en ella en la que queremos centrarnos en este apartado.
Algunos maestros dijeron que el Tercer Ojo era la «ventana del alma». Hoy diríamos que es “la ventana hacia la supraconciencia” y por ello un punto de conexión directa con la fuente infinita de sabiduría.
El sexto sentido
Y parece que hay consenso en que el Tercer Ojo es el instrumento que nos permite «ver» los planos sutiles, el mundo invisible para los ojos convencionales y obtener una visión profunda de uno mismo y del universo.
A continuación, hemos creado un relato inédito en forma de cuento mitológico, con una rica información simbólica que conforma una historia llena de contenido y expone, de forma sencilla, por qué el tercer ojo es el portal personal que nos permite acceder al conocimiento primordial y como se originó.
El cuento mitológico sobre el origen del Tercer Ojo
–Introducción
El monte Meru es una montaña sagrada en la cosmología de varias religiones asiáticas, incluyendo el hinduismo, el budismo y el jainismo.
No es una montaña física, como otras cumbres del Himalaya, sino un concepto mítico y cosmológico. Es la sede de los dioses, pues se le considera la residencia del dios Brahma y el hogar para 33 millones de dioses (devas).
Se le sitúa en algún lugar al “norte del Himalaya”, justo en el centro de la Tierra. Míticamente, sus laderas están formadas por diferentes piedras preciosas y sus picos son de oro. Se le describe con una altura de proporciones cósmicas (varios cientos de miles de kilómetros).
Desde un enfoque simbólico, el monte Meru representa la estabilidad y el logro espiritual. A la vez, tiene la capacidad de conectar con las regiones infernales. Se le considera el eje fundamental del universo y el punto de conexión entre todos los reinos de la existencia. Conecta el cielo (la morada de los dioses), el reino humano (la Tierra) y el inframundo (los reinos infernales o de los Asuras).
En el hinduismo, además de ser la morada de los dioses, es el destino final de los sabios y la cumbre de la divinidad.
Aunque es un concepto mítico, algunos lo identifican con el Monte Kailás (ubicado en el Tíbet).
–Descripción de la narración
En la cima del monte Meru se encuentra Brahmapura, el palacio y la ciudad del dios creador Brahma. Antes de la creación del reino humano (la Tierra), un grupo significativo de devas le dijeron a Brahma que querían experimentar la mortalidad y la materia, para así complementar sus conocimientos y su sabiduría.
Le pidieron a Brahma que construyera un reino material donde lo tangible les sirviese para tomar conciencia desde cero y donde pudiesen experimentar todas las sensaciones físicas. Los devas habían estudiado que, si experimentaban lo tangible, encarnándose en un cuerpo físico donde olvidasen totalmente su origen y condición, podrían tocar, oír, ver y sufrir, y así valorarían con más intensidad la gran armonía cósmica del reino de los dioses.
Brahma les comprendió y decidió buscar un lugar alejado de la corte suprema del monte Meru, donde los devas pudiesen formarse y crecer de forma autónoma sin las influencias de los otros dioses.
Para crear el reino de los mortales, Brahma siguió el recorrido del río Ganges, que desciende directamente desde los reinos celestiales hasta la cima del Meru. En un punto concreto, el agua se dividía en cuatro grandes corrientes que fluían hacia un espacio que en aquel tiempo estaba vacío, y fue allí donde Brahma decidió crear el Universo físico.
Estas cuatro corrientes formaron los cuatro puntos cardinales que limitaron el Universo, a la vez que se crearon el tiempo y el espacio.
Para construir el mundo, Brahma formó de su propia esencia tres grupos de creadores:
- En primer lugar, constituyó el grupo de los operarios, con los suministros necesarios para construir la parte material. A este grupo lo llamó
- Seguidamente estableció un equipo de su propia esencia, con experiencia para percibir lo físico y controlar y dirigir la obra. A este grupo lo llamó Rajas.
- Y, por último, un equipo con proyectistas que se encargarían del proceso de diseño y de buscar soluciones a todos los avatares que surgiesen en la evolución de la creación. A este tercer grupo lo llamó
Los devas agradecieron a Brahma su generosidad y comentaron que, cuando tuviesen su hogar, querían ser totalmente autónomos.
Brahma aceptó sus condiciones y les concedió plena autonomía y libre albedrío.
Después les dijo:
“En el mundo de los seres mortales os encontraréis totalmente engañados por el poder creador de las tres gunas de la Naturaleza, Tamas, Rajas y Sattva. Y por eso, el mundo material no me reconocerá a mí como el Hacedor.
Todas las manifestaciones creadoras de Sattva, Rajas y Tamas emanan de mí. Ellas están en mí, pero yo no estoy en ellas. Aunque soy el Hacedor, tenéis que saber que yo no seré partícipe en el proceso de la Creación, y así seréis libres y autónomos para vuestro propio crecimiento. Si yo actuara, interferiría en vuestra libertad y en los objetivos fundamentales de vuestra vida física: vuestro crecimiento interior y la expansión de la Conciencia”.
Los devas le dijeron que ellos se responsabilizarían de su propio sustento y el resto de su vida física le llevarían en sus oraciones.
Brahma les comentó que él también los tendría siempre en su corazón y, para no dejarles totalmente solos, decidió crear un santuario en el lugar donde se dividían las cuatro corrientes del Ganges. Allí se asentarían bodhisattvas a los que podrían acudir a pedir consejo para su crecimiento espiritual y ayuda en algunos temas puntuales que concretó con ellos.
Si en su existencia física no los necesitaban, los bodhisattvas (nuestros guías espirituales) no los molestarían de ningún modo.
Por último, les dijo que también construiría, en un lugar secreto, un pórtico celestial que uniera el reino de los humanos con el reino divino. Esa puerta se abriría, para volver a conectar con el reino celestial, a aquellos devas que alcanzasen un alto nivel de conciencia y recordasen su lugar de procedencia. A aquella portada la llamó Ajna, el Tercer Ojo.
Esta puerta simbolizaba el ascenso del practicante espiritual y sería el símbolo del deva que había pasado de los reinos bajos del sufrimiento a los estados superiores de sabiduría, compasión y liberación.
De esta forma, los devas iniciaron el camino de la encarnación que los llevaba a una nueva y compleja vida.
Puntos fundamentales del cuento mitológico
Vamos a destacar siete puntos de esta narración:
1.En este cuento mitológico se vincula claramente el crecimiento espiritual de los seres de luz (devas en la historia) a un plano tangible de aprendizaje llamado reino material o de los mortales (la Tierra), que aporta distintos niveles de conocimiento y de experiencia.
En este plano se “materializa” el proceso de evolución y crecimiento de los seres espirituales. No hay un límite para el crecimiento. El conocimiento es eterno y no tiene medida.
Es importante tener en cuenta que la expansión de la conciencia está muy unida a lo tangible, a lo que se puede tocar y experimentar (del mismo modo que no se puede hacer una página web sin un ordenador tangible, es también más lógico vincular la expansión de la conciencia a un plano inconsciente, es decir, a un plano físico y tangible que evolucione en un tiempo determinado).
2. Otro punto interesante en nuestro cuento mitológico es que, cuando un ser decide encarnarse, renuncia a su autoconciencia y entra en una especie de sueño donde poco a poco la va recuperando. Podemos considerarlo un trabajo de autodescubrimiento, una oportunidad única de convertirse en un ser íntegro con plena autonomía. En este punto se encuentra la meta final del proceso de nuestro desarrollo: el Tercer Ojo (la puerta celestial).
3. En esta historia se puede apreciar que no hay obligación para los seres de encarnarse en un plano más denso. Esto puede chocar con algunas creencias, sobre todo si pensamos que la decisión viene motivada por la posibilidad de una expansión de conciencia más amplia y no por una “deuda” arrastrada. En el texto se afirma claramente que el proceso de crecimiento de un ser en un plano determinado es totalmente voluntario: los devas (los seres espirituales) se encarnan libremente en el reino de los mortales para continuar su aprendizaje con otras herramientas diferentes.
4. Cada ser que está en este o en otros planos tiene su propio plan trazado. El conocimiento interior se ofrece a todo el que quiera acceder a él. La ignorancia es la falta de conocimiento, su reverso.
Hay que hacerse consciente de la ignorancia con la que venimos al plano material y llenarla de Luz. Por este motivo, un ser iluminado es el que tiene menos capas de ignorancia en sí.
5. Los seres que están en una envoltura física tienen que aprender a trascender la parte más densa de sus envolturas para poder volver a su origen.
La apertura del Tercer Ojo permite contactar con la dimensión superior. Esta portada celestial aumenta la comprensión de aquel que posee una conciencia despierta, ayudándole a avanzar en su camino del autoconocimiento. La posibilidad de contactar con los bodhisattvas (nuestros guías) también forma parte de nuestro crecimiento.
6. La conciencia nutre al Ser y el amor abre el pórtico celestial al plano superior.
Los seres que están en una envoltura física tienen que aprender a trascender la parte más densa para poder volver a su origen. La Luz es conciencia y amor. El amor es la fuerza más poderosa del Universo.
El amor es la fuerza que permite al ser humano mover la llave que abre el tercer ojo, la entrada al reino divino, y nos permite contactar con una dimensión superior.
7. Por último, es interesante comprobar que, en el cuento mitológico, el Universo físico o reino de los mortales es un sistema ternario. Es decir, en su evolución, construcción y desarrollo intervienen tres cuerdas vibratorias, en sánscrito gunas, que son Tamas (la energía o los operarios), Rajas (la percepción o dirección de obra) y Sattva (la inteligencia o los proyectistas). Un sistema ternario permite crear un mundo tangible con una gran riqueza de diseño, algo que matemáticamente no permitiría un sistema binario como el informático.
(Continuará)
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).
