Vivimos tan deprisa, tan pendientes de funcionar y rendir, que a veces ni nos damos cuenta de estamos tapando lo que sentimos. Necesitamos aprender a escuchar lo que sientes, entender cómo se expresa tu mundo interior y acompañarlo con consciencia. Escribe Verónica Bernal.
Hay una voz que no siempre escuchamos pero que nunca deja de hablar: la de nuestras emociones. Está ahí, latiendo en el cuerpo, en la respiración, en esos silencios en los que algo dentro se revuelve. Nos susurra lo que necesitamos, lo que nos duele, lo que ya no queremos seguir sosteniendo.
Pero vivimos tan deprisa, tan pendientes de funcionar y rendir, que a veces ni nos damos cuenta de que estamos tapando lo que sentimos. Y claro, cuando no escuchas, el cuerpo acaba gritando. Las emociones no desaparecen porque las ignores; se quedan dentro, convertidas en tensión, en rigidez, en cansancio o en ese nudo que aparece sin saber muy bien por qué. Como decía Jung: “Lo que niegas te somete; lo que aceptas te transforma». Y sí, aceptarlas cuesta, porque sentir a veces duele. Pero es justo ahí donde empieza el camino de transformación.
El cuerpo, ese mapa que no miente
El yoga nos enseña que cada emoción tiene su eco en el cuerpo. No es lo mismo la rabia que sube como un fuego al pecho, que la tristeza que pesa en el abdomen, o que el miedo que encoge el diafragma. Todo se expresa físicamente, aunque no siempre sepamos leerlo. Las posturas, la respiración y la atención consciente se convierten entonces en una especie de traductores: nos ayudan a entender ese idioma que el cuerpo lleva tanto tiempo hablando.
Cuando practicamos, las emociones afloran. A veces sin avisar. Puede que en una postura de apertura sientas ganas de llorar, o que en una práctica suave aparezca un enfado antiguo. No pasa nada. La práctica no está hecha para reprimir ni para dejar que nos arrastre lo que sentimos; está hecha para acompañar. Para sostener con presencia lo que hay, sin huir y sin quedarnos atrapados.
Las nueve emociones del alma
En la tradición del yoga se habla de los Nava Rasas, las nueve emociones esenciales que “colorean” la experiencia humana: amor, alegría, asombro, paz, valor, tristeza, miedo, rabia y disgusto. Todas tienen un propósito, una enseñanza. Ninguna sobra. Cuando las reconocemos, dejamos de pelear con nosotras mismas y empezamos a sentirnos más auténticas, más vivas.
Y algo cambia: ya no es necesario “controlar” las emociones, sino comprenderlas. Detrás de cada una hay una necesidad profunda: de descanso, de expresión, de amor, de seguridad. Escuchar la voz de tus emociones es, en el fondo, aprender a escucharte.
Escuchar para transformar
El yoga, la psicología y la escritura consciente son herramientas que nos permiten traducir ese lenguaje interno. Nos ayudan a ver cómo las emociones modelan nuestra manera de pensar, de respirar, de relacionarnos con los demás. También a liberar esas memorias antiguas —los samskaras— que se quedan guardadas en el cuerpo y nos hacen repetir los mismos patrones.
Cuando aprendes a poner presencia en lo que sientes, cuando dejas de luchar contra tu mundo emocional, algo se afloja por dentro. Empiezas a habitarte de otra manera. Más en paz, más completa, más tú.
La voz de tus emociones es precisamente una invitación a ese viaje: un taller vivencial para aprender a escuchar lo que sientes, entender cómo se expresa tu mundo interior y acompañarlo con consciencia. No se trata de eliminar lo incómodo, sino de transformarlo.
Verónica Bernal es profesora de yoga y meditación, directora de Enyógate. Impartirá el taller ‘La voz de tus emociones’ en la Escuela de Yoga Dhyana el 22 y 23 de noviembre.
Este encuentro combina yoga, psicología y escritura para que descubras, desde la experiencia, la sabiduría que guardan tus emociones.
Porque cuando aprendes a escuchar la voz de tus emociones… también aprendes a escucharte a ti.

