En este artículo quiero compartir mi visión, lo que pienso y siento. Espero que pueda ser útil para alguna persona que lo lea. No considero que mi enfoque sea mejor o peor que otros sino, simple y llanamente, expongo lo que vivo, lo que experimento y lo que comparto desde mi propia dimensión de ser humano. Escribe Juan Ortiz.
Como todos los años por estas fechas, comenzamos una nueva promoción de Formación de Profesores de Yoga, abierta a cualquier persona que tenga interés en profundizar en el amplísimo y riquísimo sistema yóguico y vivenciar las sendas del yoga. Sendas que inciden en una experiencia profunda de sí y un mejoramiento y transformación integral de nuestra condición de seres humanos y, al mismo tiempo, suponen un compartir y una entrega real y profunda con los demás seres humanos y con el mundo para el mejoramiento de la vida en sus diferentes manifestaciones.
Quiero indicar que tengo un completo respeto a todos los profesores y escuelas de Formación y valoro su trabajo y, además, me une a la mayoría de ellas una amistad y compartir durante muchos años. Y, por lo tanto, la visión que doy en este artículo sobre la formación de profesorado de yoga nace de mi experiencia y mi visión personal, sin pretender, en ningún caso, polemizar con nadie y menos denostar otras visiones que pueden ser perfectamente loables y nos pueden enriquecer a todos.
Pero, dicho esto, desde mi propia conciencia tengo la responsabilidad de compartir mi visión y lo que pienso, siento y espero que pueda ser útil para alguna persona que lea este artículo. Insisto en que no considero que mi enfoque sea mejor o peor que otros sino, simple y llanamente, expongo lo que vivo, lo que experimento y lo que comparto desde mi propia dimensión de ser humano.
Ahí van algunas cuestiones que quiero compartir
1. Cada vez nos llaman más personas que se interesan en formarse y nos preguntan si tenemos una formación más corta, de poquitos meses de duración o de un mes porque consideran que nuestra Formación de tres años es muy larga. Pues bien, la respuesta es no… Podríamos tener esa formación corta pero no cabe en nuestra manera de trabajar y compartir el yoga. De hecho, las primeras promociones eran de dos años y como nos dimos cuenta de que era imposible en ese tiempo, aumentamos a tres años, y puede ser que en el futuro (si así lo sentimos) aumentemos más tiempo.
De momento pensamos que con tres años da tiempo a una vivencia y formación básica y con garantías para salir con una base sólida, aunque luego hay que seguir aprendiendo e indagando porque el yoga es amplísimo y no tiene fin. Así que, para las personas que terminan su formación, siempre tenemos otras propuestas de profundización, no solo en nuestra escuela, sino que aconsejamos otras escuelas y personas que consideramos que son una garantía para seguir nutriéndose y formándose.
No hay prisa… No estrés, no consumismo… y aceleración de los procesos.
2. No estamos en contra de las formaciones online o de los avances tecnológicos; nosotros también los utilizamos, tal y como estoy haciendo ahora, al escribir este artículo. Esas herramientas nuevas pueden ser muy útiles y nos pueden facilitar la vida.
Ahora, tengo que seros sincero, y siguiendo la tradición del yoga –“la transmisión tiene que ser directa y presencial… de labio a oído… de mirada a mirada … de corazón a corazón”–, yo no puedo compartir solo a través de las pantallas. Me gusta estar en una sala donde sientas la vibración, el latido vital y el pulso de la vida en un contacto directo con las personas que asistan a estos cursos. Talleres online, alternando con algunos seminarios presenciales, podría ser, pero siempre online, sin ver nunca a las personas y sin que ellas te vean a ti… sin saludos, abrazos, gestos… lo siento, pero al menos nosotros no somos capaces de trabajar de esta manera y no nos interesa, Y sé que somos unos dinosaurios en los tiempos que corren, pero, oye, prefiero ser un dinosaurio y no un cable o tecla cualquiera de un sistema artificioso y distante. Así que nos encontraremos y nos compartiremos en presencia con alegría y celebración de la vida, que es el Yoga verdadero.
3. No somos la mejor escuela de formación del mundo, ni la más prestigiosa, ni consideramos que nuestros contenidos sean de gran calado o del mejor calado. Consideramos que los contenidos y prácticas que proponemos están bien y que pueden cumplir su función y con eso nos basta. Y, eso sí, intentaremos ir mejorando cada vez más.
4. Algo que nos preguntan mucho es sobre el reconocimiento de nuestros títulos, y si están reconocidos por alguna asociación internacional de renombre. Y yo les pregunto: ¿Qué asociación? Porque no hay una, son infinitas, y la mayoría pretenden arrogarse que es la certificación más prestigiosa del mundo. ¡Pamplinas! Diplomitis y titulitis que como todas las itis son demagogia y sectarismo. El yoga es universal.
Ahora resulta que tendrían que haberles dado un diploma al Buda, a Sivananda, a ParamahansaYyogananda, a Santa Teresa de Jesús, a San Juan de la Cruz… etc. Sin embargo, hay que reconocer que en los tiempos que corren hay una serie de mecanismos legales que hay que cumplir, y eso está bien. Por ello, la Escuela de Yoga Dhyana no forma parte de ninguna asociación internacional, pero sí cumple con todos los requisitos ante los organismos legales pertinentes y es reconocida como “Escuela de Formación en Yoga”. Nuestros títulos capacitan para impartir clases, no sólo en el territorio nacional sino en cualquier lugar del mundo, y de hecho eso está ocurriendo.
Pero, dicho esto, vamos a lo realmente importante: el proceso yóguico y vital para una conciencia diferente y una manera de vivir que construya la vida y nos ayude a avanzar.
5. Cuidado con los precios de las formaciones, porque me parecen excesivos en muchos casos, y es muy importante que las formaciones sean asequibles a todas las personas. Además hay que dar las facilidades y formas de pago variadas para que todo el mundo, si así se decide, pueda acceder a este proceso. Es más, bajo nuestro punto de vista, nadie que realmente tenga interés debe ser excluido de esta formación por motivos económicos u otros. Siempre hay maneras de ayudar y facilitar la formación a quien demuestre que su interés es real.
Una escuela de yoga, aunque tiene que manejar adecuadamente los aspectos económicos y materiales, porque son parte de la realidad, no debe convertirse en una empresa mercantilista, materialista, etc.
6. Igualmente, hay que facilitar todo lo que incluye el proceso de formación; si alguna persona tiene alguna crisis o dificultad personal, de cualquier tipo, hay que estableces una comunicación siempre con el ánimo de facilitar el proceso, aunque, en todo caso, el esfuerzo y el camino lo debe realizar cada persona, pero nunca sola, siempre acompañada en lo que sea necesario.
7. Tratar de manera teórica y práctica las diversas herramientas del yoga e incidir en la práctica regular y constante que es la garantía de seguir avanzando.
8. Además de incidir en los beneficios en todos los niveles del ser humano (físico, anímico, mental…), la formación debe, al mismo tiempo, enfocarse a vivenciar lo auténtico y profundo de nuestra naturaleza: el Ser que somos, el Ser que Es.
9. Siendo importante terminar la Formación para dar clases de yoga (quién así lo decida), es mucho más importante el proceso interior para actualizar y poner en acción nuestro enorme potencial como seres humanos y desvelar nuestra verdadera naturaleza y esencialidad.
10. Espero que la Formación que ofrecemos y todas las formaciones produzcan un efecto real de despertar las conciencias adormecidas y nos introduzcan en “El camino, la verdad y la vida” y la consecución de un estado de Samadhi que es plenitud, Luz y verdadera Felicidad no condicionada.
Juan Ortiz es fundador de Escuela Yoga Dhyana
Curso de Formación de Profesores de Yoga 24ª Promoción. Comienzo: 4 de octubre 2025