¿Qué ocurre en mi cerebro cuando practico meditación? ¿Cuándo comienzan los efectos de la meditación? ¿Qué cambios significativos genera la meditación en nuestro cerebro? ¿Se pueden demostrar científicamente estos cambios? ¿Qué beneficios ocurren? Contesta en este artículo Pedro López Pereda.

Foto de Yan Krukau
En primer lugar, vamos a definir el yoga como el conjunto de herramientas que nos permiten alcanzar de forma perenne un nivel de conciencia alto que los antiguos yoguis denominaron sáttvico y un estado que denominamos Samadhi (definido como la culminación de la práctica yóguica y meditativa).
Desde este mismo enfoque, la meditación es la herramienta que nos permite restringir las fluctuaciones de la mente, específicamente los pensamientos erráticos y las emociones, llevándonos a un estado de paz de alta vibración que nos permite conectar con nuestro ser supraconsciente.
¿En qué se diferencian la conciencia local de la supraconciencia?
En algunas tradiciones orientales, así como en la ciencia actual, se definen de la siguiente forma:
–Conciencia local o individual, es la conciencia que experimentamos en nuestro día a día. Está asociada con el ego y con los pensamientos de la mente. Es nuestra falsa identidad.
–Supraconciencia, o conciencia superior, se refiere a un estado de conciencia que trasciende la individualidad y el ego. La supraconciencia no tiene un origen físico, como la conciencia local. Sencillamente es Luz.
¿Cuándo comienzan los efectos de la meditación?
A los pocos meses de meditar conseguiremos:
- Calmar la mente: La meditación busca silenciar el «ruido mental» y el constante diálogo del ego, que actualmente se considera la principal barrera para acceder a la supraconciencia.
- Mejorar nuestra capacidad de concentración.
- Acceder a estados profundos de relajación.
Y con los años y la constancia podemos llegar a:
- Diferenciar entre la mente y el ser. Ser conscientes de la diferencia existente entre una mente material y nuestra verdadera identidad inmaterial.
- Contactar con la supraconciencia: La práctica continuada de la meditación nos hace crecer en conciencia y nos acerca a nuestra verdadera identidad.
Es importante saber que la meditación no viaja sola, sino que va asociada a otras técnicas de yoga que nos acompañan en nuestro camino. Sus efectos se ven potenciados con nuestras acciones y con nuestra práctica de yoga.
¿Qué cambios significativos genera la meditación en nuestro cerebro?
Podemos resaltar los siguientes:
- Aumento de la materia gris: La práctica regular de la meditación se ha asociado con un aumento en la densidad de la materia gris (los cuerpos celulares de las neuronas) en áreas clave del cerebro.
- Engrosamiento de la corteza cerebral: Se ha observado que la corteza prefrontal, el «centro de mando» del cerebro encargado de la toma de decisiones y la concentración, se vuelve más gruesa en personas que meditan con regularidad.
- Reducción del tamaño de la amígdala: Recordemos que la amígdala es la parte del cerebro responsable de las reacciones de miedo, ansiedad y estrés. La meditación ayuda a reducir su tamaño y su actividad, lo que disminuye las respuestas emocionales exaltadas.
- Cambios en el hipocampo: La práctica regular aumenta el volumen del hipocampo y su densidad, lo que puede mejorar la capacidad de retener información.
Estos cambios observables afianzan las descripciones de las antiguas tradiciones sobre el camino a seguir para trascender desde la conciencia local hacia un estado de supraconciencia.
¿Se pueden demostrar científicamente estos cambios?
En los años sesenta y setenta del siglo XX se empezó a investigar de forma importante en Europa y Estados Unidos sobre los efectos de la meditación en las personas y también en nuestra sociedad. Actualmente los hallazgos se centran en observar los cambios cerebrales que se generan en los meditadores con las técnicas de neuroimagen.
Posiblemente las imágenes más interesantes que he visto sobre este tema fue en un curso con neurocientíficos y técnicos de neuroimagen estadounidenses, organizado por Eduard Punset en Madrid, donde se mostraron imágenes de personas con un alto nivel de conciencia y los importantes cambios estructurales en la forma y disposición de su cerebro.
Estos cambios, en diferentes grados, se han podido percibir en meditadores con experiencia y están bastante bien documentados.
Si mi complicada vida no me permite meditar regularmente, ¿qué puedo hacer?
Somos conscientes de que nuestro trabajo, nuestra familia, nuestra vida social y el llamado día a día, nos impide, en muchos momentos, mantener la continuidad en nuestra práctica de meditación. Sin embargo, recordemos que hemos definido el yoga como un conjunto de herramientas que nos permite alcanzar de forma perenne un nivel alto de conciencia. Entre esas herramientas están los ásanas, que son posturas diseñadas con ‘premeditación’, es decir, son una forma de atención meditativa que después nos ayuda a meditar mejor. Lo mismo sucede con el pranayama y con nuestras propias acciones.
Existen diferentes formas de meditar, ¿son compatibles?, ¿producen los mismos efectos?
Disponemos de diversos tipos de meditación, cada uno con un enfoque y propósito distinto, pero de forma general casi todos son compatibles.
La condición sine qua non para que se dé esta compatibilidad es que produzca uno de los efectos más interesantes de una meditación: la reducción de nuestros automatismos (nuestra actividad inconsciente) y aumente nuestra atención y nuestra capacidad para vivir en el presente sin modelos a seguir (instintos, hábitos y creencias).
La meditación ha de restringir la actividad de la Red Neuronal por Defecto (RND), nuestro “piloto automático”, que es una importante red cerebral que se activa, por ejemplo, cuando la mente divaga, se preocupa por el futuro o revive el pasado. Al calmarla, la meditación nos ayuda a estar más presentes y conscientes de lo que sucede en el momento actual, reduciendo el «diálogo interior» negativo.
¿Por qué se producen estos efectos beneficiosos en nuestro cerebro?
En primer lugar, porque el cerebro es capaz de adaptarse y cambiar a lo largo de la vida, proceso conocido como neuroplasticidad. La meditación potencia esta capacidad, permitiendo que el sistema nervioso central forme nuevas conexiones neuronales más fuertes. Esto se traduce en una mayor flexibilidad mental y una mejor capacidad para regular las emociones y los pensamientos mentales.
En segundo término, al meditar el cerebro comienza a producir más ondas alfa, que están asociadas con estados de relajación y calma. Estas ondas ayudan a que la mente se despeje y a que los pensamientos negativos no nos dominen.
A lo largo del día, nuestro cerebro produce diferentes tipos de ondas, según la actividad que realicemos. Las ondas alfa, que activan la meditación, son un tipo de onda cerebral que se asocia con un estado de relajación, calma y alerta pasiva. Se producen cuando el cerebro se encuentra en un estado de vigilia, pero en un nivel de actividad bajo, como cuando una persona está despierta y relajada, con los ojos cerrados, o durante la meditación.
Las ondas alfa tienen una frecuencia de entre 8 y 13 Hz (ciclos por segundo). Se generan en el lóbulo occipital (la parte posterior del cerebro) y se pueden detectar con un electroencefalograma.
Una gran herramienta
La meditación es una herramienta que, con el tiempo y la constancia, remodela de forma física y funcional al cerebro para que seamos más conscientes. La meditación aumenta la conectividad entre diferentes áreas cerebrales y entrena nuestra capacidad de darnos cuenta de nuestros propios pensamientos y emociones sin reaccionar a ellos. Este estado, a menudo llamado «observador» o «testigo desapegado», es un nivel de conciencia superior a nuestra conciencia local y nos acerca a la supraconciencia.
Pedro López Pereda. Creador del centro Namaskar de yoga y autorrealización en la línea de Antonio Blay. Presidente de la Fundación Yoga y de la Asociación Yoga Meditativo. Miembro de la Asociación Nacional de Profesores de Yoga. Maestro de Reiki.
Ha publicado, entre otros libros: El mandala oculto (2017), El cuenco vacío (2018) y Las leyendas del Yoga. El origen mitológico de la meditación, el pranayama y las posturas de yoga (2021).