Yoga Academy/ La búsqueda de la flexibilidad máxima, el reto

2025-08-12

En un mundo en el que los retos, el “tú puedes si quieres”, el “aguanta” y el “más y más, un poco más” forman el núcleo principal de muchas sesiones de yoga, se hace no solo difícil sino improcedente hablar de que la flexibilidad es uno de los conceptos más corrompidos en la práctica de yoga. Escribe Mayte Criado.

Cada persona es un mundo en sí misma. Un/a buen/a profesor/a de yoga se reconoce por su preparación para abordar las limitaciones o capacidades del alumnado. Pero hay algo que se antepone a los conocimientos que el profesorado puede manejar para abordar dichas peculiaridades, algo que ciertamente va a condicionar todo el proceso del practicante y desde luego, el tipo de acompañamiento que va a proporcionar el/la profesor/a.

Se trata de las expectativas del practicante y de su nivel de comprensión y conexión en relación a su auténtico estado físico, energético y/o mental. Sí. Su nivel. Porque el nivel del practicante de yoga no se mide por sus objetivos ni por los retos que está dispuesto a afrontar, sino por cuánto respeto o conciencia tiene de sí mismo y cuánto de lo que se le propone sirve al objetivo de su realización personal.

En un mundo en el que los retos, el “tú puedes si quieres”, el “aguanta” y el “más y más, un poco más” forman el núcleo principal de muchas sesiones de yoga, se hace no solo difícil sino improcedente, hablar de que la flexibilidad es uno de los conceptos más corrompidos en la práctica de Yoga.

Son muchas las definiciones y acepciones que podemos acoplar al término de flexibilidad. En el contexto de la práctica de asana, casi todo el mundo se refiere a ello como posibilidad de alargar y estirar un músculo, “doblarse” con facilidad o moverse con ligereza. Es muy normal encontrar personas que ni siquiera se plantean tomar una clase de yoga argumentando que “no son flexibles”, y muchas otras, que comienzan a practicar precisamente para llegar a ser “flexibles”, lo cual está asociado a poder realizar determinadas posturas o a ejecutarlas con un mayor éxito” y cuanto antes.

Estirar y estirar

Estirar se ha convertido en un ingrediente más de los muchos que van a parar al listado de causas de lesiones, fatiga, cansancio, agotamiento y auto exigencia. Se estira al máximo que se puede, resistiendo, yendo más allá de los propios límites, generando en la mente una suerte de positivismo alentador para obtener una flexibilidad que parece suponer, hoy día, el reto fundamental de la práctica de posturas de yoga. A más estiramiento y más aguante, más puede mostrarse el éxito conseguido. En este mundo de los retos y los logros, exhibirse es imprescindible. Cuanto más poder para incrementar la elongación y, por tanto, la movilidad de un músculo, mejores posturas y mayor nivel en el ranking de practicantes de yoga. Entre ser principiante y ser avanzado/a, cualquiera prefiere lo segundo.

Pero nos olvidamos de que, en este sentido, un/a practicante avanzado/a es quien puede reconocerse a si mismo/a dentro de una postura. Perdemos de vista que la excelencia consiste en poder “vivir dentro” del asana con exquisita precisión. Es decir, poder crear espacio dentro de los espacios que generan, de forma natural y orgánica, las peculiaridades concretas de nuestro cuerpo muscular y no de nuestras expectativas. Se trata de un logro que más tiene que ver con la intimidad que con la exhibición. Es un logro que no va de éxito ni de fracaso. Es logro porque nos hace más libres, más humanos, más interiorizados, más conscientes.

Es también un logro que deriva de un proceso creativo, basado en la suavidad y en la sensibilidad y no en la rigidez y la brusquedad. Nos confundimos al pensar que la flexibilidad a la que se refieren los objetivos de la práctica del yoga tenga algo que ver con los estiramientos y, mucho menos, con los estiramientos asociados a la consecución de un resultado visible. Casi todos los resultados obtenidos gracias a la práctica del yoga son invisibles e intangibles.

La búsqueda de la flexibilidad en la práctica de yoga está directamente relacionada con el propio viaje de transformación, con la posibilidad de acrecentar los niveles de presencia en nuestras vidas y por tanto, comienza con la reducción de la tensión en el cuerpo que, a su vez, nos coloca ante la necesidad de regular el sistema nervioso y moderar nuestra respuesta energética para preservarla y no malgastarla. Uno de los valores más importantes sobre los que se asienta el yoga es Brahmacharya, que viene a inspirarnos sobre la integración en nuestra vida, a través de la práctica yóguica, de actitudes que puedan servirnos para conducirnos y usar nuestra energía con plena conciencia. Flexibilidad por tanto es sinónimo de sensibilidad en la práctica del yoga.

Respiración y autoconocimiento

La flexibilidad que se busca lleva implícita una forma de practicar que toma a la persona como un ser integral que no solo está formado por un cuerpo sino por una mente –y un corazón– que interactúa constantemente con el cuerpo. El puente que une estos aspectos en un ser humano es la respiración. Es una de las primeras funcionalidades que se abordan en la práctica de yoga.

Incorporar la conexión natural y consciente con la propia respiración es primordial para restablecer el equilibrio tanto físico como energético y/o mental. Este pilar tan importante es el vehículo que nos sirve para llegar a la fuente que nos da autoconocimiento. La práctica de conocerse a uno/a mismo/a nos invita a sentir, a percibir, a observar y por supuesto, a parar, ralentizar y suavizar para poder adentrarse en la profundidad de lo que somos. Estos serían igualmente los resortes que nos fortalecen, nos estabilizan y nos dan seguridad y firmeza.

Puesto que el yoga no es una disciplina física al uso, el fortalecimiento, la firmeza, la estabilización y el alineamiento del cuerpo deben aflorar desde un trabajo del todo diferente. Fortalecimiento y flexibilidad deben presentarse como procesos basados en la sensibilidad para generar libertad; esa es una libertad que opera en todos los sentidos, en todas las capas del ser y genera también espacio y movilidad en las articulaciones sin dejarse esclavizar por las expectativas y el “un poco más”.

Cuando la práctica es forzada y nos obligamos a funcionar con posturas o propuestas que distan mucho del estado actual de nuestro cuerpo, lo más probable es que también el yoga nos dañe y nos cause un perjuicio importante. Cada día son más comunes las lesiones derivadas de una práctica forzada.

Factores personales

Aunque los objetivos del yoga son los mismos para cualquier persona, las técnicas para la práctica de asana deben atender siempre a los factores personales que influyen por ejemplo en el tono y en la capacidad de elongación muscular, en el estado del tejido conectivo, en las fascias o en las características estructurales y biomecánicas. La edad, si es hombre o mujer, la genética, el estado emocional o las condiciones psicofíscias, incluso el clima o la época del año, son condicionantes que revelan mucha información sobre la manera en la que se debe desarrollar una sesión de yoga.

Las técnicas y propuestas deben ser diferentes para cada persona y el profesorado debe tener conocimientos claros para saber adaptar adecuadamente sus clases. Una sesión de yoga debe poder crear un proceso digno y gradual para aumentar la percepción sensorial, relajar el cuerpo, obtener firmeza, regular las funciones vitales, calmar el sistema nervioso y, en fin, favorecer el equilibrio, la movilidad, la eficiencia motora y la ansiada flexibilidad.

Prevenir lesiones y aflorar la esencia de la práctica yóguica requiere también un lenguaje diferente y adecuado. Se hace indispensable, más que nunca, huir del tipo de instrucciones que alimentan los patrones que nos invitan a creernos seres sin límites, patrones que pertenecen a un modelo de práctica que agota, que obsesiona, que se exhibe sin pudor y, desde luego, pervierte el verdadero objetivo del yoga de vivir en nosotros/as mismos/as con lo que somos y respondiendo con plena conciencia a nuestra propia realidad.

Como profesora y formadora de yoga, siento que es maravilloso poder abrir la puerta a alguien para practicar un yoga respetuoso con su cuerpo, con su edad y con sus características. Creo que otro yoga es posible hoy día a pesar de las exigencias que nos roban la libertad.

Mayte Criado. Fundadora de la Escuela Internacional de Yoga.
www.escueladeyoga.com 91- 4166881 – 648 078 824 / info@escueladeyoga.com