El yoga trasciende la práctica física sobre la esterilla para convertirse en una filosofía de vida integral. Basado en los yamas (principios éticos) y niyamas (disciplina personal), invita a desarrollar una presencia consciente que permea todos los ámbitos diarios. Aunque los ásanas son esenciales, el verdadero alcance del yoga radica en la aplicación constante de sus principios en la vida cotidiana. Escribe Zahara Noguera.

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Aquí te compartimos 10 gestos conscientes que puedes incorporar a tu día a día para llevar la práctica del yoga fuera del mat. Cada uno de ellos puede ser desarrollado con atención plena, sutil y profunda, y cuanto más los cuides, más paz y riqueza espiritual aportarán a tu vida.
1. Respirar con conciencia. La respiración es el corazón del yoga. Practicar pranayama (el arte de la respiración) no se limita solo a las sesiones de yoga, sino que puede ser incorporado en cualquier momento del día. Tómate un minuto para respirar profundamente y con conciencia, especialmente cuando te sientas estresado/a o acelerado/a. Simplemente inhalar y exhalar lentamente, visualizando el recorrido del aire a lo largo de tu cuerpo, puede devolver la calma y conectar tu cuerpo con el momento presente.
2. Caminar con presencia. La marcha es una de las prácticas más sencillas de mindfulness. En lugar de andar de manera automática, toma un momento para sentir cada pisada y observar cómo tu cuerpo se mueve. Puedes practicarlo mientras vas al trabajo, al supermercado o simplemente paseando por tu barrio. La conexión consciente con tus pies al caminar te ayuda a estar más enraizado/a y centrado/a.
3.Comer con atención plena. En yoga, la relación con el cuerpo y la comida es muy importante. Practicar alimentación consciente significa estar presente mientras comes: saborear cada bocado, masticar lentamente y apreciar la textura, el sabor y el aroma de la comida. Este gesto no solo mejora la digestión, sino que también fomenta la gratitud por los alimentos que nutren tu cuerpo. Pero además procurar que éstos sean frescos, sanos y nutritivos, y que han producidos respetando los yama ahimsa/no violencia y satya/respeto a la verdad, equivale a un peldaño más en el cuidado de ti mismo, tu cuerpo-mente y el entorno.
4. Ser amable con los demás. Precisamante ahimsa/no violencia es uno de los principios fundamentales del yoga. Practicarlo en la vida diaria significa relacionarnos de manera amable, complaciente y compasiva con los demás, ya sea en el curso de una conversación, en la forma de ofrecer ayuda o incluso en los pequeños gestos cotidianos. Ser respetuoso/a, empático/a y escuchar con atención son maneras de vivir esta enseñanza fuera de la esterilla.
5. Crear espacio para el silencio. El yoga nos enseña a apreciar el silencio interior. En tu día a día, puedes crear momentos de quietud: durante tu desayuno, al caminar o antes de dormir. El simple acto de desconectar de las distracciones y hacer una pausa, sin ruido ni estímulos externos, te ayuda a generar tu propio espacio de introspección e intimidad contigo mismo/a, reconectando con tu ser y con lo esencial.
Un paso más: dedicar un tiempo cada día a la meditación.
6. Desarrollar paciencia y observación. El yoga nos enseña a aceptar el momento tal como es, sin apresurarnos ni forzar nada. Aprovecha para entrenar el músculo de la paciencia en cada situación diaria de complejidad o incomodidad, ya sea al esperar en una fila o al enfrentarte a un problema inesperado. En lugar de frustrarte, o resoplar de impaciencia, apela a tu testigo interior para ‘darte cuenta’ de la situación que te toca vivir, respira y observa cómo puedes mantener tu compostura y claridad mental en cualquier circunstancia.
7. Ser consciente de tu postura. La alineación del cuerpo es esencial en yoga, pero también lo es fuera de él. Presta atención a tu postura mientras trabajas, conduces o incluso mientras te sientas a descansar. Mantener una postura erguida y relajada, con la conciencia en la columna vertebral, puede prevenir dolores y mejorar tu energía.
8. Practicar la gratitud. El yoga también es una práctica de gratitud. ¡Y hay tanto que agradecer! Por la vida que nos llena y el espíritu que nos inspira, por nuestro cuerpo-mente, por los momentos sencillos y tranquilos, por las personas que nos rodean, por los recursos que tenemos… Al finalizar tu día, dedica unos minutos para reflexionar sobre las cosas por las cuales te sientes agradecido/a. Este simple gesto puede transformar tu perspectiva y aumentar tu bienestar general.
8. Soltar lo que no necesitas. El principio de aparigraha/ no posesividad se refiere a soltar lo que no necesitamos, tanto a nivel material como emocional. En la vida diaria, esto puede traducirse (expresado muy en general) en donar o hacer una limpieza de objetos que ya no usamos, así como liberar pensamientos y emociones que nos atrapan y no nos sirven para avanzar en el camino del autoconocimiento. La práctica de soltar nos ayuda a estar más ligeros y centrados.
10. Escuchar a tu cuerpo. El yoga también implica aprender a escuchar al cuerpo y respetar sus límites. En la vida cotidiana, esto significa tomar un descanso siempre que lo necesites, ajustar tus rutinas según cómo se siente tu cuerpo y tu emocionalidad, y no sobrecargarlo de compromisos o exigencias. El autocuidado es, como bien sabemos pero siempre conviene recordar, una extensión natural de la práctica de yoga.
Zahara Noguera es especialista en desarrollo personal, compromiso social y espiritualidad, acompañando a personas en su crecimiento integral y conexión con su propósito. Su trabajo integra conciencia y acción para transformar vidas y comunidades.