Yoga Academy/ Hatha Yoga como pedagogía del ser

2025-07-02

Lo que llamamos Hatha Yoga es sin duda un camino de desarrollo personal que propone la movilización de las fuerzas vitales, concentra los recursos del cuerpo para desbloquear y hacer fluir libremente la energía psicofísica fundamental y facilita el acceso al interior del ser humano. Es un artículo de Mayte Criado.

Es decir, el acceso a aquello que lo trasciende, procurándole armonía, quietud, fortaleza y seguridad; aspectos esenciales para una vida cuya dirección es un «Proyecto de Realidad» verdadero dentro de un camino de crecimiento interior. En realidad, todos los tipos de yoga que existen persiguen este objetivo fundamental y aunque el Hatha Yoga sea tomado hoy día como una gran herramienta terapéutica o un medio para redescubrir el cuerpo, lo cierto es que el Hatha Yoga, tal y como se propone genuinamente, solo se presenta como una vía de educación no del cuerpo, sino a través del cuerpo; no como instrumento de bienestar psicomental, sino como camino de desarrollo espiritual a través de la claridad mental.

Creo que sería magnífico si pudiéramos acercarnos a la práctica del Hatha Yoga desde una concepción más coherente con aquello que son sus fundamentos esenciales. Si fuera así, cada practicante podría encontrar, en cualquiera de los numerosos estilos y variadas propuestas que el Hatha Yoga está desplegando en pleno siglo XXI, una manera exclusiva de potenciar los propios recursos físicos, energéticos y mentales, dándose cuenta de si aquello que se le propone sirve, directamente, al desarrollo de la propia sensibilidad.

Sensibilidad ¿en qué sentido? En el sentido de autoconocimiento y autoindagación. Creo que no hay nada más adecuado para establecer un vínculo consciente con uno mismo, objetivo más inmediato del Hatha Yoga, que el contacto con el propio cuerpo, con sus límites, con su realidad, con sus necesidades, con sus riesgos, con sus miedos, con sus expectativas.

Creo que todo lo que se propone como Hatha Yoga, si tan solo obedece al adiestramiento del cuerpo y la mente como objetivos “di per se”, deberían llamarse de otro modo. Sin embargo, también creo que todo aquello que ofrece la posibilidad de desarrollar la sensibilidad que lleva al autoconocimiento y al crecimiento interior, a través del cuerpo y la mente, por muy lejanas que, en principio, puedan resultar sus propuestas con relación a la práctica con el cuerpo, sí merece ser llamado Hatha Yoga. En base a esta consideración, es muy importante que todos podamos acercarnos a los numerosos estilos de Hatha Yoga que conviven hoy en día, con una clara visión de aquello que buscamos. Así, podremos seleccionar la propuesta que debe permitir que cada practicante encuentre el camino más adecuado a su manera de ser, sus recursos físicos y su vida en general.

Hay algunos principios que podemos considerar relevantes a la hora de sentir por un lado, y decidir por otro, si el Hatha Yoga que recibimos es adecuado a nuestras características personales y a las necesidades que albergamos en cada momento. Al menos debería servirnos para:

→ Obtener comprensión. La práctica de yoga tiene que desarrollar en cada persona los suficientes mecanismos de percepción para establecer si los movimientos o las posiciones que se proponen en una clase están mirando al beneficio integral del ser. Entender las implicaciones que tales o cuales técnicas tienen en uno mismo es escuchar las respuestas del cuerpo a través de la respiración, las tensiones, los cambios que procuran o, simplemente, el modo en que la propia energía se acomoda a ellas o las rechaza.

→ Alinearse con lo que es. Un alineamiento estructural permite conseguir el equilibrio con un menor esfuerzo muscular y una mayor estabilidad, favoreciendo, de este modo, la circulación, el espacio interno y el flujo energético. La importancia del alineamiento no solamente mira a la ejecución correcta de una postur,a sino que tiende a desarrollar la conciencia del propio cuerpo desde la experiencia interior haciendo que se produzca una suerte de «refinamiento» físico procedente, a su vez, del refinamiento del cuerpo interior y de la mente.

→ Incrementar la inteligencia del cuerpo. Hay una clara evolución interior cuando se buscan los ajustes de una postura o de un movimiento que genera un despertar a lo profundo que vive dentro de cada uno; una evolución que se experimenta en todos los niveles: físico, intelectual, psicológico, mental y espiritual. El objetivo, como señala el maestro Iyengar, es «la armonía en el hacer y en el sentir» que llega desde la intimidad con las propias sensaciones y, de ello, una inteligencia escondida que nace desde la integración del cuerpo, la mente y el ser interior. Es muy fácil hablar de todo esto y muy difícil ponerlo en práctica, ya que supone alcanzar una práctica carente por completo de tensiones y basada en la propia naturaleza como fuente de sabiduría.

→ Reencuentro con el sentido de Unidad. ¿Dónde están las fronteras que separan el cuerpo, la mente y el espíritu? ¿Dónde empieza uno y termina el otro? El yoga es un sistema integrado en el que uno puede ir del cuerpo al alma o al contrario, y también puede permanecer en ellos al mismo tiempo. Las expresiones del espíritu «se producen a través de la inteligencia, la conciencia, la mente y el cuerpo». A través de la práctica, se pone en funcionamiento el impulso energético y la acción estimulante del impulso vital. Esta experiencia lleva a una comprensión profunda de los estados de fragmentación en los que se puede vivir; la propia práctica informa ampliamente sobre dichas fronteras cuando el cuerpo trabaja, una y otra vez, desde los bloqueos de sus partes, la fuerza muscular o la presión de unas partes que facilitan la acción de las otras. Sin embargo, la práctica del Hatha Yoga requiere, fundamentalmente, un trabajo hacia el sentido de unidad; unificar es integrar las partes, no dividirlas.

→ Sensibilidad y respeto. La sensibilidad y el respeto son el fruto de la comprensión, la inteligencia espontánea y el sentido de unidad. La práctica del Hatha Yoga es un proceso vital para cada uno, y con el tiempo, se modifica y se afina: se aprende a usar todo tipo de percepciones para sentir, no sólo lo que ocurre en el exterior del cuerpo, sino también lo que sucede en el interior. «La mente crea un puente entre los movimientos musculares y los órganos de percepción». A través de la percepción se crea sensibilidad y respeto; se aprende a distinguir y a analizar aquello que acontece sintiendo el interior del cuerpo. Es la acción que se desarrolla cuando se es capaz de crear un alargamiento o un estiramiento interior; un movimiento que es imperceptible desde fuera para un observador externo pero que llena de inteligencia y sabiduría una postura.

→ Expansión de la conciencia. Hatha Yoga como camino de descubrimiento del propio ser integrado. Hatha Yoga, como vía para el emerger del impulso vital y la luz que generan los potenciales inherentes a uno mismo. Hatha Yoga como propuesta para la autoindagación, la comprensión, el análisis, la reflexión, el alineamiento y la sintonía con uno mismo. Hatha Yoga como práctica hacia la sensibilidad y el respeto; hacia el sentido de unidad; hacia la integración y la totalidad.

Mayte Criado. Fundadora de la Escuela Internacional de Yoga
www.escueladeyoga.com 91- 4166881 – 648 078 824 / info@escueladeyoga.com