La montaña y el sadhak: del alpinismo a la senda espiritual

2025-11-14

Para el sadhak del yoga integral, cada día es un ascenso a la montaña escarpada, una oportunidad de llevar el yoga a la vida. Si nuestra logística es buena y el oxígeno de nuestra sadhana nos sostiene, podremos continuar con el camino, vengan temporales, hielo o imprevistos. Escribe Kavi (Javier Fernández).

Las montañas han sido y son un camino de exploración donde el ser humano ha buscado la espiritualidad, la fama y, en última instancia, una forma de inmortalidad.

Consideradas desde siempre espacios de silencio, de búsqueda, de retiro y de profunda espiritualidad, han ofrecido cobijo, paisajes y la sensación de vacuidad. Es por ello que en sus laderas se han ubicado innumerables ashrams, monasterios y templos, siendo hoy en día lugares simbólicos donde el cielo y la tierra parecen converger.

Si miramos a las grandes cimas del Himalaya o del Karakorum, las catedrales de piedra y hielo que esculpen la tierra se entrelazan profundamente con la iconografía espiritual y las creencias de las sociedades locales. La llegada del occidental a estas cimas ha seguido históricamente dos sendas muy diferenciadas:

  1. El buscador espiritual: Ha visto en estos espacios la vía hacia su verdad interior, buscando respuestas y un sentido trascendente a la vida.
  2. El conquistador deportivo: Encontramos aquí la conquista de la superación atlética a través del alpinismo de altas cumbres, desarrollado especialmente en el siglo XX por europeos que anhelaban el «más difícil todavía», la fama y la inmortalidad del ego.

Estas dos sendas, tan opuestas en su objetivo aparente, pueden ser vistas como caminos paralelos que ascienden hacia las mismas cumbres que anhela el ser humano. En las siguientes líneas se plantea una mirada comparativa que nos puede inspirar a reflexionar sobre nuestro propio camino y el compromiso que adquirimos con nuestras metas vitales.

El inicio del camino

Cuando el alpinista decide comenzar su travesía, busca una expedición o guía. El inicio suele ser por rutas accesibles y campos base (CB), que permiten un primer contacto con la práctica del himalayismo.

El camino del sadhak (el practicante espiritual) comienza de forma análoga: vinculándose a una disciplina o línea espiritual, como una práctica de yoga concreta. Este primer paso se da en las clases regulares, donde se establece un contacto inicial. En esta fase, el sadhak y el alpinista están observando y familiarizándose con las «montañas» de su disciplina.

Un paso hacia adelante: el compromiso

En determinadas personas, una vez recorridas estas rutas de aproximación, surge un deseo de exploración mayor y el anhelo por ascender. El alpinista comienza a subir cimas de 5.000 o 6.000 metros, donde las condiciones ya exigen un esfuerzo y preparación mayores. En este nivel, la figura del sherpa se vuelve indispensable. El sherpa no es el centro de la expedición; su labor es impulsar y facilitar el ascenso, abriendo senderos en terrenos que conoce profundamente.

El sadhak, en su búsqueda de mayor profundidad, necesita a ese «sherpa» y se vincula a una Formación de Profesores o un estudio más profundo. El sherpa/formador marca el camino, los «campos base» (el material, la enseñanza), todo lo necesario para progresar. La escuela de yoga proporciona la enseñanza, la práctica y las directrices, pero el camino tiene que ser transitado por la persona.

Esta fase requiere de un compromiso inquebrantable y una confianza plena en el guía/sherpa. De lo contrario, ante la primera «ventisca» (dificultad), se corre el riesgo de volver a las rutas seguras del «bajo valle». Es al comenzar a ascender cuando aparecen los nuevos retos, las dificultades y, sobre todo, las recompensas de las conquistas, las nuevas miradas al horizonte y los aprendizajes. Ya no solo observamos; comenzamos a transitar las montañas y sus laderas.

Debemos reflexionar si el propósito final del camino es sacarnos una foto en la cima, o sentir que somos la cima.

El oxígeno y la sadhana

A medida que el compromiso crece, surge el anhelo de seguir explorando y ascendiendo a las altas cumbres. En esas sendas cada vez más escarpadas aparece un aliado vital: el oxígeno embotellado. Salvo contadas excepciones, la mayoría de los alpinistas lo necesitan al superar los 7.500 metros, en la temida «zona de la muerte».

En el sadhak que ya reconoce las «leyes» de estas travesías, aparece la certeza de la necesidad imperiosa de la «bombona de oxígeno», que no es otra que su sadhana (práctica espiritual diaria y dedicada). Al igual que el alpinista no contempla ascender sin el elemento base de su sustento vital, el sadhak no puede seguir un camino honesto y sostenido sin su sadhana.

El propósito del viaje

En ocasiones, podemos caer en dejar que nuestras pequeñas metas y «collados» nublen el verdadero propósito del viaje.

Tanto la profesora de yoga como el sherpa deben saber y recordar en cada consejo: el centro de este viaje no son ellas. El centro es el propio camino, es el paisaje interno y no perder la aspiración profunda que alienta y da sentido a la acción. El foco de toda la travesía debe centrarse en la enseñanza y lo que aporta en el camino hacia uno mismo.

La cumbre está en ti

Para el sadhak del yoga integral, cada día es un ascenso a la montaña escarpada, una oportunidad de llevar el yoga a la vida. Si nuestra logística es buena y el oxígeno de nuestra sadhana nos sostiene, podremos continuar con el camino, vengan temporales, hielo o imprevistos. De lo contrario, la más mínima inclemencia nos hará parar o incluso retroceder.

Cada explorador tiene que buscar cuál es su aspiración en este trekking de la vida, elegir sus rutas y decidir la energía a invertir en sus propósitos. Pero es fundamental que conozcamos el mapa que nos proponen el himalayismo y el camino espiritual.

Esto nos permite elegir qué rutas explorar, a qué ritmo transitarlas y, sobre todo, nos ayuda a reflexionar si el propósito final del camino es sacarnos una foto en la cima, o sentir que somos la cima.

Kavi (Javier Fernández), formador de Profesores de la Escuela Mahashakti de Yoga Integral.