No quiero desapegarme de las experiencias de felicidad de la vida

«Cuando la vida me hace sufrir, puedo más fácilmente practicar desapego. Pero cuando estoy experimentando felicidad, no me resulta atractivo el desapego y no practico. Y entiendo que se debe practicar tanto en el sufrimiento como en la felicidad…». Sí, pero entiende bien qué es la práctica. Escribe David Rodrigo.

Foto de Allan Dias en Unsplash

—Cuando la vida me hace sufrir, puedo más fácilmente practicar desapego y refugiarme en la Enseñanza y recordar que todo esto es efímero y que la Realidad permanente de todo ello es el Ser uno, sin cambio. Pero, cuando estoy experimentando felicidad, no me resulta atractivo el desapego y no practico. Y entiendo que se debe practicar tanto en el sufrimiento como en la felicidad.

—Sí, se debe practicar siempre, de la mañana a la noche, pase lo que pase, tanto en las experiencias efímeras de sufrimiento como en las de felicidad. Pero entiende bien qué es la práctica.

El desapego, la concentración en el Ser sin cambio, pura Consciencia, no significa que, mientras habites en tu cuerpo, no vayas a sufrir y disfrutar de las experiencias efímeras de la vida. ¡Claro que vas a hacerlo! Es inevitable y no hay ningún problema en disfrutar de la vida. El problema es creer que esa percepción de la vida, la multiplicidad y el cambio que ven tus sentidos e interpreta tu mente, es la Realidad última. No lo es. Esto, la multiplicidad y el cambio, es solo una percepción limitada de los sentidos, que limita tu experiencia de vida y de ti mismo. La Verdad permanente en todo ello es tu propio Ser, lo que es y se conoce directamente, porque su naturaleza es la Existencia misma, el Conocimiento puro, Uno, sin acción ni cambio.

La mente humana tiene el hábito ancestral de ir hacia fuera a ver, actuar y experimentar en el mundo de la multiplicidad y el cambio, con la idea equivocada de ‘yo soy quien actúa’ y, por tanto, ‘yo soy el experimentador de los resultados de mi acción’. Esto es el ego.

Con tu práctica estás practicando un hábito mental contrario a ese hábito mental, el hábito de ir hacia dentro, a darte cuenta del Ser que siempre Es y Brilla en ti y en todos los seres. El verdaderamente Amado. Todo cuanto haces lo haces por tu Ser, para darle placer y felicidad. El problema es que no sabes quién eres y todo cuanto haces por tu Amado, tu Ser, va en dirección contraria, la acción, la multiplicidad y el cambio. Y, por tanto, no gozas de tu Amado.

Pero mientras tu Yo Real está encarnado, habitando por tanto tu cuerpo-mente –tu persona–, ves, interactúas y experimentas en el mundo percibido por tus sentidos y mente, de multiplicidad y cambio, del par de opuestos de dolor y felicidad efímeros. Y no hay ningún problema ahí. Nada que temer. El Conocimiento y esta práctica de estabilizarte en tu Yo Real y en la Verdad de todo no es ninguna huida de nada. Al contrario. No hay nada de lo que huir. Es un conocer y abrazar la Realidad de todo, que es tu propio Ser uno, sin diferenciación, acción, nacimiento, cambio ni muerte.

La práctica del desapego consiste en no estar sediento ni hambriento por las experiencias efímeras de placer ni felicidad porque sabes que:

1. Todo ello es efímero y, por tanto, teñido de dolor, para lograr esa experiencia, por miedo a perderla, al perderla; y
2. Existe una Realidad permanente que es lo que todos buscamos donde no se halla, en las experiencias efímeras: la Plenitud, la eternidad, la Felicidad sin límites, el Conocimiento absoluto, sin esfuerzo, sin miedo, sin pérdida ni ganancia. Y esa Realidad soñada es tu propio Ser.

Concéntrate: Habitas en este mundo, pero no eres de este mundo. No eres multiplicidad, acción, cambio, agitación ni efímero. Eres paz, permanente, lo mismo siempre, Pleno. Y el Ser en todos los seres es de esa misma naturaleza tuya, Uno.

Conoces tu verdadero Yo en cuanto tu mente instruida se relaja en su esencia siempre presente.

Por tanto, vive feliz en la ciudad de las nueve puertas, como dice Bhagavad Guita 5.13, que es tu cuerpo, entendiendo que la multiplicidad, la acción y el cambio es un mundo de apariencia, donde no hay nada que temer ni nada de lo que huir, no hay otro pecado más que tu confusión, y que su Realidad es tu propio Ser, uno, sin cambio; que sientes directamente habitando tu cuerpo-mente como Soy, sin más.

—Esta parte es la que me estanca. No sé cómo mi mente puede estar concentrada en el Ser al mismo tiempo que disfrutando de las experiencias de dualidad.