Preparándonos para meditar

2022-09-19

Os ofrecemos un párrafo extraído de uno de nuestros libros favoritos: La postura de meditación, Manual práctico para meditadores de todas las tradiciones, de Will Johson (editorial Herder). Meditamos para despertar la inteligencia innata del cuerpo que permite entregarnos conscientemente a la experiencia de ser plenamente humanos.

meditación

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Es costumbre iniciar un curso de meditación con un reconocimiento formal de las actitudes y fuerzas que más pueden facilitar la tarea a menudo muy ardua que se inicia. En la tradición budista este reconocimiento ha cobrado la forma de una declaración llamada “ Tomar refugio en la triple joya», siendo las tres joyas o actitudes preciosas el Buda, o la mente iluminada innata; el Dharma, o las enseñanzas que nos ayudan a reconectar con la naturaleza iluminada de la mente; y la Sangha, o la comunidad de los practicantes que recorrer este camino en nuestra compañía.

Ya sea que se expresen en la lengua tradicional pali en que las enseñanzas expusieron originalmente o en la lengua contemporánea del practicante de hoy, si pide el estudiante que repite tres veces:

Tomo refugio en el Buda.
Tomo refugio en el Dharma.
Tomo refugio en la Shanga.

Con este anuncio preliminar aparentemente simple se da comienzo la práctica. Sin embargo, las implicaciones de la declaración van mucho más allá de la engañosa simplicidad de su forma. Esta fórmula elemental contiene algunas de las enseñanzas más importantes de todas las que se expondrán más adelante. Cuando se examina detenidamente, es posible observar que cada uno de estos elementos no solo revela una actitud correcta que servir de cauce para que se revelen las enseñanzas mismas, sino que también insinúa las posturas físicas que más nos ayudarán a encarnar estas actitudes.

El propósito de la toma de refugio es buscar cobijo y protección, para asegurar unas condiciones en las que podamos vivir con seguridad. La supervivencia física del cuerpo humano depende de condiciones y cobijo físicos de distinta clase, mientras que el nutrimiento, crecimiento y maduración continuos del ser humano dependen de diversos factores psicológicos que se pueden cultivar y poner de manifiesto a través del cuerpo y la mente. De igual modo que lo primero que hemos de hacer es construir nuestra morada y procurarnos los alimentos que protegen nuestro cuerpo, seguidamente podemos aplicarnos también a crear las condiciones que nos permitan experimentar el máximo potencial que todo ser humano tiene a su alcance. El acto budista preliminar de tomar refugio implica que la seguridad del ser humano, vista desde la óptica de nuestro bienestar físico y mental, se ha de hallar en el marco de las actitudes y fuerzas definidas por el Buda, el Dharma y la Sangha. Sin la protección ofrecida por nuestra voluntad de abrirnos a estas actitudes y fuerzas y abrazarlas, quedamos expuestos y en algún grado de peligro.

Buda, la primera de las actitudes preciosas, no es solo el nombre dado a la figura histórica de Siddhartha Gautama, príncipe del norte de la India que vivió que vivió hace 2.500 años y es experimentó una transformación extraordinaria que dio origen a todo un sistema filosófico y psicológico de enseñanza. Se refiere también a la naturaleza iluminada de la de la mente y a la experiencia que Gautama desveló en sí mismo y sabía que existía también en forma de semilla en cada hombre y cada mujer. Si bien es normal que todo practicante desarrolle en algún momento un hondo sentimiento de gratitud y admiración por la labor precursora de Buda paréntesis (o por el principal maestro de la línea de práctica que pueda estar explorando), no se le alienta a tomar refugio en el Buda histórico, sino en la naturaleza potencialmente iluminada de su propia mente y experiencia. De hecho, Gautama advirtió contra el culto a la personalidad que a menudo se desarrolla en torno a una figura particularmente dinámica. Reverenciar a esa persona puede incluso entorpecer la tarea a la que se enfrenta el practicante, la de convertirse en un Buda para sí mismo. Esta transformación sólo puede tener posibilidades de ocurrir gracias a la perseverancia personal y la implicación diligente de las enseñanzas y técnicas.

Buda o la naturaleza iluminada de la mente, existe en cada uno de nosotros. No es algo que debamos fabricar de la nada. Ya está ahí, esperando simplemente a que se den las condiciones que le permitan aparecer. De forma muy parecida a la del sol, que espera pacientemente para traspasar una densa capa de nubes, este aspecto de la mente espera pacientemente a que nuestro entendimiento madure y a que caigan los patrones de hábitos que mantienen su resplandor en la oscuridad. Si no existiera ya, sería hipócrita pretender que el estudiante reconozca su existencia como refugio y santuario de seguridad al principio mismo de su práctica. La paradoja de esto es que si bien la percepción de este aspecto de la mente se percibe acertadamente como el objetivo de la práctica que se emprende, se la ve también y con razón como el punto de partida o arranque de la práctica.

Se plantea la pregunta justifica de por qué, si este aspecto de la mente ya existe en nosotros, no tenemos un acceso más libre a él y no lo experimentamos durante una parte mayor del tiempo. Dado que distintos estados mentales dependen directamente de posturas corporales determinadas y son producidos por ellas, una respuesta que se presenta es que no somos capaces aún de crear y mantener la postura de meditación que apoya de forma natural esta condición de la mente. Cuando somos capaces de crear y mantener esta postura con facilidad, nuestro estado mental convencional cede, y Buda, la naturaleza iluminada de la mente y la experiencia, aparece súbitamente. Suzuki Roshi, uno de los maestros budistas más respetados del siglo XX, ha destacado esta correlación entre la postura y el estado de nuestra mente:

«No deben incljnarse hacia un lado, hacia atrás o hacia delante. Hay que sentarse bien derecho,, como si se estuviera sosteniendo todo el cielo con la cabeza. No se trata únicamente de cubrir las formas o de respirar bien. Esta por tu postura expresa el punto clave del budismo. Es la expresión perfecta de la naturaleza de Buda de la persona. Si lo que se desea es lograr la verdadera comprensión del budismo, hay que practicar de esta manera. Estas formas no son un simple medio para obtener el estado mental correcto. La postura correcta es de por sí el propósito de nuestra práctica. Cuando se logre esta postura, se está en el estado mental correcto y por eso no hay necesidad de esforzarse para alcanzar ningún estado especial». (Shunryu Suzuki, Monte Zen, mente de principiante, Buenos Aires, Editorial Estaciones, 1987, página 31).

Texto original: La postura de meditación. Manual práctico para meditadores de todas las tradiciones. Will Johnson. Herder. Cap. Actitudes preliminares. Pág. 23 a 27.