Entrenamiento en el cultivo de la compasión o cómo convertir tu muro en un peldaño

2021-03-09

Cuentan que, en noviembre de 1995, el violinista israelí Itzhak Perlman, uno de los mejores del mundo, interpretó en el centro Lincoln de Nueva York uno de sus conciertos más especiales. Enfermo de polio desde niño, Perlman se desplazaba muy lentamente, con la ayuda de muletas. Escribe Natalia Martín Cantero.

Itzhak Perlman

1959: Itzhak Perlman en el Ed Sullivan Show en New York. (Photo by Michael Ochs Archives/Getty Images)

Ese día de 1995, la audiencia esperó pacientemente hasta que el virtuoso completó el lento ritual que repetía siempre: cruzó a paso de tortuga el escenario, dejó las muletas en el suelo, se sentó en su silla, adoptando la postura habitual, con un pie ligeramente más adelantado que el otro, se retiró los aparatos de las piernas y se preparó para tocar.

Esta vez, sin embargo, iba a ser diferente. “Justo cuando terminó de tocar los primeros compases”, escribió el crítico musical del Houston Chronicle, “una de las cuerdas de su violín se rompió. Escuchamos claramente cómo se rasgaba. No había dudas sobre lo que ese sonido significaba, y tampoco sobre lo que tenía que hacer”. Esto es: levantarse, rehacer todo el ritual anterior y coger otro violín o colocar una nueva cuerda en el instrumento. Perlman, sin embargo, no lo hizo. Cerró los ojos unos instantes y después dio la señal al director de orquesta para que comenzase de nuevo. “Todo el mundo sabe que es imposible tocar una sinfonía con solamente tres cuerdas. Pero esa noche, Perlman se negó a aceptarlo. Tocó con tal pasión y poder, que en algunos momentos parecía que estaba obteniendo sonidos nunca antes escuchados”.

Cuando terminó el concierto, el público se quedó callado, y después se levantó al unísono. Tras los aplausos, cuenta el Chronicle, el virtuoso se secó el sudor de la frente y, en un tono muy sosegado, dijo: “A veces, la tarea del artista es descubrir cuánta música puede hacer con lo que tiene”.

Toquemos con lo que nos toque

A pesar de que la historia apareció publicada en el diario e incluso inspiró un libro, podría tratarse de una leyenda urbana. ¿Demasiado bonita para ser verdad? Con esta historia, en cualquier caso, no pretendo ejemplificar hasta dónde se puede llegar con el esfuerzo en medio de la adversidad. Me gusta el relato porque creo que a todos nos toca alguna vez seguir tocando con tres cuerdas en el concierto de nuestra vida.

Durante este último año se ha hecho todavía más evidente que el sufrimiento forma parte de la vida: muchos hemos perdido seres queridos, oportunidades o modos de vida que se han esfumado. Esta es la primera noble verdad del budismo: toda persona, sin excepción, convive con un grado de insatisfacción y sufrimiento. Sin embargo, es posible transformarlo, como ejemplifica el relato anterior. Seguir adelante con la música, a pesar de todo. El poeta Rilke lo expresa muy bellamente: “Transforma tu muro en un peldaño”.

En el Entrenamiento en Cultivo de la Compasión, un curso de ocho semanas cuidadosamente diseñado por la Universidad de Stanford, buscamos justamente esto. Cuanto la compasión está presente en tu corazón, la mente se libera de los juicios negativos o la obsesión por uno mismo. El cultivo de la compasión abre el corazón, expande la conciencia, y engendra sentimientos de ternura que ayudan a conectar con otros y contigo mismo. Por ello, cultivar la compasión —la pieza clave para una mente sana, según el neurocientífico Richard Davidson— es una enorme fuente de paz con tu mente y tu corazón.

Hay un sinfín de malentendidos en torno a la compasión y la autocompasión, como la confusión con lástima o piedad, o con ser unos blandos o autoindulgentes en exceso. Nada más lejos de la realidad: el núcleo de la compasión es el coraje, y ¿quién va a negarse a cultivar una dosis extra de coraje y valentía estos días?

La vida sucede, en fin, y a menudo no colabora con nosotros. Entonces, cuando parece que sólo tenemos tres cuerdas, todavía es posible hacer música.

Enlaces: http://cultivocompasion.com/cct/edicion/

https://www.yogaenred.com/tag/natalia-martin-cantero/

 Detalles del curso Entrenamiento en Cultivo de la Compasión:

Comienzo 16 de marzo. Online por Zoom. Martes, de 18 a 20 de la tarde. Duración ocho semanas. Imparten Iago Taibo Corsanego y Natalia Martín Cantero, instructores certificados. Becas disponibles para quienes lo necesiten.