En busca del genuino hatha yoga

2013-03-25

Hoy día han surgido muchos pseudoyogas o «yogas» desnaturalizados que nada tienen que ver con el verdadero hatha-yoga y que se han convertido en un neurótico culto al cuerpo y al ego. Por eso es necesario, más que nunca, esclarecer el tema. Escribe Ramiro Calle.

cobra

Ante todo resaltar que el hatha-yoga nunca es competitivo, ni siquiera con uno mismo, y que mediante sus elaboradas y solventes técnicas trata de trabajar conscientemente sobre le cuerpo para armonizar las energías y otorgarle estabilidad y calma a la mente. En este sentido juegan un papel muy destacado las posturas ejecutadas en tres fases: hacer, mantener y deshacer. La fase estática de las posiciones (asanas) es verdaderamente esencial para que se pueda ejercer esa triple y benéfica acción: cuerpo-energías-mente.

Cuando yo comencé con la práctica del hatha-yoga a los 15 años de edad, todos los métodos que se enseñaban eran insistiendo en la detención de las posiciones, algunas a lo largo de cuatro minutos (Paschimottanasana, por ejemplo) y otras incluso a lo largo de diez minutos o más (Sarvangasana, aiparita-karani, por ejemplo). Mediante la detención consciente del esquema corporal se va consiguiendo interiorizar la mente, vivir la postura desde lo más hondo de uno, intensificar la consciencia y, sobre todo, desautomatizar y penetrar en estados especiales de la mente, pudiendo ir más allá de la mecanicidad mental y cultivar así la atención mental pura y la perceptividad profunda.

En la medida en que se estabiliza el cuerpo se van evitando las fluctuaciones mentales y se desencadena otro tipo de consciencia de sí. Se cumple el antiguo adagio de «por la conquista del cuerpo a la conquista de la mente» o aquel otro de «el hatha-yoga es una escalera para llegar al radja-yoga».

Durante los primeros viajes que tuve ocasión de realizar a la India (y ya van 99), todos los mentores de hatha-yoga a los que entrevisté o de los que recibí clases insistían en la necesidad de que la realización de los asanas contara con la fase estática.

El practicante, de acuerdo a su capacidad, va aumentando el tiempo de detención gradualmente. La detención nos permite por un lado intensificar los masajes y estiramientos, la acción sostenida sobre las glándulas y los plexos nerviosos, pero además, por otro, nos ayuda a sumergirnos en nosotros mismos, inhibir los pensamientos mecánicos y radicarnos en el «observador» atento y ecuánime.

El trabajo consciente sobre el cuerpo cumple así todo su cometido. Incluso las personas que practican modalidades de yoga dinámico, deberían también trabajar en otras sesiones con las fase estática de los asanas y se percatarían del gran poder que tienen las posiciones incorporando la fase estática. Al establecernos en posiciones que no son las habituales y mantenerlas, éstas mismas cooperan de manera muy eficiente en la desautomatización y en el acrecentamiento de la consciencia.

Lentitud y consciencia

Hay miles de posturas en el hatha-yoga y todas se van complementando entre sí. Precisamente pretenden hacerle asumir al cuerpo posiciones que nunca adopta en la vida diaria. De ese modo alcanzan todo el organismo, sus funciones y aparatos. Todas las posturas se complementan. Como media general (luego paulatinamente se puede ir aumentando el tiempo de mantenimiento) las posturas del grupo de flexión hacia detrás pueden mantenerse de 45 segundos a un minuto y hacerse dos o tres veces (la Cobra, el Arco y el Saltamontes, por ejemplo); las de torsión pueden sostenerse de un minuto en adelante y ejecutarse una vez o dos veces por cada lado; las posturas de flexión hacia delante (la Pinza, por ejemplo) pueden mantenerse de un minuto en adelante y practicarse dos o tres veces; las posturas de inversión (la Vela, por ejemplo) pueden sostenerse de dos minutos en adelante y hacerse una vez. Cada practicante puede ir planificando sus programas, de acuerdo al tiempo de que disponga para la sesión.

La fase de hacer y deshacer de la postura también debe ejecutar con lentitud y consciencia, meditativamente. La atención pura (libre de juicios) dirigida al cuerpo permite captar con precisión los estiramientos, los masajes, las presiones en puntos vitales y las diversas sensaciones, desde las más burdas a las más sutiles. Se celebra así una perfecta comunión (yoga) entre el cuerpo y el espíritu, la corporeidad y la mente. Se convierte así la práctica en un método extraordinario para superar la mecanicidad motriz y mental y conseguir un alto nivel de concentración.

Tras la práctica de los asanas deben siempre seguir unos minutos de ejecución de pranayama y concluir la clase con una sesión de Savasana o relajación profunda. Tambien forman parte del genuino hatha-yoga las técncias de purificación e higiene corporal y las de acción neuromuscular (mudras) y de regulación de las energías (bandhas).

El hatha-yoga original es un método muy completo de acción psicosomática, pero también de elevación espiritual y unificación mental.

Ramiro Calle.