Consejos de Yoga para Terrícolas 4: Lo que te da el Yoga que no te da Pilates

2018-04-12

Mi confidente la Terrícola sigue compartiendo conmigo sus gozos y asombros respecto a lo que va encontrando en el camino del yoga. Está satisfecha con sus aprendizajes, motivada por la práctica e interesada en seguir profundizando…. pero no quiere hacerse profesora ni casarse con el yoga. Escribe Pepa Castro.

Ha entendido que puede sobrevivir sin leer los Yogasutras directamente del sánscrito, pero que es muy recomendable hacerlo en una buena traducción al castellano porque en este texto de Patanjali -como en otros, pero especialmente en este- va a encontrar las claves del yoga que lo mantienen vivo, válido, valioso durante centurias.

Confiesa que le impresiona mucho todo lo que va conociendo sobre la historia milenaria del yoga. Admira la lucidez de quienes crearon un sistema de conocimiento través de la experiencia del sí mismo que empieza pero no acaba en el cuerpo, sin condicionamientos religiosos ni dogmas. «¡Qué gente tan sabia y avanzada!”.

Pues sí. Así, tacita a tacita, mi Terrícola se va interesando por la sabiduría de la tradición yóguica, cada vez con menos extrañeza, entendiendo el contexto cultural y social que la fue gestando. Ya no le asustan las palabras porque sabe que en yoga lo que importa es la experiencia. Así que se deja llevar por la belleza metafórica de lo que le enseñan, quedándose solo con lo que le llega adentro.

Como buena terrícola que es, estira el cuello para ver cada vez más alto pero con una buena base de arraigo en el suelo. Es consciente de que la práctica del yoga ya le está ofreciendo frutos a nivel emocional, espiritual y físico. Con la timidez de quien está confiándote algo íntimamente importante, me habla de ello: se encuentra más centrada, menos frágil anímicamente; cree que ahora sabe valorar con más serenidad las cosas que van ocurriendo en su vida, y siente como si su sensibilidad y su comprensión hacia los demás se hubieran acrecentado. Y para colmo, last but not least, sus lumbares de opositora han dejado de torturarle.

Estos efectos del yoga, dice, a algunas de sus compañeras más avanzadas les puede parecer poca cosa, inmersas como están en exigirse cada vez más físicamente en sus ásanas, pero para ella es como un prodigio inesperado: un aporte de consciencia de sí misma que reconoce y agradece, emocionada, a su práctica de hatha y radja yoga.

El yoga es respeto, pero a veces se olvida

Sin embargo, la Terrícola sigue priorizando sus oposiciones para la carrera judicial. Espera ganarse la vida dignamente con su trabajo de jueza y tener siempre su práctica de yoga como refuerzo de su ecuanimidad. Será por eso que no le tienta estudiar yoga en India ni hacerse profesora. Ni siquiera está por la labor de competir con sus compañeros de curso de yoga ni someterse a exámenes. «Quizás la sociedad también necesite jueces, además de profesores de yoga, ¿no?”, bromea. Le digo que hace bien (no seré yo quien estimule su ego de súper-yoguini). Desea una relación libre con el yoga, no casarse con él, y no aspira a saber más que nadie, ni a ser más bhakti que nadie, ni a tener mejores maestros que nadie, ni hacer mejor vrischikasana que nadie. Y no quiere fingir ser quien no es para no decepcionar a sus compañeros o profesores en el yoga. Permitámosle ser y estar.

A veces los profesores, cuando se dejen llevar por la rutina, la presión del tiempo o la masificación de las clases, pierden contacto con los alumnos que tienen enfrente, cada uno único y distinto, y nos hablan como a niños de colegio, deportistas de élite o feligreses en riesgo de pecado mortal. Y eso aquí, en nuestro entorno, no nos hace felices ni aunque se tratara de los mismísimos siete sabios reencarnados.

¿No quedábamos en que éramos perfectos tal como somos?

Al menos mi Terrícola a mí me parece perfecta, qué queréis que os diga. Es sincera, humilde, valiente, positiva y librepensante. Y creo que el yoga está potenciando en ella todas sus virtudes y fortalezas. Quizás no la transforme ni la ilumine, pero a lo mejor es que no le hace tanta falta.

Lo que tiene el yoga que le falta al fitness o a pilates

Veamos, Terrícola, a estas alturas de tu práctica, ¿qué les dirías a tus amigas para convencerlas de que el yoga les va a portar mucho más que pilates? Y entre las dos llegamos a estas conclusiones:

  1. El yoga es toda una cultura, con una larga y acreditada historia y una sólida filosofía.
  2. El yoga honra el alma que te habita y te enseña a honrar la vida.
  3. El yoga estira también tus lumbares pero es menos aburrido que el pilates.
  4. Su gran regalo: te reunifica a través de la consciencia de ti.
  5. Cuida de tu cuerpo, tu mente y tu espíritu con más celo porque su ética es la no-violencia.
  6. Lo mejor del yoga es, precisamente, su ética, profundamente conocedora de lo que necesita el ser humano para ser feliz.
  7. Genera hondura, flexibilidad, apertura y fortaleza física y psíquicamente.
  8. Crea espacios en ti, liberando emociones y equilibrando energías.
  9. Pilates relaja; yoga serena.
  10. El yoga te respeta pero te reta a liberarte de tus cadenas.

Pepa Castro es codirectora de la revista YogaenRed, líder del sector en lengua española.

pepacastro@yogaenred.com