Entrevista con Juan Ortiz: «Todos los yogas son válidos si son sinceros y conscientes»

2012-11-30

Juan Ortiz empezó a practicar Yoga hace 35 años, y aprendió de diversas líneas, maestros y escuelas. Ha formado su propia escuela con respeto a las enseñanzas que recibió, pero también aportando todo su bagaje y experiencia, así como su visión de la experiencia yóguica.

Organizador de congresos y encuentros entre los representantes de las diversas escuelas de Yoga, culturas, religiones y tradiciones de la humanidad. Profesor de Yoga, relajación, meditación y técnicas de desarrollo integral del ser humano. Formador de profesores de Yoga. Fundador de la Escuela de yoga Dhyana.

¿Cómo explica qué es el Yoga a quien le pregunta?
A una persona que no conoce mucho sobre el Yoga y que comienza a practicarlo no se le debe llenar la cabeza de filosofías complicadas o misticismos grandilocuentes. Más bien hay que señalarle los grandes beneficios de la práctica de Yoga para su salud integral y para que pueda mejorar su vida en todos los niveles y experimente mayor serenidad y relajación.

Con el tiempo, y de una manera adecuada y sencilla, es necesario que también vaya vivenciando que la práctica yóguica le puede aportar una experiencia profunda de sí mismo y de su verdadera identidad como ser humano. Un despertar a otra conciencia y actitud diferente hacia la propia realidad que puede transformar su propia existencia y ayudarle en el camino de la consecución de una verdadera plenitud y felicidad.

El Yoga como experiencia, no como doctrina…
Sí, esa es la esencia del Yoga: una experiencia profunda, silenciosa, transformadora y real, más allá de una práctica simple gimnástica o de estiramientos, que nos facilita el contacto con lo esencial de la vida y con el Ser que todos somos, y con ello la consecución del verdadero Samadhi o celebración consciente de la vida, sin condicionamientos de ningún tipo.

Todo este proceso de transmisión de esta esencia o propuesta genuina del Yoga debe ser progresivo, equilibrado y sencillo; sin complicar más o contaminar la mente del alumno con historias raras, esoterismos extraños o imaginaciones demasiado fértiles. Siempre es conveniente hablarle del Yoga no como algo ajeno, sino como algo consubstancial a la naturaleza humana. A mi me gusta llamarlo el Yoga de la vida y el Yoga de la realidad.

¿Qúé opinas de la calidad de la enseñanza del Yoga en España? ¿Los profesores salen, en general, bien formados?
En este aspecto se ha avanzado bastante y cada vez los profesores salen mejor formados, pero todavía tenemos que mejorar y dar pasos para que las personas que terminan su formación realmente sean una garantía para la enseñanza y transmisión del yoga. Bajo mi punto de vista, y basado en mi propia experiencia, no se puede formar a un profesor bien si esta formación no dura como mínimo unos tres o cuatro años y, de hecho, bastantes escuelas de Yoga ya tienden a regular la formación en este tiempo. No es posible formar un profesor en un curso de varias semanas o de un año,etc.

¿Por qué?
No solamente es el hecho de que en un tiempo breve no se pueda dar un extenso material, sino también (y esto para mí es muy importante) de la vivencia profunda del Yoga y el contacto directo del formador y el alumno que se está formando y la dinámica necesaría para entender lo esencial y genuino del Yoga. Esto no es posible en unas pocas semanas o sesiones y casi ni en toda una vida, pero al menos un tiempo de varios años da lugar a una profundización seria y a una capacitación más efectiva.

Siempre queda la opción para quien no se ha formado bien de seguir preparándose y aprendiendo después, pero sería mejor una formación inicial más sólida, aunque luego siempre hay que seguir enriqueciéndose y aprendiendo para seguir avanzando. De todas maneras hay que respetar siempre todas las opciones o visiones. En lo que no tengo dudas es que en Yoga no sirve la formación a distancia y sigue siendo vigente, como en toda la historía milenaria de este hermoso sistema, la relación directa entre profesor y alumno. Como dice la tradición espiritual: “De maestro a discipulo. De labio a oído”. Ser profesor de Yoga conlleva una gran responsabilidad y hay que capacitarse bien para ello.

En cuanto a la dimensión más espiritual del Yoga, ¿crees que en general se muestra bien a los estudiantes?
Hay de todo: existe el Yoga meramente físico, el yoga de gimnasio, el yoga de estiramiento, que evidentemente no se plantea ni siquiera esta dimensión espiritual o trascendente. Pero también hay buenos profesores o profesoras que transmiten esta dimensión espiritual o profunda del Yoga.

Tenemos que seguir trabajando e insistiendo en esta cuestión para compartir el Yoga con las personas que se acercan a su práctica de una manera completa e íntegra y no como algo meramente anatómico o diseccionado, con lo cuál ya no sería Yoga y estaríamos hablando de otra cosa.

Y los mismos practicantes de Yoga y “expertos” tenemos que cuidar de no limitar nuestra propia experiencia yóguica. Hay líneas de Yoga que no le dan mucha importancia a lo corporal y casi se ignora, olvidando que el cuerpo es una parte importante de nuestra propia realidad. Otras dan un culto excesivo al cuerpo y a la “corrección postural”, olvidando que lo que el Yoga busca más es el encuentro con “la corrección” vital. Por ello hay que trabajar equilibradamente sin olvidar todos los niveles: físico, emotivo, psíquico y espiritual, y realizar el verdadero yug, Yoga o unidad. Se debe vivir y enseñar bien esta dimensión espiritual, pero sin dogmatismos o desequilibrios de ningún tipo. Con sentido común, que es el menos común de todos los sentidos.

¿Qué llega buscando el principiante medio que comienza a practicar Yoga y que crees que encuentra en la práctica al cabo del tiempo?
En general, lo que más se busca es dar respuesta a las necesidades básicas que nos acucian: encontrar mayor serenidad y equilibrio, relajación, flexibilidad, superación del estrés, mejoramiento de la salud, etc. Estos motivos son muy loables y es necesario encontrar mejoramiento y soluciones a ello.

Al cabo del tiempo, muchos que no vivencian algo más profundo de su propia naturaleza puede ser que se aburran y caigan en la rutina, llegando incluso a abandonar la práctica. Sin embargo, otros van realizando este proceso de maduración y encuentran en el Yoga una herramienta que los transporta a logros que eran casi desconocidos y ni siquiera se planteaban cuando comenzaron.

El buen profesor de Yoga debe siempre estimular y señalar estas experiencias que pueden acaecer con el tiempo y que siempre producirán una transformación mayor y el despertar a una conciencia no ordinaria que saque de la rutina, la preocupación, los temores y nos sumerja en una Vida consciente y plena, donde no solamente recreamos nuestra propia vida sino que también colaboramos con los demás para que puedan mejorar y recrear su propia existencia.

El aburrimiento, la rutina, la falta de entusiasmo es Muerte. El disfrute, la sorpresa y el entusiasmo y vitalidad es Vida. El Yoga siempre es biofílico: ama la vida y la recrea constantemente.

¿Piensas que existe un yoga más auténtico que otro?
Pienso que no existen diversos yogas, sino un solo yoga, una sola experiencia, pero distintos métodos, distintos caminos para que se produzca este yoga, esta vivencia de unidad y de conciencia sin fronteras. Todos los métodos, las propuestas de las diversas escuelas de Yoga son igualmente válidas y no hay una que sea mejor que otra, o más poderosa, o más pura… Para llegar a la cima de la montaña se puede llegar por diferentes vías y cada quien tiene derecho a escoger la que más vaya con su temperamento, carácter, manera de ver la vida, etc.

Una amiga me preguntaba hace poco que por qué hay tantas luchas en el Yoga entre las diversas líneas y tanto ego. Le hice ver que es el ego de los propios practicantes el que a veces está un poco tenso y arrogante. Pero eso no tiene que ver con el Yoga verdadero que, por su propia condición intrínseca, siempre nos está llamando a ese respeto absoluto y ese compartir con los demás sin arrogarnos el conocimiento exclusivo de la verdad y sin caer en esos manejos egoícos inconscientes que nos alejan de la visión sutil.

Así que no hay un yoga más auténtico que otro, todos los yogas son válidos si son sinceros y conscientes.

¿Son necesarios los maestros?
Lo del “maestro interior” que está tan de moda es cierto en algún sentido, pués tenemos que despertar esta conciencia y luz interior y trabajar siempre sobre ella, pero reconozcamos, liberándonos de paso de tantas prepotencias, que solos no podemos, que nos puede ayudar enormemente la experiencia de quienes han recorrido al menos parte del camino. Nadie puede recorrer el camino por nadie, cada uno tiene que dar sus propios pasos. Pero nunca solos, siempre compartiendo y acompañados; y así es más fácil y posible.

Eso sí: los profesores, los maestros o maestras son necesarios pero con equilibrio, sin sometimientos ciegos ni adoraciones enfermizas. Sin colocarnos nunca “a los pies del maestro”, sino al lado y caminando juntos. Por pura amistad, por puro compartir, por pura vida y por puro Amor y Libertad.
Póngamos las cosas en su verdadero lugar. Gracias, amigos, por la generosidad que tuvisteis conmigo y por vuestros desvelos. Vuestro Amor y vuestra Conciencia están siempre presentes en mi.
Aum Tat Sat

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