Entrevista con Gopala: «Hemos luchado para que se reconozca el yoga clásico en el BOE»

2012-10-23

Las palabras yama y niyama, asana o samadhi ya se recogen en el Boletín Oficial del Estado como parte de los conocimientos que ha de tener un profesor de yoga. ¿Eso es bueno o malo? De ello hablamos con Gopala.

Cuando Swami Vishnudevananda se cruzó en la vida de José María Márquez Jurado éste tenía 17 años. Ya nunca volvería a ser el mismo: nació Gopala y el yoga se incorporó a toda su existencia.

Con todo, el profesor más carismático del Centro Sivananda Vedanta de Madrid desde 1975 es además un brillante alto funcionario que se pone cada día la corbata de su puesto de gerente del Consejo General del Poder Judicial sin alterar su halo de calma lo más mínimo.

¿Algo más? Pues sí: Gopala es poeta y ya ha publicado su segundo cd de poemas musicados por David González, Despacio.

¿Qué puede aportar el yoga hoy día a las personas?
El yoga, decía Swami Sivananda, es una técnica para mejorar: tu forma física, mediante la práctica de asanas; tu técnica respiratoria mediante el pranayama; incorporar a tu vida la noción de que tu cuerpo y tu mente pueden estar relajados; mejorar la forma de alimentarte, preferentemente con una dieta vegetariana. Y esos cuatro elementos te llevan a la transformación de la angustia en calma, del desasosiego en paz y del pensamiento en silencio. El yoga es, pues, un arte de vivir, a través de elementos muy sencillos.

¿Hay un yoga mejor que otro?
No, porque solo hay un yoga. A veces en Occidente calificamos el yoga, y eso crea confusión. En la ciencia del yoga tradicional de la India más que tipos de yoga hay sendas, aproximaciones. Una es la del servicio desinteresado o Karma Yoga; otra la del Raja Yoga, como el Asthanga yoga, que incluye los ocho pasos y los comportamientos éticos o Yama y Niyama; una tercera senda se denomina Gñana yoga, aproximación muy intelectual que define lo que es realidad y lo que no es ilusión; y una cuarta senda es la del Bhakti yoga o de la devoción.

¿Cuál elegir?
En una montaña, tú puedes subir por la cara norte, por la sur, la este…; hay infinitos caminos para ascender a la cima. De igual modo, en yoga hay tendencias que fomentan más la actitud servicial, otras la intelectual o la devocional. Cuando empezó a transmitir su conocimiento, Swami Sivananda decía que la tendencia de la que te sientes más alejado es la que más hay que practicar, pues es el aspecto vital que tienes que desarrollar.
En Occidente nos gusta cambiar, no admitimos bien el concepto de “lo clásico”, lo que siempre se ha hecho. Así que saltamos del yoga aeróbico al anaeróbico, del yoga acuático al yoga con calor…

¿Eso cómo se ve desde Sivananda, desde la tradición?
Lo vemos con cariño, porque en el fondo es una manera de que distintas generaciones se aproximen al yoga. Por ejemplo, entre gente de 20 y 30 años tiene bastante aceptación el acroyoga, o el yoga de parejas. Nosotros, desde una escuela clásica, lo miramos con respeto absoluto. Seguimos enseñando el yoga que se ha enseñado siempre pero nunca en contra de estos fenómenos, que sirven para atraer a personas que quizás no se aproximarían nunca al yoga si no fuera por esos estilos que potencian lo atlético, o el hacer sudar, o la acrobacia, o el contacto físico. Esas personas casi empiezan jugando y luego van profundizando en el yoga hasta llegar a lo más importante, que es el silencio, la meditación: Yogash chitta vritti nirodhah (el yoga es la detención de las vibraciones de la mente), Pantanjali Yoga Sutras 1.1).

Silencio para conectar con tu paz interior.
Y por esa razón tu cuerpo ha de estar preparado. No se puede meditar si no haces asanas y pranayama para estabilizar tu cuerpo y ralentizar tu mente. Es más, si quieres hacer una práctica avanzada de meditación también tienes que cuidar tu dieta.

En septiembre se ha publicado en el BOE la normativa de regularización de la formación de los profesores de yoga.
El yoga no necesita una regularización, estamos convencidos de ello. Existe hace miles de años y seguirá existiendo otros tantos, con independencia de lo que nosotros hagamos. El Estado español tomó la decisión, siguiendo una normativa comunitaria, de incluir en el proceso de cualificación profesional el yoga, como había hecho antes con ciento y cientos de profesiones.
Esto chirría un poco con el espíritu del yoga, que es muy libre, pero fue una decisión de la Administración, para lo cual estableció un principio: los procesos de formación de profesores tienen que cumplir unos mínimos en cuanto a requisitos pedagógicos y de conocimientos que garanticen, según el Estado, que esos profesores imparten clases sin dañar a las personas.

Usted concretamente ha formado parta del comité para asesorar a la Administración sobre esos mínimos.
Sí, a título particular. Las cualificaciones están reguladas por las normas de la pedagogía y son todas muy similares. Pero nosotros siempre hemos creído en las tradiciones, en los yamas, los niyamas, pratyahara, diana y samadhi o realización del ser, el último paso del raja yoga. Y luchamos para que eso estuviera incluido en el BOE. Y está.

También está que un profesor de yoga ha de saber primeros auxilios.
Es que el fin del Estado es que se cumplan determinadas seguridades, pues se supone que en un grupo de 20 o 30 personas puede pasar algo, y un profesor de yoga, como otro de judo o de natación, ha de saber hacer, por ejemplo, la respiración asistida.

¿Va a garantizar esa normativa que mejore la calidad de la enseñanza del yoga en España?
El tiempo lo dirá. Quizás alguna federación que ha promovido este movimiento te dirá que sí. Nosotros somos escépticos en cuanto a eso… Pero probablemente así sea.

¿Yoga regulado? No, no es eso

Las normas sobre yoga publicadas en el BOE, advierte Gopala, no son una regularización de la profesión a nivel jurídico. Un profesor de yoga podrá seguir dando clases haya sido formado o no de acuerdo a la cualificación que señala el BOE.
Sin embargo, es muy probable que dicha cualificación “oficial” cuente a la hora de contratar a un profesor, por ejemplo, por un organismo público.

Ver publicación BOE

Por Pepa Castro