A la «caza» de hombres sabios: el Tercer Ojo u ojo de la intuición

2019-06-10

Prosigue mi conversación con ese hombre singular que es Swami Chaitanyanand, quien me habla del Tercer Ojo. Poco después hablo con Rasayani Gufawale del poder de la abstención sexual y de la práctica intensiva de pranayama. Escribe Ramiro Calle.

El humeante y especiado té nos ayuda a mantener la consciencia bien viva a pesar del sofocante calor y la profusa transpiración de los cuerpos. El humor de Swami Chaitanyanand es excelente y contagioso. No se anda con medias tintas al expresarse. De repente se reviste de toda seriedad y dice:

«Mira, Ramiro, existen tres tipos de autoconocimiento procedentes de la refulgencia del Atmán: el armónico o puro, el apasionado y el indolente. Equilibrio, actividad y pasividad. La persona iluminada no siente ninguna necesidad en absoluto de actuar por sí misma, pero lo hace por sus compañeros los seres humanos, por la compasión que experimenta hacia ellos y porque tal es el sendero de la santidad».

En el hinduísmo -intervengo- hay quienes creen que los liberados-vivientes pueden conocer sus reencarnaciones pasadas. ¿Qué puede decirnos al respecto?

Esboza una indefinida sonrisa, me mira con sus ojos de fuego, penetrantes y perspicaces, y dice:

«En la meditación nos podemos concentrar en el retorno de la mente etapa por etapa, regresando como si hiciéramos pasar una película al revés. Es laborioso y difícil. Es particularmente dificil en lo que atañe a los primeros cinco años de vida, porque, como niños, estábamos muy inconscientes. Los nueve meses de embarazo son todavía más difíciles de rememorar. Cruzar la puerta del momento de la concepción nos lanza al momento de la muerte anterior. Una vez que esto se ha logrado, es como una película marcha atrás. Y uno revive y vuelve a experimentar todas las vidas pasadas, con sus dolores, con sus sensaciones, con sus traumas y con sus penas».

Chaytanyanand es un sannyasin vedantin, pero tambien un experto en tantra y kundalini-yoga. Le pregunto sobre el Tercer Ojo y dice:

«El Tercer Ojo es la intuición. Según el yoga corresponde al ajna chakra; es decir, el ajna chakra es el Tercer Ojo. Cuando dicho chakra se reactiva, esto es, cuando se abre o despierta, entonces la mente recibe un determinado tipo de poder. Puede dominar cualquier cosa. Para despertar este chakra se requiere la meditación en su más alto grado. Cuando se consigue trascender el conocedor, el conocimiento y lo conocido, es decir, cuando el meditador, el acto de la meditación y el objeto de la meditación se funden en uno, entonces sobreviene la intuición. Si durante mucho tiempo se efecúa trataka (fijación de la mirada en un soporte de meditación) con un mantra particular, esta práctica reporta el conocimiento del Tercer Ojo, facilita la apertura del ojo de la intuición, que nos permite ver y enseñar a distancia, transmitir y recibir ideas. El Tercer Ojo se abre cuando estamos totalmente absortos en meditación. Es el ojo divino, que reporta clarividencia. Entonces se dan tres factores: el estado sin tiempo (un plano de consciencia intemporal), la ausencia de ego y la total ausencia de pensamiento. Como no hay pensamiento, ni tiempo ni ego, se desencadena la visión penetrante, la intuición, y surge el potencial que está latente, que permanece dormido en la consciencia».

Hablamos de la enorme variedad de mantras que hay, de los yoguis alquimistas, de las hierbas potenciadoras de consciencia, del pranayama como medio de unificación de la consciencia y de la austeridad yóguica. Dice:

«Tapas es austeridad. A través de la práctica de austeridades durante muchos años pueden sobrevenir poderes. La práctica del pranayama es el mayor de los tapas. Hay determinados mantras para desarrollar poderes, pero no serán duraderos. Están también los poderes que surgen del samadhi. Él proporciona el poder duradero. Puesto que exige mucho tiempo poder alcanzarlo, se mantiene mucho tiempo. Quien penetra en ese estado trascendental, obtiene el gran poder pero no desea poderes, solo tenerse a sí mismo, estar establecido en su autoluminoso Atmán».

Los monos gritan. Huele a mazorca asada. Del swami surge un envolvente olor a sándalo, el perfume de los renunciantes, el aroma de lo sublime. Nos queda mucho por hablar, mucho, así que volveré. Todo no podré decirlo en estos trabajos, pero al menos profundizaré con Chaitanyanand en el tema de la Shakti, el liberado-viviente, y esa energía universal que es prana. Será en la siguiente entrega y quien quiera conocer todas mis conversaciones con este hombre notable, las encontrará en mi obra Conversaciones con yoguis.

Encuentro con Rasayani Gufawale

Me he encaramado a un moto-rickshaw y me he dirigido a un barrio remoto de Delhi. Voy en busca de Rasayani Gufawale, que ha vivido dieciseis años en una cueva y seis en un bosque del Himalaya dedicado a la práctica del yoga. Pertenece al linaje shaiva, el de Gonatnath y Matyendranath, y ha investigado mucho sobre las propiedades terapéuticas de las hierbas, el dominio sobre el cuerpo que conduce al dominio sobre la mente. Solo viste con un taparrabos. Va a ser un encuentro glorioso, sumamente interesante, porque me mostrará el verdadero bhastrika o respiración fuelle, hablaremos sobre el control del esperma y el vajroli mudra y de la recitación mántrica para solidificar el mercurio.

Después de examinar mi respiración bhastrika me dice que tengo que intensificar la práctica para que los movimientos intestinales sean más contundentes. Después me hace una demostración práctica al respecto. Me enseña un frasco de cristal con mercurio y me dice que lo ha solidificado tras la recitación mántrica durante años.

Cuando le pregunto sobre el vajroli, técnica que dominan algunos yoguis para revertir el esperma tras haberlo eyaculado, me dice:

«El semen no existe en depósito. Surge al practicar la actividad sexual. Es por supuesto posible la reabsorción del semen a través del varjoli, pero es un truco que no sirve. Lo que vale es la castidad real. No hay trucos posibles. O se es o no se es casto, o se guarda o no se guarda la energía sexual para transmutarla en energía espiritual. Lo demás son ardides inútiles. El vajroli es una técnica circense, un método de faquirismo. Lo que cuenta es el pranayama y la meditación. Yo ejecuto pranayama durante cuatro horas diarias y detengo el pulso durante cinco minutos. Lo verdaderamente importante es conservar la energía sexual y transformarla».

Hace una pausa y agrega:

«El pranayama es necesario y usted lo sabe. Hay que ejecutarlo durante una hora diaria y para obtener sus máximos resultados, durante cuatro horas».

Al despedirnos, pronuncia: Om Namah Shivaia.

Me encaramo de nuevo en el moto-rickshaw y me pongo en marcha hacia la viaja Delhi para asistir a una ceremonia hindú.

Ramiro Calle

RamiroCalleMás de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.

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