Más allá de las luces/ El significado profundo de Divali

2025-10-21

Luces de colores, miles de lamparitas, dulces deliciosos… Sí, Divali nos sugiere una tradición espiritual de la India que simboliza la victoria de la luz sobre la oscuridad. Pero ¿conoces sus orígenes, por qué, cuándo y cómo se celebra? Escribe Gopala.

Tamaso ma Jyotir gamaya
Condúceme de la oscuridad a la luz

Si menciono la palabra “Divali”, vendrán imágenes de calles inundadas de lucecitas de colores, fuegos artificiales iluminando el cielo y deliciosos dulces.  Bueno, y hoy además las luchas en las calles con polvos de colores que ya se celebran hasta en las discotecas europeas. Pero hoy quiero invitarte a mirar más allá de ese destello superficial. Quiero que exploremos el significado profundo de esta festividad, que no es solo una celebración externa, sino una invitación a una transformación interna.

Y lo haremos buscando y encontrando algunos de sus orígenes, conociendo cuándo y cómo se celebra y con una historia que procede de la tradición espiritual de la India.

En esencia, Divali o Diwali en hindi, o Deepavali en sánscrito, significa “fila de lámparas”.  Divali es la metáfora más poderosa que la filosofía india ha regalado al mundo: la victoria de la luz sobre la oscuridad, del conocimiento sobre la ignorancia, y del bien sobre el mal. Es un viaje que cada ser humano emprende en su interior, y que en estos días celebraremos.

Origen de la celebración

Sin pretender ser exhaustivo y mucho menos escolástico, podemos encontrar varios orígenes en esta celebración de la India, porque Divali no tiene una sola historia de origen sino varias, entrelazadas como las mechas de una lámpara de aceite.

– La épica de Rama: el regreso del rey justo

La historia más conocida proviene del gran texto épico, el Ramayana. Cuenta la historia del príncipe Rama, una encarnación del dios Vishnu, el principio de la preservación, quien es exiliado injustamente de su reino, Ayodhya, junto a su devota esposa Sita y su leal hermano Lakshmana durante 14 años.

Tras regresar por los bosques, Sita es secuestrada por el demonio Ravana, el rey de Lanka. Después de una épica búsqueda y una feroz batalla, Rama vence y mata a Ravana, rescatando a Sita. Su regreso a Ayodhya, tras cumplir el exilio, marca el núcleo de Divali.

Los habitantes de Ayodhya, llenos de alegría, iluminaron todo el reino con miles de diyas (lámparas de aceite) para guiar a su amado príncipe a casa en la oscuridad y para celebrar el triunfo del dharma (la rectitud y el orden cósmico) sobre la adharma (el caos y la maldad).

Así, cada lámpara que encendemos en Divali es un voto personal por guiar nuestra propia rectitud interior, a menudo exiliada, de vuelta a casa.

– La diosa Lakshmi: la prosperidad consciente

Otro de los orígenes es la adoración a la diosa Lakshmi, consorte de Vishnu, quien personifica la prosperidad, la riqueza y la belleza. Se cree que en la noche de Divali, Lakshmi, la diosa de la fortuna y de la prosperidad, vaga por la tierra bendiciendo los hogares que están limpios, iluminados y llenos de vibrante energía positiva.

Pero aquí hay una clave filosófica crucial: en la tradición india, la riqueza (artha) es uno de los cuatro objetivos de la vida humana, pero no es un fin en sí mismo. Debe ser perseguida con rectitud y compartida con generosidad. La prosperidad que busca Lakshmi no es solo material; es también espiritual, de salud, de sabiduría y de relaciones armoniosas. Por eso, antes de pedirle riquezas a la diosa, se le pide sabiduría al señor Ganesha, el destructor de obstáculos.

Es un recordatorio de que la verdadera abundancia viene precedida de la claridad mental.

– El Señor Krishna y Narakasura: la victoria sobre nuestros demonios interiores

En algunas regiones, Divali celebra la victoria del dios Krishna, que representa el Amor incondicional sobre el demonio Narakasura. Este demonio no era un monstruo cualquiera; representaba la arrogancia, el ego desmedido y los deseos materiales descontrolados. Su nombre, “Nara”, significa hombre, y “Asura”, demonio. Es, literalmente, el “demonio interior” que cada ser humano debe enfrentar.

La victoria de Krishna simboliza el momento en que, a través de la consciencia y la fuerza interior, logramos decapitar a nuestros propios vicios, nuestros malos hábitos y nuestra arrogancia. Eso que no nos gusta de nosotros mismos.

Encendemos las luces para celebrar que, por un día, hemos logrado que la luz de nuestra conciencia venza a la oscuridad de nuestros impulsos más bajos.

¿Cuándo se celebra?

Divali no es un solo día, sino un festival de cinco días, cada uno con su propio ritual y significado profundo. No se celebra en una fecha fija del calendario gregoriano, sino que sigue el calendario lunar hindú, cayendo en la luna nueva (Amavasya) del mes de Kartik, que generalmente es entre octubre y noviembre.

Es el día de luna nueva. Este año 2025, el día principal es el 20 de octubre, aunque la festividad comenzó el día 18 de octubre y terminará el 22 de octubre al anochecer.

  • Día 1: Dhanteras. Se dedica a la prosperidad. Se limpia la casa a fondo y se compran utensilios nuevos o metales, simbolizando la invitación a la riqueza ordenada y bien administrada.
  • Día 2: Naraka Chaturdashi / Choti Divali. Se conmemora la victoria de Krishna sobre Narakasura. Es un día de purificación, donde se toma un baño ritual antes del amanecer, simbolizando lavar las impurezas del alma.
  • Día 3: Divali principal. El clímax. Es la noche de Lakshmi Puja (adoración), donde las familias se reúnen, visten ropas nuevas, encienden sus diyas, rezan juntos, comparten una comida especial y estallan en una sinfonía de fuegos artificiales. Es la noche más oscura del año lunar, y por tanto, la que más luz necesita.
  • Día 4: Govardhan Puja / Padwa. Celebra el amor conyugal y el vínculo entre esposos. También conmemora cuando Krishna levantó la colina de Govardhan para proteger a su pueblo de una lluvia torrencial, simbolizando que la fe y la comunidad pueden proteger contra cualquier adversidad.
  • Día 5: Bhai Dooj. Dedicado al vínculo entre hermanos, similar a Raksha Bandhan. Es el cierre del ciclo familiar de la festividad. 

Un cuento: El diya que no quería encenderse

Había una vez, en un pequeño y tranquilo ashram, una estudiante de yoga llamada Anya. Anya era disciplinada y dedicada. Practicaba sus asanas con precisión, memorizaba los sutras y buscaba la perfección en cada aspecto de su camino. Para su primer Divali en el ashram, se le encomendó una tarea aparentemente simple: preparar y encender un diya, una lámpara de aceite, para la ceremonia comunitaria.

Anya eligió el diya más perfecto que encontró, de barro, simétrico y sin una sola grieta. Lo limpió con esmero, hasta que relució. Seleccionó una mecha de algodón orgánico, recta y pura. Y usó el aceite de ghee más claro y de la mejor calidad.

Llegó el momento. El salón estaba en penumbra, salpicado por el titilar de cientos de diyas. Los demás estudiantes y la maestra estaban en meditación silenciosa. Anya, con una concentración especial, encendió la cerilla y acercó la llama a la mecha de su lámpara.

La mecha crepitó, tomó la llama por un instante… y luego, con un pequeño suspiro de humo, se apagó.

Anya frunció el ceño. «Debe de haber un error», pensó. Volvió a intentarlo, asegurándose de que la mecha estuviera bien empapada en ghee. Otra cerilla, otra llama fugaz, otra rendición.

Un sentimiento de frustración comenzó a crecer en su pecho. Miró a su alrededor: todas las demás lámparas brillaban con una llama estable y serena. La de ella era la única oscura. Se sentía como un fracaso. Su perfección no servía para nada.

La Maestra, que observaba todo desde su rincón, se acercó silenciosamente y se sentó a su lado.“Anya –dijo su voz suave–, estás luchando contra la lámpara. Estás tratando de forzar la luz”. Ella la miró, confundida. “Pero he hecho todo correctamente”, contestó a la Maestra. “El diya es perfecto, el ghee es puro, la mecha es nueva…”.

“Has cuidado del recipiente (tu cuerpo), del combustible (tu energía) y de la herramienta (tu mente) –dijo la Maestra con una sonrisa–. Pero te has olvidado del espacio interior”.

Con manos tranquilas, la Maestra tomó el diya de Anya. Sin limpiarlo ni ajustar nada, simplemente sacó la mecha con suavidad. Anya pudo ver entonces que la había apretado y enrollado con tanta fuerza en su búsqueda de la perfección, que el algodón estaba tan compacto que el ghee no podía fluir hasta la punta. No había espacio para que el combustible llegara a donde debía.

La Maestra aflojó la mecha con paciencia, la dejó respirar y la volvió a colocar, ahora suelta. Luego, con la misma cerilla que Anya había usado, la encendió. Una llama dorada, clara y estable, brotó al instante, uniéndose al coro de luces del salón.

Anya contempló su diya, ahora brillante, y una comprensión profunda iluminó su rostro. “Así es el yoga, Anya”, dijo  su Maestra.

El Divali que ahora celebramos afuera es un recordatorio del Divali que debe ocurrir dentro. El cuerpo (el diya), el prana (el ghee) y la concentración (la mecha) deben estar alineados. Pero si la mente está tensa, apretada y aferrada a la perfección, ahoga el flujo de la conciencia (la luz).

La oscuridad no se vence con fuerza, sino con la creación de un espacio interno despejado, relajado y listo para recibir la llama. La luz de tu verdadero Ser (Atman) siempre está ahí, lista para brillar. Solo pide que le des espacio.

Aquella noche, Anya comprendió que Divali no era una meta para alcanzar, sino un estado natural que florece cuando dejamos de obstaculizar nuestra propia luz.

Moraleja: 

  • El Diya (recipiente): Nuestro cuerpo físico. Lo cuidamos con Asana (posturas) y una vida sana.
  • El Ghee (combustible): Nuestra energía vital (Prana). Lo dirigimos con Pranayama (respiración).
  • La Mecha (la herramienta): Nuestra mente. La entrenamos con Pratyahara (interiorización y abstracción de los sentidos) y con Dharana (concentración).
  • El Espacio interior (el «no-hacer»): La relajación de la mente, el soltar el control. Esto es Dhyana (meditación), el estado de fluir.
  • La Llama (la luz): La Consciencia Pura (Purusha), nuestro verdadero Ser, que brilla cuando todo lo demás se alinea sin esfuerzo.

Este Divali, cuando enciendas tu lámpara recuerda que no estás creando luz, sino quitando los obstáculos para que la luz que ya existe brille. Ese es el yoga más auténtico y la verdadera victoria de la luz que celebramos.

Divali es…

el regreso de Rama a Ayodhya → el viaje de nuestra propia conciencia de vuelta a la paz interior después de luchar contra nuestras batallas personales.

•  la bendición de Lakshmi → la búsqueda de una prosperidad que sea holística, ética y compartida.

• la victoria de Krishna → el coraje para enfrentar y vencer a los demonios de nuestro ego y nuestros vicios.

Y es el recordatorio de que la espiritualidad no reside en la perfección ritualista, sino en la alegría, el amor y la calidez humana que compartimos.

Y es el aprendizaje de nosotros como estudiantes al encender nuestra lámpara dejando espacio en nuestro interior.

Este Divali, cuando veas una lámpara, no veas solo fuego, sino la luz del conocimiento que disipa la ignorancia. Da la bienvenida a lo mejor de ti.

¿Encendemos la lámpara?

Tamaso ma Jyotir gamaya
Condúceme de la oscuridad a la luz

De esta forma, encendiendo luces, contado historias y cantando mantras, hemos celebrado Divali este año en el Centro de Yoga Sivananda de Madrid el domingo 19 de octubre. Te esperamos el próximo año, por estas fechas.

Gopala, profesor del Centro de Yoga Sivananda Madrid.
www.sivananda.es
www.gopala.es