La práctica de yoga y el despertar de la conciencia: camino de responsabilidad y presencia

2025-10-02

En yoga no se trata de competir ni de ser “más evolucionados” que los demás, sino de asumir que nuestro crecimiento interior nos otorga un poder de influencia sobre nosotros mismos y, de manera indirecta, sobre nuestro entorno. Escribe Pablo Rego.

Quienes practicamos yoga y transitamos un camino de autoconocimiento sabemos que la práctica nos permite observarnos a nosotros mismos, reconocer nuestras tensiones, rigideces y patrones de comportamiento, y tomar conciencia de nuestra propia responsabilidad sobre la vida que vivimos. No se trata de competir ni de ser “más evolucionados” que los demás, sino de asumir que nuestro crecimiento interior nos otorga un poder de influencia sobre nosotros mismos y, de manera indirecta, sobre nuestro entorno.

Muchas personas viven en piloto automático, reaccionando ante impulsos sin detenerse a reflexionar ni a mirar su mundo interior. Yoga nos invita a detenernos, a practicar la pausa consciente, a respirar y a observar la vida desde otra perspectiva. Esta capacidad de detenernos, de meditar y de percibir nuestra energía interna nos coloca en un lugar de mayor responsabilidad y claridad, porque cada acción, pensamiento y emoción que cultivamos tiene un efecto en nosotros y en el mundo que  nos rodea.

No es cuestión de mérito personal, sino de tomar conciencia de la geometría de nuestras energías y de nuestro camino kármico. Cada aprendizaje y cada transformación que logramos en nuestra práctica diaria son semillas que pueden inspirar a otros. Al vivir con presencia y conectarnos con nuestra luz interior, hacemos del cambio algo real, manifestando que la evolución de la conciencia es un camino disponible para todos, aunque cada persona lo recorra a su propio ritmo.

La pausa, herramienta de transformación

Uno de los elementos más poderosos de yoga es la pausa consciente. En un mundo donde la mayoría de la gente vive reaccionando, detenerse para respirar, meditar o simplemente observar el entorno es un acto revolucionario. Aprender a incorporar esta pausa en nuestra vida diaria nos permite recuperar el equilibrio interno, gestionar emociones y pensamientos, y tomar decisiones más sabias.

Observar una flor, sentir el viento o simplemente detenernos unos segundos para respirar profundamente nos conecta con la vida y pone de manifiesto que la verdadera riqueza se encuentra en la conciencia de nuestro propio ser. Esta habilidad transforma nuestra práctica de yoga y nos permite vivir con mayor plenitud y serenidad en la vida cotidiana.

Inspirar sin imponer

Practicar yoga y meditación nos da la oportunidad de inspirar a otros. Más que enseñar o imponer, lo importante es vivir de manera que otros puedan ver que el cambio personal es posible. Cuando alguien nos observa tomarnos un respiro, meditar o mejorar nuestra vida, puede percibir que hay caminos alternativos para la transformación personal. Más que de nuestra intención de convencer, este impacto depende de la coherencia entre lo que practicamos y lo que vivimos.

Yoga y el autoconocimiento nos enseñan a valorar lo más fundamental: la vida y la conciencia. Tener la capacidad de percibir, sentir y expandir nuestra conciencia es un talento extraordinario. Todo lo demás –estructuras rígidas, desafíos externos o limitaciones– puede aprenderse, fluyendo con paciencia y dedicación. Cada sesión de yoga, cada respiración consciente y cada instante de meditación son recordatorios de que vivir con presencia es el regalo más valioso que podemos cultivar.

El camino evolutivo y el disfrute del presente

Diversas tradiciones espirituales, como el vedanta, el budismo, el taoísmo o el sintoísmo, sostienen que nuestro camino de evolución trasciende la existencia física. Lo que no logramos comprender o transformar en esta vida puede abordarse en futuras encarnaciones. Esta perspectiva nos lleva a aceptar nuestra responsabilidad con serenidad, reconociendo que cada experiencia tiene un propósito evolutivo y que nuestro crecimiento interior repercute en nuestro entorno de manera cuántica.

Yoga nos recuerda que vivir plenamente el presente es un acto de conciencia y gratitud. Disfrutar del momento, del aire en nuestro rostro, del equilibrio que logramos al soltar tensiones, nos conecta con nuestra esencia y nos enseña a fluir con la vida. Cultivar esta habilidad mejora nuestra práctica y nos permite irradiar serenidad y equilibrio, aportando luz y consciencia al mundo.

Yoga es un camino de autoconocimiento, responsabilidad y expansión de la conciencia. Cada respiración, cada pausa y cada instante de presencia nos conecta con nuestra luz interior y nos permite inspirar a otros desde la coherencia. Al profundizar en nuestra propia conciencia, contribuimos a la evolución de la conciencia colectiva, mostrando que la transformación personal y el crecimiento de la humanidad son posibles cuando el trabajo interior se refleja en el entorno que nos rodea.

Pablo Rego. Profesor de yoga. Escritor. Diplomado en Ayurveda. Terapeuta holístico.

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