Aclara tus dudas: ¿Cuál es la finalidad del yoga?

2023-09-11

En YogaenRed contamos con la valiosa colaboración de Javier Ruiz Calderón, doctor en filosofía especializado en pensamiento indio y filosofía de la religión, que nos ofrece respuestas sobre el yoga, su filosofía y sus técnicas desde una visión de la tradición yóguica actualizada y crítica. Podéis escribir a Javier a info@yogaenred.com planteando vuestras dudas o incertidumbres.

Pregunta: ¿Cuál es la finalidad del yoga?

Respuesta: Empezamos un nuevo curso. Volvemos al ritmo habitual de las clases de yoga. En verano algunos habrán seguido con su práctica, sin abandonarla, como recomienda la tradición del yoga. Otros la habrán interrumpido, retrocediendo al estado en que se encontraban cuando empezaron a hacer yoga. Es un buen momento para reflexionar. ¿Para qué hago yoga? Es esencial tener claro el objetivo que se busca para después saber qué práctica hay que hacer y cómo.

Unos pocos dirán: La meta de mi práctica de yoga es la liberación. Aspiro a ir equilibrando el cuerpo y la mente para alcanzar un estado de ecuanimidad que me permita ir más allá de lo relativo y alcanzar la comunión con lo Absoluto / Dios / el Cosmos.

Otros pensarán: Practico yoga para estar mejor física y mentalmente y vivir en armonía. No aspiro a lo Infinito o a la Eternidad sino a encontrarme mejor en este mundo y llevar una vida más plena, feliz y eficiente en todos los sentidos.

Otros se dirán que hacen yoga porque les sienta muy bien, se relajan, alivian el estrés que conlleva la forma de vida que llevamos en las sociedades actuales. Y todavía otros pensarán que es un ejercicio físico adecuado para estar más en forma, sentirse mejor, adelgazar, etc.

Estas son algunas de las finalidades por las que practicamos yoga: la liberación espiritual, la armonía en la vida, la relajación mental y la forma física. No son objetivos incompatibles: el primer paso para avanzar hacia la liberación es instalarse en un estado sáttvico, de máxima armonía psicofísica y ecuanimidad interior. Solo la mente de una persona que haya alcanzado un alto grado de equilibrio personal podrá reflejar adecuadamente esa Paz que se esconde en nuestro interior. Paralelamente, incluso la persona que haga yoga con una finalidad exclusivamente física conseguirá, como efecto colateral, tener menos estrés y sentirse más relajado, y no será raro que poco a poco su práctica de yoga se vaya profundizando y pasando de lo físico a lo mental e incluso desembocando en lo espiritual.

Teniendo clara la finalidad de nuestra práctica de yoga, ahora podemos decidir qué práctica vamos a hacer. Si aspiramos en serio a la liberación necesitamos un maestro o maestra competente que pueda guiarnos. Mientras no hayamos encontrado a esa persona, podemos ir haciendo por nuestra cuenta una práctica equilibrada, un yoga integral que combine elementos de los distintos yogas: bhakti yoga, karma yoga, jñana yoga, raja yoga y hatha yoga (no se recomienda practicar kundalini yoga sin maestro). Podemos dar más peso a aquellas prácticas que más nos gusten, que más fáciles nos resulten por nuestra manera de ser: más física, más emocional, más intelectual, más activa…; pero sin abandonar por completo los demás yogas, para evitar desequilibrios y unilateralidades.

Si a lo que aspiramos es a una vida más armónica, a reducir nuestro grado de estrés o a mejorar nuestra forma física, no necesitamos un guru en el sentido tradicional. Basta con encontrar un profesor o escuela competente y un estilo de yoga que nos vaya bien. Desde la extrema delicadeza del yin yoga hasta el dinamismo del ashtanga o el power yoga, existe un amplio abanico de estilos de yoga adecuados para los distintos grados de forma física, temperamentos y aspiraciones.

Elegida la práctica, ¿cuánto practicar? Quien aspire a la liberación deberá practicar todo lo que pueda, e incluso si es posible convertirse en un yogui de dedicación exclusiva (lo que, gracias al karma yoga, es compatible con una vida de trabajo, familia, etc); pero sin ir más allá de las propias posibilidades; con esfuerzo, pero sin pasarse: tensando la cuerda casi al máximo, pero sin romperla. En el caso de las otras formas de práctica de yoga, cada persona según sus objetivos, sus circunstancias particulares y sus posibilidades hará una práctica más o menos intensa todos los días o varios días por semana.

No se puede concretar más. Me encanta esta enorme diversidad del mundo del yoga. Es cierto que en él hay cosas que no pueden considerarse verdadero yoga, actividades rajásicas o tamásicas contrarias al espíritu de nuestro arte, que, en lugar de sanar y equilibrar, alienan y perjudican; pero también hay una inmensa variedad de finalidades, prácticas, tradiciones, escuelas, filosofías… que apuntan más lejos o más cerca, pero siempre en la dirección de la libertad y la plenitud personal. 

Javier Ruiz Calderón (Shánkara) es doctor en filosofía especializado en pensamiento indio y filosofía de la religión. Es profesor en la Universidad Comillas (Madrid) y discípulo de Amma. Lleva más de cuarenta años estudiando y practicando yoga, vedanta y meditación. Enseña esas disciplinas, así como sánscrito y canto védico, y ha publicado siete libros y más de cien artículos sobre esos temas (www.jruizcalderon.com).

Próximas actividades: Cursos: «Historia y filosofía del yoga» (21h) e «Introducción al pensamiento de la India: hinduismo, budismo y otras corrientes» (9h). Ponencia: «El pensamiento de la India en Xavier Zubiri». Más detalles aquí.