El principio siempre es ahora

2023-09-04

Los hippies de hace miles de años en los Himalayas como mucho antes los griegos con la conocida frase del oráculo de Delfos inscrita en el templo a Apolo, “Conócete a tu mismo”, muestran que la búsqueda de respuestas ha sido inherente al ser humano de cualquier época y lugar. Escribe Nita Miralles.

los Himalayas

 

Hay una historia que me contó un sadhu –un asceta hindú o monje que sigue el camino de la penitencia y la austeridad para obtener la iluminación y la felicidad– en uno de mis viajes a los Himalayas, ésta vez fue en el norte de la India, allá por el 2012. Aún no había teléfonos como los de ahora, al menos yo no tenía, es más, viajé durante casi un año sin teléfono alguno, con lo que las fotos que te comparto que son del mismo viaje se hicieron con una cámara de las de entonces.

Era un día soleado con las cabras salvajes jugando a nuestro alrededor, las montañas ya nevadas, las termas calientes –el único lugar donde asearse–, separadas para mujeres y hombres, que empezaban a llenarse de la poca gente que habitaba este lugar, Keer Ganga en todo su esplendor.

El sadhu comenzó a hablarme mientras se manufacturaba un shilum con una zanahoria para depositar uno de sus recursos de inspiración –su droga sagrada, básicamente hachís–, que me ofreció y preguntó:

—¿Quién eres?

—No lo sé, por eso estoy aquí, estoy en mi búsqueda.
—Lo que llevan haciendo los humanos desde siempre —me respondió—.

El sadhu continuó:

—Hace más de 2700 años, entorno al siglo VII a. C., algunos comenzaron a cuestionarse las creencias y tradiciones establecidas hasta ese momento, empezaron a cuestionar la idea de karma, los rituales, las ofrendas, su efectividad y el por qué se hacían. Las respuestas que obtenían en base a la tradición sobre la existencia no les satisfacían. Estos fueron los primeros hippies, los primeros yoguis, que abandonaron literalmente la ciudad y se fueron a vivir al bosque, en busca de respuestas. (The Rig Veda/Mandala 10/Hymn 136 en este capítulo de este texto sagrado aparece una descripción detallada de cómo eran estos hombres).

En la actualidad está ocurriendo lo mismo. Nos damos cuenta de que lo que nos cuentan, nos ordenan, no nos satisface. Hay algo que no encaja. Nos acercamos a la naturaleza,  a veces nos aventuramos a dejar toda la vida que conocemos y viajamos a lugares más lejanos y con culturas distintas. No somos tan diferentes a estos protoyoguis. ¿Sabes por qué?

Porque lo que le acontecía al ser humano entonces no es ajeno a nosotros, y seguirá presente en el escenario de los que vendrán. La filosofía es intrínseca a la consciencia humana: quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy. Todos y cada uno en algún momento, si no en muchos, de nuestra vida, en un formato u otro, nos hemos hecho estas preguntas.

Como nos sugiere Kant, hay que “atreverse a pensar por ti mismo” para vivir desde la autenticidad, en palabras kantianas para «alcanzar la mayoría de edad». Es decir, nos tenemos que atrever a cuestionar. Este cuestionamiento ha de extenderse incluso hasta la misma práctica del yoga.

Es preciso renunciar a los que pretenden convertirse en nuestros tutores y así pensar por nosotros. ¿Cómo alguien va a saber más sobre ti mismo, que tú mismo? Ni tu maestro o maestra, ni tu terapeuta, ni tu pareja, ni tus padres, ni ese gurú.

Hemos de investigarnos y conocernos, hemos de respetarnos para poder escucharnos y tener criterio propio.

Solo se tiene convicción sobre lo que uno mismo ve –experimenta– de primera mano.

Cuando basamos nuestra vida y autoconocimiento en argumentos heredados, obtenidos de segunda mano, prestados, esto no se sustenta en cimientos sólidos. Esto no puede propiciar un crecimiento real, sino una permanente minoría de edad, una dependencia a la mirada ajena –no me refiero aquí a la dependencia emocional que en parte es biológica y necesaria–.

Vivir desde la autenticidad implica conocerse y querer ver la verdad ante todas las cosas.

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El momento es ahora

Esos hippies de hace miles de años en los Himalayas, o muy anteriormente los griegos con la conocida frase del oráculo de Delfos inscrita en el templo a Apolo, “Conócete a tu mismo” (y conocerás el universo), muestran que esta búsqueda es inherente del ser humano.

De ahí que el comienzo de los Yoga Sutras me parezca tan pertinente:

atha yogānuśāsanam 1.1 (ahora las enseñanzas sobre yoga).

Leo estas líneas una y otra vez. Inclusivas y atemporales. Ahora Yoga comienza. Aquí, ahora, tu sufrimiento, tus circunstancias, lo que te ha traído a leer este texto o cualquier otro, digamos que con ello ya has “sufrido suficiente”, y desde ese estado interno en el que te encuentras, que es tan perfecto como cualquier otro, vas a empezar, a continuar.

Debido a tus experiencias pasadas y vivencias, estás preparado y abierto a recibir las enseñanzas del Yoga.

 Este tipo de textos me recuerda que esté donde esté hay una filosofía y sabiduría perennes que sirven como brújulas para el camino, además de reconocer algo tremendamente valioso: tu camino sólo lo puedes caminar tú.

Nita Miralles. Realiza sesiones de asesoramiento filosófico y terapia desde la mirada filosófica. Puedes encontrar sus clases y próximos retiros en Sri Lanka AQUÍ