Subtítulo: La guía definitiva para ser infeliz (o justo lo contrario). Hemos escuchado hasta la saciedad la importancia de ser feliz, e incluso nos lo hemos creído… Hasta que descubrimos que esa necesidad de felicidad nos estresa y alejaba más aún de la meta. Este libro te propone poner esas ideas nefastas del revés. Edita: Luciérnaga. PVP: 18€
En la actualidad, el asunto de la felicidad es una locura sin sentido. Está diseñado para dejarnos insatisfechos, dejar de ser personas y convertirnos en consumidores o usuarios. Consumirnos a nosotros mismos, explotarnos, ser esclavistas de nuestro cuerpo y de nuestra alma parece ser el signo de los tiempos.
Este libro te propone que pruebes a cambiar las coordenadas en las que te estás moviendo hasta ahora y compruebes si hay un cambio en una dirección más libre y verdadera.
Aun pareciendo complicado, es más fácil de lo que piensas, no se trata de derrumbar un sistema que nos esclaviza, sino de que el sistema se quede sin esclavos que esclavizar.
Fragmentos del capítulo 1: Nunca des las gracias por nada
Piénsalo, ¿por qué tienes que dar las gracias por algo? ¿Acaso no te lo has ganado tú, todo? El cielo, tu mirada, tus manos, el agua.
Porque si te descuidas, si de repente empiezas a dar las gracias 19 por algo o a alguien, estarás saboteando la existencia misma del sistema en el que vivimos, que se basa en un estado constante de carencia.
El sistema está diseñado para hacernos vivir en un estado constante de carencia: física, emocional, artística, intelectual e incluso de salud.
Si tenemos algo enseguida se vuelve obsoleto. Nuestras emociones son autodestruidas y pasan a ser reemplazadas por experiencias, que a su vez caducan para dejar paso a unas nuevas que, naturalmente, hay que pagar cada vez.
Por supuesto nosotros no somos suficientes para nosotros mismos: nuestra belleza no parece ser bastante, nuestro pelo no brilla lo que debería, nuestra piel podría ser más fina, nuestros músculos no son como los de los demás.
El sistema está diseñado para que te avergüences de tus momentos de felicidad y de plenitud, y regreses siempre a ese estado de carencia en el que te sientas solo y atemorizado.
La palabra gracias se ha reconducido a algo relativo a la mera educación, a los buenos modales, desprovista de todo sentido de trascendencia y liberación.
Las religiones, por su parte, también tienen controlado el ámbito de la gratitud. Se puede dar gracias a Dios y eso es todo.
Porque nosotros, los fieles, somos pecadores. ¿Cómo dar las gracias por ser unos tipos indignos y llenos de pecado? De
¿En la cabeza de quién cabe que creando más necesidades se vayan a satisfacer nuestras necesidades? ¿Estamos locos o qué?
¿Y quién quiere no sentirse culpable y recuperar una vida más consciente y plena? ¡Nadie!
O quizás sí…
El proceso de desconexión del sistema no es sencillo. Pero empieza por una sencilla palabra que a estas alturas ya sabrás cuál es: Gracias.
Siéntate, pon la espalda recta sin forzar, cierra los ojos, conecta con tu respiración consciente hasta que te vayas relajando y todo tu sistema se vaya armonizando. Y, simplemente, pronuncia la palabra gracias.
Lo puedes hacer en voz alta o en silencio. Al principio, simplemente, pronúnciala sin tener que pensar en dar las gracias por nada en particular.
La palabra gracias, no es que nos cueste pronunciarla hacia alguien, como pedir perdón, sino que nos cuesta pronunciarla existencialmente. ¿No es cierto?
Nos decimos, ¿cómo voy a pronunciarla si me faltan tantas cosas, tanto amor, etcétera? Y es que, claro, estamos poniendo nuestros ahorros en la cuenta equivocada porque: el agradecimiento solo puede funcionar cuando nos damos cuenta de lo que somos, no de lo que tenemos.
Todas esas luces brillantes del mundo exterior no iluminarán tu vida.
Por eso te digo: si quieres ser infeliz, te desaconsejo el sentido de gratitud interior del ser. Porque sencillamente funciona.
Una gratitud por ser, por la vida, por la experiencia de la vida, por formar parte de un increíble milagro.
Ningún paso se da en vano. Algunos se dan para avanzar, otros para retroceder.
Por eso has de pensártelo muy bien si quieres pronunciar la palabra gracias no en el sentido de la buena educación, sino en su sentido más profundo de don, de regalo. Solo podremos empezar a vivir de una manera graciosa, llena de gracia, cuando reconectemos con el don de la experiencia de vivir.
Encontremos algo, una pequeña cosa por la que dar las gracias. Si la puedes encontrar es que la tienes dentro de ti, porque todo lo que podamos experimentar como si estuviera fuera, en realidad, lo estamos experimentando dentro de nosotros.
Así que ya te puedes dar las gracias por poder sentir la gracia dentro de ti.
Esa es la puerta de entrada a un mundo donde la felicidad comienza a ser no una imposición, sino una invitación. No un deber, sino un ofrecer.
El autor
Javier Salinas tiene su propio periplo de aciertos y de errores, que no es ni mejor ni peor que el de cualquier otro. Cuando acierta, piensa que es cosa suya, cuando se equivoca, piensa que es cosa de su ignorancia.
En cualquier caso, de cabezazo en cabezazo, como un aprendiz muy torpe, y que necesita que la vida le explique todo mil veces, llegó a conocer el mundo del yoga, de la meditación y del mindfulness. Y, por circunstancias misteriosas, se convirtió en maestro de ellas. Actividad que compagina con ser aprendiz de las misma