La vida como gran maestra de yoga

2013-05-10

El yoga es un modo de vida, una manera de ser y comportarse, una forma de estar y fluir. El yoga no debe divorciarse de la vida; debe impregnar cada momento. Porque la vida es la gran maestra que nos puede conducir al maestro interior. Escribe Ramiro Calle.

Yoga Playa

La vida es reto y desafío. En la vida de cada día se forma el yogui y desarrolla sus potenciales. No evade la vida; la vive. No la escabulle; la afronta. Con la vida brega y en la vida halla su sentido de ser.

Cada momento cuenta, porque es irrecuperable, del mismo modo que no se puede recobrar la respiración que acaba de pasar. Hay que vivir con energía, atención, sosiego, contento interior, ecuanimidad, lucidez y compasión. Vivir y no ser vivido.

Vive cada segundo como si fuera el primero y el último. Vive desde la generosidad y el desasimiento, confiando en tus propios recursos, sin extraviarte en falsos pretextos o justificaciones, ni en inútiles autorecriminaciones. Hay que vivir en armonía con las vicisitudes de la vida.

Si algo tiene remedio, se remedia, sin procupación. Si no lo tiene, se asume, sin preocupación. Hay que ocuparse, desde la consciencia, pero no preocuparse. La ocupación consciente es fuerza, pero la preocupación es debilidad.

Cada situación tiene su mensaje y su enseñanza. No añadas dificultades a las dificultades ni complicaciones a las complicaciones. Resuelve.

En la senda de yoga hay que tener los sentidos vivos y abiertos, la mente alerta y sosegada, el ánimo presto. Hay que adiestrarse en observar con mucha atención y con amor. La atención ya es amor… y precisión, cordura y equilibrio. El yogui, al observar, aprende; al observarse, se conoce. Hágase de la vida la mejor mentora, evitándose la somnolencia psíquica y la mecanicidad.

Cada momento es oportuno para crecer en consciencia. Incluso las rutinas tienen que vivirse conscientemente. Así las pequeñas cosas adquieren todo su valor y lo rutinario se eleva al rango de sublime.

Todo tiene su sentido

El yogui abraza la vida, toda ella, no sólo la parte grata, puesto que la vida no es parcelable. Cada momento, sea grato o ingrato, hay que vivirlo con intensidad. Lo grato sin apego, lo ingrato sin aborrecimiento. Desde la perspectiva lúcida todo tiene su sentido. Pero de tanto mirar tan lejos no vemos lo que está tan cerca. Esto aquí-ahora es lo que cuenta, puesto que el pasado es un sueño y el futuro un espejismo. Para el que sabe ver, lo que ahora muestra su cara plácida, luego puede tornarse desagradable; lo que ahora muestra su faz desagradable, más adelante puede tornarse plácida. ¿Acaso lo que uno tomaba como una bendición no puede un día volverse una maldición y lo que parecía una maldición volverse una bendición?

No te dejes condicionar por el pasado ni atolondrar por el futuro. La gloria de cada instante es lo que ensancha la consciencia cuando se está atento. El pensamiento es pasado y es futuro, pero la atención es aqui y ahora. Si no captas este instante, la vida se escapa. En el antes y en el después solo hay recuerdo o anticipación, pero no vida.

El sabio espera lo que ocurre, libre de pasado y de futuro. ¡Qué intrépido hay que ser para esperar lo que ocurre!

Cada segundo perdido es irrecuperable, como la flecha disparada, la palabra dicha o la ocasión perdida.

Vivir en la frescura del momento es aprendizaje para madurar. No hacerlo es fosilizarse. Ahora o nunca. No antes, no después, sino ¡ahora! No permitas que el ego interfiera en el instante supremo del aquí y ahora, porque el ego es limitación.

Para el que sabe estar consciente, el camino ya es la meta; la ladera ya es la cima. No hay propósito más elevado que el de hacerse consciente; no hay logro más supremo que el de ser consciente.

Como dijo aquel maestro: «La verdad está en la vida de cada día».

Como dijo otro maestro: «Cuando como, como, y cuando duermo, duermo».

Como dijo un maestro: «La providencia pasa la bandeja una sola vez». O la tomas o no la tomas.

Porque el discípulo escuchaba el trino de los pájaros y sentía la brisa del viento, el maestro le dijo: «Si es así, querido mío, no tengo nada que enseñarte».

Que la vida no te viva a ti

La vida es un misterioso viaje donde hay que ir resolviendo las dificultades que se presentan. No te permitas estados de ánimo negativos; impregna cada circunstancia con el aroma de la compasión y la ecuanimidad.

La vida es imprevisible, increíble, ilógica, enigmática. Vívela en lo posible y que no te viva. Muchos acontecimientos no los podemos controlar, pero podemos controlar nuestra actitud ante los mismos.

Aprende a conciliar en este viaje que es la vida tus intereses propios con los de los demás. Transforma los obstáculos en aliados para el desarrollo de la consciencia. Con tranquilidad entre los intranquilos, que la acción no sea agitación. Haz lo mejor que puedas y los resultados vendrán por añadidura si tienen que venir. Nadie puede detener el río; nadie puede empujarlo. Todos pueden observarlo en su transcurso con calma y ecuanimidad.

No arrastres resentimiento; no acumules rencor; no te enredes pensando en lo que te hicieron de perjudicial o lo que no debiste hacer e hiciste. Céntrate en lo que es; corrige la dirección si fue equivocada; renuévate y sé como el espejo que refleja sin retener ni perseguir, ni apegarse o rechazar lo que refleja.

¿Qué maestro puede haber mayor que la vida? Es el escenario de luces y de sombras, de sortilegios, donde hay que afinar la consciencia para poder fluir en armonía. Las desgracias, el yogui, las toma como un despertador de la consciencia. Las circunstancias adversas que jalonan toda vida, como un instrumento para no amilanarse y seguir creciendo interiormente. Traslada lo conseguido interiormente con la meditación sentada a la vida, para vivirla meditativamente. Hace del desarrollo de la consciencia su más alto propósito.

La virtud, la disciplina mental y la sabiduría son las lámparas que iluminan el sinuoso sendero de la vida. Nacer es morir a otro espacio de consciencia; morir es nacer a otro espacio de consciencia. Hay muchas vidas dentro de la vida, si a cada momento se nace y se muere para volver a nacer. El misterio de la vida hace humildes a los que desarrollan comprensión clara. Vivir la vida desde la altivez es una farsa. Ante ese gran misterio hay que rendir el ego para que pueda florecer el Ser.

Ramiro Calle

RamiroCalleMás de 50 años lleva Ramiro Calle impartiendo clases de yoga. Comenzó dando clases a domicilio y creó una academia de yoga por correspondencia para todo España y América Latina. En enero de l971 abrió su Centro de Yoga Shadak, por el que ya han pasado más de medio millón de personas. Entre sus 250 obras publicadas hay más de medio centenar dedicadas al yoga y disciplinas afines. Ha hecho del yoga el propósito y sentido de su vida, habiendo viajado en un centenar de ocasiones a la India, la patria del yoga.