Recordar quienes somos, la salida hacia el autocontrol y el equilibrio

2019-12-02

Las obligaciones que contraemos para mantener una posición en la sociedad hacen que muchas veces terminemos perdiendo de vista nuestros estados internos, al esforzarnos por responder a todo lo que los demás esperan o pretenden de nosotros, lo que nos conduce a un estado de fatiga mental y física, desgana y angustia sin que percibamos cuál es la causa. Escribe Pablo Rego.

Sobre todo en las actividades laborales y también en los centros de educación o formación, se dan situaciones en las que las exigencias a las que somos sometidos para llevar a cabo las tareas o la manera en la que nos conducimos y relacionamos como actores de la sociedad contemporánea, crean un enajenamiento que parece ser la norma. Y es que la aceptación de unas reglas de juego en las que el ser humano no está en el centro de la escena nos llevan al olvido de lo que somos realmente.

Aún en el desarrollo de las actividades que conllevan una responsabilidad debemos tener en cuenta quiénes somos y el rol que estamos llevando a cabo. El enajenamiento de ello nos conducirá inevitablemente al conflicto interno, al desequilibrio y, tarde o temprano, a la enfermedad.

Pero ¿quiénes somos?

Ya que no podemos dar por sentado que todos los seres humanos tenemos claro quiénes somos, qué somos, cuáles son o deben ser nuestras prioridades, es interesante detenerse un instante a reflexionar sobre ello, ya que si no lo hacemos la sociedad nos tratará como si lo supiésemos. Pero no siendo así, ese desconocimiento nos impedirá poner límites a los demás para mantenernos más o menos cerca de nuestro centro de poder.

El centro de poder es aquel lugar energético, psicológico, emocional y mental en el que sabemos hasta dónde llegar, cuanto ceder, si nos conviene o no aceptar ciertas situaciones, etc. Si no sabemos en dónde está ese lugar que fundamentalmente se siente en uno mismo, es importante que dediquemos tiempo y esfuerzo a averiguarlo porque encontrándolo conseguiremos evitar situaciones desgastantes, alienantes y que producirán trastornos tales como preocupaciones, estrés, desequilibrios fisiológicos, insomnio, depresión y un largo etcétera, que seguramente, si tenemos la oportunidad de evitarlo, ni siquiera nos interese vivenciar en carne propia.

Es buena idea pensar en el término “ser humano” en su más amplia acepción y tratar de llegar, sin necesidad de perdernos en territorios muy complejos de la filosofía o la metafísica, a una definición simple, pero que nos permita tener presente siempre el concepto.

Somos seres presentes, con una mente racional y una inteligencia resolutiva que puede ser utilizada para cumplir determinadas funciones. Pero además poseemos elementos invisibles que muchas veces son ignorados o ninguneados adrede, como la energía, la consciencia o las emociones.

A estas alturas de la evolución de la humanidad y con varias décadas de investigación y demostraciones científicas, no hay dudas de la importancia de tomar plena consciencia de que — aun cuando estamos realizando tareas que pueden parecernos menores como ocuparnos de nuestro hogar y familia, estudiar o trabajar– siempre llevamos con nosotros todas las dimensiones de lo que somos. Por lo tanto es importante tener presente que, aunque se pretenda y se nos exija que cumplamos múltiples tareas a una velocidad extrema y en unas condiciones de alto estrés o alta presión, somos esos seres que, más allá de resolver tareas, nos emocionamos, somos influidos y recorridos por la energía que además emanamos a través de nuestros centros energéticos. Todo ello nos influye tanto en el plano sutil como en el físico.

Tener presente en todo momento quienes somos porque eso nos puede ayudar a prevenir dificultadas de diferente tipo en nuestro organismo, evitando caer en situaciones de alto desgaste a las que muy probablemente lleguemos sin saber bien cómo.

¿Cómo evitar desequilibrarnos?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que para desequilibrarnos primero hay que estar equilibrados. Si lo normal en nuestra vida cotidiana es el desequilibrio permanente, no sólo no podremos administrar nuestra propia energía y recursos más esenciales sino que además seremos fácilmente manipulados y utilizados como la prolongación de otro u otros para conseguir sus propios objetivos. Por lo tanto es importante realizar actividades o rutinas que nos lleven a ese equilibrio que resultará nuestro punto de referencia al que poder regresar.

Dedicar algo de tiempo a realizar actividades para la liberación de las tensiones y el estrés tales como Yoga, Meditación o terapias como el Reiki o Masajes es un camino certero que nos ayudará a encontrar esa sensación o clima interior al que dirigirnos cuando sea necesario buscar la calma o el equilibrio.

Dentro de estas actividades existen una serie de rutinas que pueden practicarse a menudo y de las que extraer pequeñas rutinitas para practicar durante el día. Por ejemplo, la técnica de desarrollo, control y equilibrio de la energía a través de la respiración llamada Pranayama nos proporciona varios ejercicios que nos pueden ayudar a detener el tiempo y volver al centro.

La Meditación es una gran aliada en el intento de permanecer conectados con nuestras sensaciones más profundas mientras vivimos el día a día dentro del intenso, y a veces despiadado, mundo de hoy. Aprender a aquietarnos y silenciar la mente puede ser fundamental en momentos de estrés o pérdida de la energía vital derivada de actividades intensas y de alta exigencia.

También existen técnicas de relajación que pueden ser aprendidas y practicadas hasta ser incorporadas a la vida diaria y utilizadas cuando las necesitemos. Normalmente la práctica de Yoga incluye la Relajación profunda, tanto como la Meditación y Pranayama.

Estableciendo prioridades

Una vez que asumimos que es importante tener siempre presente quienes somos y que no hay ninguna razón, ni material, ni afectiva, ni de ningún tipo para alejarnos de ello, entonces podemos concluir que aunque se pretenda que dejemos absolutamente todo de lado para realizar cualquier tarea, no debemos ceder nuestras calma, ni perder de vista aquellos factores que hacen que vivir sea mucho más que sobrevivir.

Aunque durante el día estemos muy atareados es importante que aprendamos a dedicar algunos momentos, cinco minutos, tres o cuatro veces al día, para reconectar con aquellas técnicas que vamos aprendiendo, pero también con la consciencia de quienes somos y para mantener esa consciencia a través de las herramientas disponibles.

Si tenemos en cuenta permanentemente quienes somos –aun realizando actividades cotidianas, rutinarias y de alta intensidad que resultarán parte de la experiencia que adquirimos día a día como seres conscientes para nuestro desarrollo como individuos–, podremos advertir cuando se estén dando situaciones de sobre-exigencia o abusos de cualquier tipo, consiguiendo liberarnos de ellas a través de la práctica del foco en nuestra consciencia.

En última instancia, aunque nos parezca que este proceso nos va a llevar a la necesidad de cambiar, por ejemplo, de trabajo, si eso nos va a ayudar a estar más alineados con nuestros equilibrios que al final van repercutir en nuestra salud, entonces deberemos tomar cartas en el asunto y poner en primer lugar lo más importante.

©Pablo Rego. Profesor de Yoga. Terapeuta holístico. Diplomado en Medicina Ayurveda de India

www.yogasinfronteras.com.ar