Las vacaciones son una pausa natural que nos ofrece la vida para respirar más hondo, soltar las tensiones y mirar hacia adentro con mayor amabilidad e indulgencia. En este tiempo en que el calor aprieta, los relojes se miran solo de vez en cuando y las agendas se relajan, también la práctica de yoga puede y debe suavizarse. Escribe Malena Ruiz.
Muchos practicantes se ponen algo ansiosos cuando no pueden seguir su rutina habitual: temen perder el ritmo, desconectarse del cuerpo o interrumpir su proceso en evolución. Sin embargo, sabemos bien que el verdadero yoga no se mide en rutinas, ni en número de series, ni en logros físicos, ni en disciplina forzada.
La verdadera sadhana es comprensión, es consciencia, es presencia.
Una práctica sin rigidez
El yoga no es una rutina mecánica ni un conjunto de posturas que hay que cumplir cada día. Es, ante todo, un camino de autoconocimiento. Por eso, durante las vacaciones, es sabio recordar que no hace falta hacer, hacer y hacer para estar en yoga.
Un paseo por la naturaleza puede ser una meditación en movimiento. Sentarse frente al mar y respirar con atención plena puede ser más profundo que una larga sesión de ásanas en plan rutinario. Estirarse suavemente al despertar, con consciencia del momento, con agradecimiento a la vida y sin metas, puede revelar más que cualquier postura avanzada.
No se necesita esterilla, ni ropa especial, ni una secuencia definida. Solo requierimos escucha, presencia, y una disposición abierta a lo que el cuerpo y el alma necesitan hoy.
Escuchar, aceptar, fluir
El yoga verdadero no impone; acompaña. No exige; sugiere. No separa el cuerpo de la mente ni la práctica del día a día.
Quizá ayer tuviste un día agitado, o estuviste con mucha tensión, y el hoy el cuerpo te pide descanso. O quizás te siente bien moverte con suavidad, dejarte fluir sin planes prefijados. No te extrañe que tu mente esté necesitando más contemplación y menos actividad. Discernir todo eso mediante la autoescucha también es yoga.
¡Qué maravilla poderte dedicar todo el día a practicar mindfulness! Estar atenta/o al momento presente —al sabor de una fruta, al tacto de la arena bajo los pies, al aire que entra y sale de tus pulmones, a la brisa que acaricia tu piel— es una forma sutil pero profunda de practicar. Una forma de vivir desde el ser, no desde el hacer.
Recordar lo esencial
Las vacaciones no interrumpen la práctica, la transforman. Nos invitan a soltar la forma y a volver al fondo.
Porque el yoga no vive en el esfuerzo, sino en la consciencia.
Y cuanto más soltamos, más nos acercamos a su corazón.
Que este tiempo de descanso sea también un tiempo de regreso a lo esencial.
A lo que eres, sin exigencias.
A la práctica sin forma.
Al silencio que habita en todo.
Al yoga como arte de vivir.
Disfruta de tu descanso y cuídate. Te lo mereces.
Malena Ruiz es instructora de yoga y fisioterapeuta.