La abominable agresión contra el pueblo palestino nos implica a todos e implica al yoga. Apoyamos este ‘Manifiesto’ que nos remite Alejandro Torrealba, redactado por Comunidad Budista Arya Marga Sangha, que es miembro de pleno derecho de la Unión Budista de España Federación Española de Entidades Budistas.

Foto de kendra coupland
Manifiesto de la Comunidad Budista Arya Marga Sangha ante el Genocidio y la Ocupación en Palestina
Como comunidad budista comprometida con el camino de la compasión y la sabiduría, conscientes de la interdependencia de todos los seres y del principio inviolable de no dañar, alzamos nuestra voz con firmeza y decimos:
1. Toda vida es sagrada. La masacre sistemática de la población palestina —incluyendo bebés, niños, mujeres y ancianos—, la destrucción de hospitales, escuelas y viviendas, así como el bloqueo deliberado de agua, alimentos, electricidad y medicinas, son crímenes atroces contra la humanidad, contrarios al Dharma y a toda ética universal.
2. Lo que ocurre en Gaza y Cisjordania no es un “conflicto bélico”: es un proceso de colonización violenta y limpieza étnica que constituye un genocidio en curso, reconocido como tal a la luz de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948. Callar, negar o relativizar estos hechos es participar de la complicidad.
3. Condenamos sin reservas la situación en Palestina. Hacemos un llamamiento al fin inmediato de la colonización ilegal, del apartheid y del sistema de opresión que niega a un pueblo entero sus derechos fundamentales.
4. Apelamos a la conciencia de los líderes y de los pueblos para el cumplimiento inmediato y sin excusas de todas las resoluciones de Naciones Unidas sobre Palestina.
- Demandamos respeto estricto al Derecho Internacional, al Derecho Internacional Humanitario y a la Cuarta Convención de Ginebra.
- Respaldamos la labor del Tribunal Penal Internacional (TPI) para investigar y enjuiciar crímenes de guerra, de lesa humanidad y genocidio, sin excepciones ni impunidad.
5. Justicia y reparación. No habrá paz sin el reconocimiento pleno de los derechos del pueblo palestino, sin procesos efectivos de reparación histórica, restitución de tierras y justicia transicional.
6. La compasión no es neutralidad. Frente al genocidio no cabe equidistancia ni indiferencia: estamos al lado de quienes son masacrados, despojados y humillados. La verdadera compasión exige denuncia, acción y solidaridad.
7. Interdependencia. La seguridad de un pueblo jamás se puede erigir sobre la destrucción sistemática de otro. La paz no nacerá de la ocupación ni del exterminio.
8. Demandamos, desde la compasión y el respeto a la vida, un alto el fuego inmediato y permanente, la apertura total y sin restricciones de corredores humanitarios, la liberación de rehenes y prisioneros, y el fin de toda ocupación y bloqueo.
9. Cuidar la mente y el corazón. Aun en medio de la indignación, afirmamos la práctica de mettā (amor benevolente) y tong-len (tomar y dar), extendida a todas las personas –incluyendo a quienes perpetran crímenes–, reconociendo la ignorancia y el odio que los arrastra. La compasión no nos paraliza: nos impulsa a la denuncia y a la acción ética.
10. Memoria y prevención. Recordamos que el Buda intervino para detener guerras y nos legó el mandato de proteger la vida, la paz, la justicia y cortar la cadena de violencia antes de que destruya generaciones enteras. Hoy ese mandato es urgente.
Denunciamos con claridad: en Gaza y en Cisjordania se cometen crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y genocidio. La ocupación y el apartheid deben cesar.
Que todos los pueblos –en Palestina, Israel y en todo el mundo– estén libres del sufrimiento y de las causas del sufrimiento.
Dharma Acharya Alejandro Torrealba
Las Palmas de Gran Canaria a 26 de agosto de 2025