El yoga, frente a la violencia

2022-02-28

Cada practicante de yoga puede ser agente de cambio frente a las tres más graves amenazas de nuestra época: la enfermedad mental, la guerra y el cambio climático. ¿Aceptamos el desafío plenamente? Escribe Pepa Castro.

Paloma de la paz blindada. Banksy, 2007. Foto: Saaaarf

La comunidad del yoga podría tener un peso muy importante a la hora de lograr un cambio social hacia un mundo mejor solo con que cada practicante tomara conciencia de ello y asumiera el compromiso de practicar y difundir lo que el Yoga promueve. Somos cientos de miles de practicantes en todo el mundo, una enorme marea de paz que puede multiplicarse cada día.

Aunque con frecuencia diseccionamos el Yoga para quedarnos con la parte que más nos atrae, lo cierto es que todo yogui o yoguini asume un compromiso ético y espiritual que debería estar plenamente presente en todas las dimensiones de su vida.

No traigo aquí apoyos de textos ni conceptos de doctrina tradicional. Creo que basta con recordar que Yoga es un camino de purificación y entraña una sólida propuesta ética solo mediante la cual podemos llegar a esa “unidad con el Todo” que no es sino la liberación de todos los seres sintientes.

La práctica de la acción correcta

Los valores del Yoga están ahí, incuestionablemente, y son capaces de convertirse en herramientas de transformación del ser humano y del mundo. Cada uno decide si los pone en práctica a través del discernimiento de la acción correcta, cómo entiende que debe hacerlo y hasta dónde quiere llevarlo (ver el interesante enfoque de Sergio Martínez Pose sobre los distintos caminos del Yoga publicado hoy mismo) .

Puesto que el Yoga lleva en su esencia un compromiso de búsqueda de la verdad, pienso que nos obliga a posicionarnos frente a cada uno de esos grandes males que citábamos al principio. Aquí anoto algunas ideas a modo de ejemplo, por supuesto sin ninguna pretensión por mi parte de que sean las mejores ni las únicas:

— Frente a la enfermedad mental, consecuencia de la desatención social y de los desequilibrios generados por el abandono de los valores humanistas, el Yoga tiene capacidad para ofrecer un apoyo sólido, con sus desarrolladas técnicas para tranquilizar y clarificar la mente y encontrar el bienestar emocional.

Ejemplo: Cada vez más escuelas y profesoras/es trabajan desde el yoga inclusivo con los colectivos sociales y las personas más necesitadas de recursos, apoyo y acompañamiento.

 —Frente al cambio climático, el Yoga aporta el principio fundamental de no agresión y respeto a la vida en todas sus formas. Pero además la recomendación de seguir una dieta sátvica que desaconseja, entre otras cosas, el consumo habitual de carne, tiene una importancia decisiva en la lucha contra el cambio climático.

Ejemplo: Las personas jóvenes son terreno muy sensible donde puede calar la conciencia de no consumo de carne industrial. Informar en nuestras clases sobre los datos contenidos en el reciente Atlas de la Carne publicado por Heinrich-Böll-Stiftung y Amigos de la Tierra puede ser una buena idea. Entre sus conclusiones, nos alerta de que la ganadería industrial es responsable de hasta el 21% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, y es probable que esta cifra aumente de continuar la tendencia global de consumo de carne y lácteos.

— Frente a la guerra, el Yoga es un incuestionable camino de paz que obliga a desterrar en uno mismo todo impulso de agredir, dominar o manipular a otro. Pero cuando en el mundo estalla un conflicto bélico de grandes proporciones y terribles consecuencias como el que ahora vive el pueblo de Ucrania, hay que dar un paso al frente alineando consciencia, pensamiento y acción en apoyo de nuestros hermanos y rechazo de la agresión bélica.

Ejemplo: podemos meditar para conectar con el silencio y la paz interior, para compartirla y trasladarla a nuestra vida y a nuestro entorno. Pero también es necesario llevar el objetivo de pacifismo y el rechazo a la guerra a cada día del año, a cada aula, a cada meditación, a cada encuentro. Que ‘Om shanti’ no quede en un saludo ritual entre iniciados o en una expresión de deseo, sino que sea una meta a lograr desde el corazón, el pensamiento y la acción.

Si cada practicante de yoga se transforma en activista para la paz y la convivencia como necesidad imprescindible para la vida de todas las personas, el avance será en progresión geométrica, imparable.

Firma la campaña de Avaaz ‘Paren la guerra’: https://secure.avaaz.org/campaign/es/stop_the_war_loc/

Pepa Castro es codirectora de YogaenRed.