Yoga suave para los días de calor: una medicina de quietud

2025-08-19

Os proponemos una práctica restaurativa y calmante, centrada en la hidratación, la relajación y la escucha corporal. Cuando el calor aprieta, el cuerpo lo nota: el pulso se acelera, la energía se dispersa y hasta la mente parece derretirse un poco. ¡Así podemos defendernos mejor! Escribe Zahara Noguera.

En estos días, practicar yoga no debería ser una exigencia más, sino una forma consciente de calmar el exceso de fuego —lo que en el Ayurveda se conoce como pitta— para devolver al organismo un poco de frescor y equilibrio. Esta propuesta no busca activar ni tonificar, sino abrir un espacio de reposo, de presencia serena, donde lo más importante no es lo que se hace, sino la forma en que se habita el momento. Practicar desde ahí es una medicina suave, una forma de cuidado profundo.

Preparar el entorno no requiere grandes recursos pero sí una actitud amable. Busca un lugar fresco, en sombra, con algo de ventilación natural. Puedes tener cerca una botella de agua o una infusión de hierbas templada, como la menta o la manzanilla. También puede ser agradable colocarte una toalla húmeda en la nuca o vaporizar suavemente el rostro con agua y unas gotas de lavanda o agua de rosas. Todo esto ayuda a crear una atmósfera de alivio y bienestar en la que el cuerpo y la mente puedan entregarse a una práctica que no impone, que no exige, sino que acoge y acompaña.

Practica calma y bienestar

Comienza tumbándote sobre la esterilla o una manta, con un cojín bajo las rodillas si lo necesitas. Deja que el cuerpo se rinda al suelo sin resistencia. Coloca una mano sobre el pecho y otra sobre el vientre, y observa el ritmo de tu respiración sin tratar de modificarlo. Permanece ahí unos minutos, simplemente sintiendo.

Luego, comienza a moverte con suavidad: unas torsiones ligeras, dejando caer las piernas de un lado al otro; Supta Baddha Konasana, con cojines que sostengan tu espalda y tus piernas; Balasana, la postura del niño, con el torso descansando sobre un almohadón, sintiendo el contacto con la tierra. Termina con Viparita Karani, las piernas elevadas contra una pared o apoyadas sobre una silla, y permanece ahí de cinco a diez minutos, permitiendo que el sistema nervioso se calme y la energía se redistribuya.

Entre postura y postura quédate respirando unos instantes, sin apuro, sin expectativas. Si lo deseas, puedes practicar la respiración Sitali: enrolla la lengua o entreabre los labios e inhala lentamente por la boca, sintiendo cómo el aire fresco recorre tu cuerpo por dentro.

Al terminar, siéntate con los ojos cerrados, sin buscar nada. Deja que el cuerpo integre la práctica con naturalidad. Observa cómo te sientes, sin juzgar. Agradece este espacio, este gesto de atención hacia ti. No hace falta más.

Deja respirar al alma

El yoga no siempre es energía en movimiento. A veces es simplemente detenerse. Escuchar. Respirar. Y cuando el calor agobia, cuando el exterior se vuelve denso, esta forma de práctica nos recuerda que también en la quietud hay profundidad, también en la pausa hay transformación.

No se trata de hacer más, sino de hacer con más presencia. De habitar el cuerpo sin lucha, de abrir un espacio de descanso real, donde el alma también pueda respirar.

Zahara Noguera es especialista en desarrollo personal, compromiso social y espiritualidad, acompañando a personas en su crecimiento integral y conexión con su propósito. Su trabajo integra conciencia y acción para transformar vidas y comunidades.