Yoga Sūtra: La mafia interior o los factores de sufrimiento (klesha), por Martyn Neal

2025-07-10

Reducir los factores de sufrimiento es uno de los objetivos de la práctica del yoga en lo cotidiano reuniendo disciplina, reflexión y apertura. Patañjali, habiendo abordado el tema en el segundo sūtra del segundo capítulo, se ve obligado a explicarnos en qué consisten estos factores y a definirlos. Eso es lo que hace desde el II.3 hasta el II.9.  Traduce este artículo Ilde Leyda.

el padrino

El padrino (avidyā) y su brazo derecho (asmitā) de la mafia (klesha)…

Si bien es cierto que la mayor parte de nosotros aprecia un aumento de su sueldo, ¡seguramente el número de personas que desea incrementar sus padecimientos en la vida no sea muy elevado! El tema realmente no nos hace sonreír –ningún ser humano se ha salvado–. El yoga no elude este tema y, en el texto fundacional Yoga Sūtra de Patañjali, es abordado con franqueza desde el inicio del segundo capítulo. El ángulo de tratamiento es sin duda distinto del que habría tomado un médico o un psicólogo, pero contiene ideas interesantes que pueden, poco a poco, ir haciendo su camino y ayudarnos en la vida.

En un artículo anterior examiné el kriya yoga, al que denominé “el yoga de la acción o de la maniobra”, ya que, entre otras cosas, busca maniobrar en relación con los factores de sufrimiento, klesha. La acción que buscamos es la reducción. Reducir los factores de sufrimiento es de hecho uno de los objetivos de esta práctica en lo cotidiano reuniendo disciplina, reflexión y apertura. Patañjali, habiendo abordado el tema en el segundo sūtra, se ve obligado a explicarnos en qué consisten estos factores y a definirlos. Eso es lo que hace desde el II.3 hasta el II.9. Vayamos…

Pese a que el autor identifique cinco, inmediatamente explica que uno de esos factores nutre a los demás, afirmando que el vivero (kshetram) en el que estos crecen de forma floreciente es la confusión, avidyā. Se trata del patrón, sin el que los otros serían unos pálidos agentes. Avidyā nos da un conocimiento falseado, nos lleva a cometer errores de apreciación, a confundir las ideas entre sí y nos ofrece una visión de nosotros mismos, del mundo y de la relación entre ambos basada en el malentendido. Avidyā nos lo da todo, excepto la realidad. Los otros factores de sufrimiento (uttaresham) obedecen al jefe. ¡La buena noticia es que él no está siempre en su puesto! Afortunadamente, a veces se va a dormir (prasupta), es muy discreto (tanu) o está presente solo de forma intermitente (vichinna). La mala noticia es que puede ser opresivo y virulento (udārānām). No creo que sea exagerado decir que toda práctica, técnica o ejercicio de yoga busca reducir este velo de confusión, avidyā. Si uno compara estos factores de sufrimiento (klesha) con la mafia, tienen su padrino…

 ¿Qué pasa con sus acólitos? Patañjali nombra a su aliado más próximo, su brazo derecho, āsmita. Se trata del yo que se toma por el Yo, una falsa identificación. La energía de la consciencia humana (drg-shakti) y aquella de la percepción (darshana-shakti) se identifican como estando unidas (ekātmatā). A menudo llamado “ego”, este factor de sufrimiento no hay que confundirlo con el sentido de individualidad, eminentemente necesario para una evolución armoniosa del ser humano. Āsmita anima toda clase de identificaciones erróneas, por ejemplo, puedo asociarme estrechamente con mi coche y, tras un choque, sentir como si hubiera sido herido en mi carne, o incluso puedo estar tan políticamente comprometido que me identifico totalmente con mis convicciones. Este factor nutre al egocentrismo, la vanidad, el orgullo, y aunque es más fácil de identificar en la vida que la confusión, sigue siendo difícil de precisar, de igual modo que el brazo derecho del padrino no se muestra por la calle a menudo…

Y hablando de “la calle”, cuando se trata de la mafia, tenemos una imagen de dos hombres, uno grande y uno pequeño, que se pasan por las tiendas o los bares para “persuadir” al comerciante de que necesita protección… Aquí están el apego, rāga, y la aversión, dvesha (¡para que vosotros decidáis quién es quién!). A menudo la consecuencia (anushayi) del placer (sukha) es el apego. Si me traen el café a la cama estoy contento, pero puedo volverme dependiente, querer que eso dure, y estar apegado. ¿Y si se detiene? En el contexto del apego, el placer no está en el proceso, sino en el resultado. Así que, disfrutad de vuestro café en la cama, si alguien os lo lleva, pero permaneced atentos, pues ese placer puede devenir una especie de encarcelamiento. Podemos amar la relación que tenemos con alguien, pero, ¿puede esto detenerse sin sufrimiento? Eso dependerá del grado de apego que tengamos por esa persona, es decir, según el modo en que condicionemos nuestra propia felicidad a la presencia del otro.

Como la cara opuesta de una misma moneda, la aversión es consecuencia del dolor (duhkha). Por ejemplo, le pregunto al vecino si puedo construir una cabaña cerca de la valla entre los jardines y él no lo acepta. Como resultado rehúyo todo contacto con él y puedo, sin objetividad, rechazar todo cuanto provenga de esta persona, ya que ha rechazado algo que yo quería. El dolor, y las valiosas enseñanzas que nos da, no están aquí en cuestión, sino más bien ese comportamiento de evitación y de rechazo que pueden resultar. Si me quemo la mano al ponerla sobre la placa de la cocina, ¡no voy a volver y quemarme por segunda vez con el pretexto de que no debo quedarme atascado en un comportamiento fijo a causa de este dolor! Pero, ¿a partir de ahora me incomodará tanto todo cuanto desprenda calor y rechazaré en adelante la idea de cocinar? ¿Cuántas fobias rigen la vida? “Yo no puedo soportar la ventana de la habitación cerrada para dormir”, “yo no puedo conducir después de la puesta del sol”, todas ellas provocadoras de un comportamiento de huida o de exagerada protección. Estos dos factores de sufrimiento, el apego y la aversión, son verdaderamente el pan de cada día para nosotros, y por eso son bastante fáciles de detectar. Lo cual no significa que sean también fáciles de eliminar…

La mafia juega con el miedo. Entre los factores de sufrimiento el miedo abhinivesha, es el último citado. Es un sentimiento de inseguridad con respecto al porvenir. Gracias a este klesha nuestras compañías de seguros tienen una buena mina… Patañjali califica este miedo de “innato” (svarasavāhi). Cuando le contamos el cuento de Caperucita roja a un niño, él fija su miedo en la imagen del lobo. Él no tiene miedo del lobo espontáneamente, pero nosotros le ofrecemos la posibilidad de canalizar esta emoción ya existente en él sobre una cosa en concreto. El texto también califica el miedo de “arraigado incluso en el sabio” (vidushah api samā rūdhah). ¡Es por lo tanto una observación dolorosa para aquellos que quieren superar el miedo mediante la razón! Este aspecto abarca todas nuestras angustias, inquietudes y ansiedades. La manifestación del miedo en la vida se da, por ejemplo, a través de momentos de pánico ante un examen, de escenarios imaginados de catástrofe porque alguien se retrasa 30 minutos, de miedos al hacerse un test en relación con la salud, etcétera. El instinto de supervivencia, al que el miedo está por supuesto asociado, no está en cuestión. Dicho de otro modo, cuando tu coche se cale en un paso a nivel, no trates de suprimir el deseo de salir del coche mientras se aproxima el tren ¡acusando a los klesha  de estar otra vez jugándote una mala pasada!

Cuando se observan de cerca estos factores de sufrimiento –el sentimiento de inseguridad, la aversión, el apego y la falsa identificación–, parecen ser, en cierto modo, aspectos positivos del ser humano que hubiesen sido corrompidos. Nos hacen sufrir debido a que han sido desviados, por así decir, de sus verdaderos roles en la vida por la confusión y la ignorancia (avidā ). La mafia parece que hace lo mismo…

desesperado

El miedo: este aspecto abarca todas nuestras angustias, ansiedades e inquietudes (cuadro de Gustave Courbet)

 Observemos la función de la individualidad, denominada asmitā (ver I.17 y III.47), que nos confiere la capacidad de afirmar nuestra propia existencia, separada de otra cosa o de otra persona, y de poder decir “yo soy”. Este aspecto, que desempeña un papel esencial en la vida de todo ser humano, está presente con la misma denominación en el contexto de los factores de sufrimiento. Examinad también los aspectos del apego y del rechazo: fácilmente veréis una expresión del amor y de la prudencia. Considerad el sentimiento de inseguridad: parece estar íntimamente ligado al instinto de supervivencia. Pienso que es la confusión (avidyā ) la que distorsiona, la que contamina las fuerzas vivas del ser y las transforma en portadoras de sufrimiento.

Es así como la función de la individualidad se transforma en falsa identificación y orgullo, como el amor se pudre en la posesividad y el apego, como la prudencia se degrada en rechazo y huida y como el instinto de supervivencia muda a la angustia y ansiedad. Esto nos lleva a reconocer que la fuente de todos nuestros padecimientos está precisamente en la confusión (ver II.24). Es ella la que hace que confundamos lo permanente y lo impermanente (nitya – anitya), lo puro con lo contaminado (shuchi –ashuchi), lo agradable y lo desagradable (sukha – duhkha), el alma y la personalidad (ātma – anātma).

El yoga no es una sala para llorones… Por otro lado, queremos saber contra quién nos estamos batiendo, y el adversario está así muy claramente identificado en esta parte del texto: la confusión. Pero si hemos localizado el objetivo, solo podemos verdaderamente reconocerlo por sus “hijos”, como a menudo se les denomina, es decir, por los cuatro aspectos expuestos más arriba: la falsa identificación, el apego, la aversión y el miedo. En cuanto a la batalla, esta no se libra de frente como se hacía en los siglos pasados con dos ejércitos cara a cara. El método de Patañjali es la ocupación del terreno y la vigilancia.

¡Abrid los ojos!

Martyn Neal es coautor junto a T. K. V. Desikachar del tan bello como profundo texto sobre yoga titulado What are we seeking?traducido al francés y al castellano. Su traductor a esta última lengua, Ilde Leyda, nos ofrece este nuevo artículo de Martyn Neal traducido al castellano.

 Ilde Leyda empezó a practicar yoga en 2001. Desde comienzos de 2002, y durante más de diez años, fue alumno de Cristina Sáenz de Ynestrillas, alumna de Claude Maréchal y de T. K. V. Desikachar. Comenzó ya a dar clases en 2003. Y, desde 2019, prosigue su formación con Martyn Neal. Imparte clases de grupo y particulares, así como talleres dirigidos a quienes quieran profundizar cada vez un poco más en este método milenario de cuidado, conocimiento y mejora personales.

Ha traducido al castellano la tan bella como profundamente inspiradora obra What are we seeking? de T.K.V. Desikachar y Martyn Neal.
Puedes contactar con él a través de ildeyoga@gmail.com y/o del número 653379095.