En mi artículo anterior en YogaenRed os presenté las transformaciones de la psique que encontramos al comienzo del tercer capítulo de los Yoga Sūtra de Patañjali, del 9 al 12. Se trata de un largo proceso en tres etapas que vamos a recordar ahora, y a continuación veremos lo que nos dicen los sūtra 13 y 14. Traduce este artículo Ilde Leyda.
La primera etapa hace que la mente cambie de la distracción a la atención para transformar su capacidad de estar presente, de estar atentos a las cosas, con el fin de ser más conscientes de dónde ponemos la atención. En segundo lugar, hace que cambie la bulimia natural de la mente, deviniendo así “más eficiente”, y que, de querer abarcar un máximo de elementos, vaya hacia una selección que la afine y que le permita ser menos desordenada. Finalmente, la última transformación es la que conduce a una rara intensidad de dirección del individuo en la cual, cualesquiera que sean los inevitables cambios en las ocupaciones, el fundamento de la búsqueda de dicha persona reaparece impecablemente, como esos juguetes de los niños, los tentempiés, que retornan a la vertical, ¡pese a que uno los empuje hacia todos lados!
El resto de los sūtra(s) extenderán el análisis del cambio a todos los elementos de la Naturaleza, del mundo manifiesto, así como al conjunto del aparato psicosensorial de los seres vivos. Veamos pues los sūtra 13 y 14.
Estar en perpetuo cambio es la naturaleza misma del mundo material (prakrti), compuesto de tres cualidades o energías fundamentales (guna)
Estar en perpetuo cambio es la naturaleza misma del mundo material. Las hojas de los árboles caen en otoño y otras crecerán en primavera. Las lluvias pueden sorprender por su intensidad y ocasionar inundaciones y dramas humanos. Un animal doméstico, habitualmente dócil, puede morder al invitado que inicia un gesto de caricia. ¡El precio del combustible aumenta…! Sin cesar el mundo se transforma. La India nos ha legado una visión de eso que allí denominan “la sustancia” (prakrti), el mundo manifiesto, dicho de otro modo. Ese mundo material –desde la estrella más lejana hasta un grano de arena de la playa, pasando por las partículas de luz que atraviesan los objetos más densos como las cadenas montañosas, hasta los mundos vegetal y animal, dotados todos ellos de sus propias capacidades sensoriales, emocionales y de sus propias inteligencias– está compuesto de tres cualidades o energías fundamentales (guna).
Se trata de sattva, una energía de luz que revela y hace funcionar la inteligencia y la sensibilidad. De rajas, una energía de dinamismo que permite activar, poner en movimiento, y que da la pasión. De tamas, una energía de pesadez que densifica, estabiliza y hace funcionar el sueño. Cada energía está simbolizada por un color: sattva el blanco, rajas el rojo y tamas el negro. Estas cualidades, presentes en todo, cambian incansablemente de intensidad unas en relación con las otras y constituyen los agentes responsables de la impermanencia que a veces nos deleita –un cielo que va cambiando de segundo en segundo al atardecer– y otras nos desestabiliza –un violento viento se levanta y arranca los tejados–. Se compara la interacción de estas tres cualidades y su coloreado enredo con un gran tapiz, siempre en creación…
El sūtra III.13 indica que uno puede observar todos los cambios en los elementos y en el aparato psicosensorial a partir de tres aspectos que influencian toda transformación de la materia. Estos tres aspectos son las características intrínsecas de un objeto (dharma), las influencias exteriores (lakshana) y la influencia del tiempo (avastha). Las características intrínsecas de un objeto limitan los cambios posibles y quedan bajo la influencia de las tres cualidades de la naturaleza descritas más arriba. Por ejemplo, un árbol no podría moverse solo desde donde está, pero sí que puede ocupar progresivamente cada vez mayor espacio debajo de la tierra mediante sus raíces y en el aire con sus ramas. Absorbe la luz por sus hojas. Es denso pero flexible. Algunos os dirán que se comunica…
Un pino no pierde sus hojas en otoño y no tiene la misma forma que un álamo. Además, un árbol no puede convertirse en una amapola, pero puede verse afectado por la poda efectuada por el hombre, una influencia exterior, para devenir un bonsái (lakshana). También puede transformarse con el tiempo, por ejemplo un roble de un año será muy distinto que si lo dejamos que se desarrolle durante 200 años (avastha).
He aquí cómo Patañjali expone esta idea: etena bhūtendriyeshu dharma lakshana avastha parinâma vyākhyâtāh. Por esto (etena) se explican (vyākhyātāh) los cambios (parināma) en los elementos y en el aparato psicosensorial (bhūtendriyeshu) observables al nivel de las características fundamentales (dharma), de las fuerzas exteriores (lakshana) y del transcurso del tiempo (avastha). El autor del tratado nos da una forma muy rica de observar el cambio en nuestro entorno que nos permite darnos cuenta de que las características aparentes en un momento dado no pueden constituir toda la historia de un objeto. Tomemos los granos de trigo. Un molinero puede convertirlos en harina y un pastelero a su vez hará pasteles. Y si el agricultor que hizo crecer el trigo no “vigilara el grano”, su cosecha podría fermentar…
Patañjali quiere expandir el campo de observación del cambio a las características (dharma), a las intervenciones externas (lakshana) y al paso del tiempo (avastha)
El término bhūtendriyeshu está formado por bhūta, los elementos fundamentales constitutivos del universo, e indriya, los once órganos de los sentidos. Los elementos son el espacio (ākāsha), el viento (vāyu), el fuego (agni), el agua (ap) y la tierra (prthivi). Los sentidos, en la tradición india, son: cinco de percepción y de conocimiento (jnānendriya), cinco de acción (karmendriya) y finalmente la mente (manas), quien maneja todo esto. Detallemos los cinco órganos de percepción: la vista (chakshu), el oído (shrotra), el tacto (tvak), el olfato (ghrāna) y el gusto (jihva). Y los de la acción: la palabra (vāk), la mano (hasta), el pie (pāda), el sexo (upastha) y el ano (pāyu).
Si en los sūtra(s) 9 hasta 12 se trata de describir las tres transformaciones a nivel mental, en el sūtra 13, Patañjali quiere expandir el campo de observación al conjunto del entorno o medio ambiente, a los órganos de los sentidos y relacionar los cambios con las características, con las intervenciones desde el exterior y con el paso del tiempo (respectivamente: dharma, lakshana, avastha).
Tomemos como ejemplo uno de los bhūta(s): el agua. Este elemento fundamental de la Naturaleza puede presentarse en forma de líquido, hielo o vapor (dharma). Puede ser retenida por una presa para generar electricidad (lakshana). Si permanece durante largo tiempo en el mismo sitio se estanca (avastha). Tomemos como ejemplo uno de los órganos de percepción: el oído. Un bebé tiene el oído abierto a múltiples frecuencias pero durante el aprendizaje del lenguaje su oído se irá cerrando a ciertas frecuencias que no se emplean en su lengua materna (dharma). A través del entrenamiento un ornitólogo puede distinguir distintos cantos de pájaro (lakshana). ¡Y, al final de la vida, el ser humano oye cada vez peor… (avastha)! Tomemos como ejemplo uno de los órganos de la acción: la mano. ¡Con la misma mano uno puede sostener un objeto pesado que peligra caerse, hacer masajes, tocar el piano, tener una aguja muy fina, escribir un artículo para esta revista… (dharma)! Un accidente con una máquina de cortar el césped puede hacernos perder varios dedos de una mano (lakshana). La artrosis puede que reduzca de forma importante la capacidad de presión o agarre (avastha).
Todo esto nos permite comprender eventualmente de distinta manera las incesantes transformaciones de nuestro mundo. Tener otra mirada. Tal vez también podamos aceptar mejor las enormes diferencias que nos distinguen a unos de otros. Como decía TKV Desikachar, la destreza de un artista es bien diferente de la de un mecánico y el razonamiento de un filósofo está muy distante del de un hombre o mujer de negocios…

La profesión de arqueólogo estaba potencialmente presente en el gesto del alfarero romano
En el sūtra siguiente Patañjali nos dirá que hay cambio porque hay algo que puede evolucionar. Esta prakriti, la sustancia de la cual he hablado más arriba, está aquí descrita por el término dharmi que significa sustrato, una base que contiene todas las características (dharma) y todas sus potenciales evoluciones. En sánscrito: shānta udita avyapadeshya dharmānupâti dharmî III.14. El pasado (shānta), el presente (udita) y el futuro (avyapadeshya) de todo objeto con sus características intrínsecas (dharma) subsisten (anupāti) en el sustrato de la materia (dharmī).
La olla ya está potencialmente en el barro. Y la profesión de arqueólogo en el Mediterráneo estaba potencialmente presente en el gesto del alfarero romano fabricando sus ánforas, así como en la dominación romana de hace dos mil años. La extinción de los dinosaurios estaba potencialmente presente en un enorme asteroide en función de su trayectoria particular. El porvenir de la raza humana puede residir en todas sus acciones en relación con su madre Tierra, ¿a menos que otro asteroide tome una trayectoria imprevisible…? El pensamiento budista era ya un potencial dentro del cerebro del Hombre prehistórico. La Gioconda y el cassoulet también…
Tras esta extensión del estudio del fenómeno del cambio, Patañjali, permaneciendo en el tema de la transformación, traerá rápidamente de vuelta la orientación hacia su centro preferido de interés: el ser humano. El ser humano que busca. En búsqueda de una mejor comprensión de su funcionamiento. El que busca estar menos encadenado por sus acciones y por las huellas que ellas han dejado. Finalmente, el ser humano que aspira a liberarse de la confusión fundamental que le lleva a identificarse solamente con su personaje cambiante, material, olvidándose de la Conciencia que le anima y habita.
El sustrato (dharmī): una base que contiene todas las distintas características (dharma) y todas sus potenciales evoluciones
Y el próximo artículo sobre los Yoga Sūtra de Patañjali está potencialmente presente en mi espíritu…
Martyn Neal es coautor junto a T. K. V. Desikachar del tan bello como profundo texto sobre yoga titulado What are we seeking?, traducido al francés y al castellano. Su traductor a esta última lengua, Ilde Leyda, nos ofrece este nuevo artículo de Martyn Neal traducido al castellano.
Ilde Leyda empezó a practicar yoga en 2001. Desde comienzos de 2002, y durante más de diez años, fue alumno de Cristina Sáenz de Ynestrillas, alumna de Claude Maréchal y de T. K. V. Desikachar. Comenzó ya a dar clases en 2003. Y, desde 2019, prosigue su formación con Martyn Neal. Imparte clases de grupo y particulares, así como talleres dirigidos a quienes quieran profundizar cada vez un poco más en este método milenario de cuidado, conocimiento y mejora personales.
Ha traducido al castellano la tan bella como profundamente inspiradora obra What are we seeking? de T.K.V. Desikachar y Martyn Neal.
Puedes contactar con él a través de ildeyoga@gmail.com y/o del número 653379095.