El tema de la transformación es transversal en el texto de Patañjali, tan solo el primer capítulo no contiene este término, pero su sombra planea por encima… Esta es una observación que hice yo hace mucho tiempo, y cuando, durante mi primera estancia de estudios en Madrás en 1983, le pedí a Desikachar tratar algunos sūtra seleccionados del conjunto del tratado, se sorprendió pero accedió a mi petición. Traduce este artículo Ilde Leyda.

Foto de RDNE Stock project
Así, de curso en curso, le fui pidiendo que me explicara tal o cual sūtra, todos los concernientes a parināma, el cambio. ¡Y aquí estoy, muchos años después, tratando con vosotros este tema mayor! Hemos visto los aforismos 9 a 14 del tercer capítulo. El autor explica en primer lugar, del 9 al 12, tres transformaciones de la psique: de la distracción a la atención, de la atención a la selección y de la selección a la constancia. Estos cambios se producen a través de un periodo largo y le aportan a la persona más eficacia, más claridad y más confianza en la vida. A continuación propone, en el sūtra 13 y en el 14, traer una mirada nueva sobre el cambio incesante del conjunto del mundo material que nos rodea y del cual formamos parte. Esta mirada modificada surge de una observación del cambio bajo tres aspectos designados por Patañjali: la naturaleza intrínseca de un objeto, una intervención externa sobre este y el paso del tiempo. Y agrega que realmente no se inventa nada –todo está potencialmente presente en un sustrato que contiene el pasado, el presente y los futuros posibles del universo–.
Luego Patañjali responde a esta cuestión: ¿Es posible influir en los cambios de las características de las cosas? El sūtra III.15 indica esto: en el desarrollo de los acontecimientos, una intervención distinta de aquella que era previsible entrañará un cambio inesperado. En sánscrito: kramānyatvam parināmānyatve hetuh. Otro (anyatvam) desarrollo (krama) causará (hetuh) otro (anyatve) cambio (parināma). Imaginad que estáis en un concierto de jazz de una orquesta de la que tenéis costumbre de escuchar sus discos. Si el batería modifica el tempo en el curso de una pieza, los demás músicos se adaptarán y la pieza será distinta de la que tenéis como hábito escuchar. Desikachar da el ejemplo de un río que sigue el valle, pero que puede ser desviado a través de un túnel… Este sūtra explica en particular de dónde provienen las capacidades excepcionales (siddhi), de las cuales abunda el tercer capítulo. En efecto, la indagación o investigación profunda (samyama) actúa como un catalizador que produce un cambio inesperado en la persona. A nivel básico, en vuestra práctica, cuanto más volváis sobre las técnicas de la respiración (prānāyāma), más podréis ir descubriendo estados de conciencia que no esperabais.
En el desarrollo de los acontecimientos, una intervención distinta de aquella que era previsible entrañará un cambio inesperado, como en un partido de tenis
Una acción es necesaria durante el desarrollo de los acontecimientos para crear condiciones nuevas en las cuales se produzca un cambio distinto de aquello que estaba previsto o que era previsible. Como en un partido de tenis en el que la trayectoria de la pelota lanzada por un jugador es alterada por la raqueta del otro contendiente para devolverla por encima de la red. Sin esta intervención sobre la pelota, ella no retorna. ¡Y el punto está perdido! Exploraremos esta temática más a fondo al pasar al cuarto capítulo, pero, antes de eso, examinemos el sūtra siguiente.
Patañjali da aquí el primero de una larga lista de temas para indagaciones profundas, y se trata del… ¡cambio! La indagación profunda –¿qué es esto?–. Se trata de volver de manera regular y durante un largo periodo sobre un mismo tema dentro de un estado meditativo. Constituye la columna vertebral del proceso interior en la práctica del yoga. Tanto si nuestro interés se dirige esencialmente hacia la adquisición de conocimientos –y estos pueden estar en relación con objetos perceptibles o con conceptos–, como si estamos sobre todo motivados por la búsqueda de la libertad, la indagación o investigación profunda es lo que nos permite ir hacia lo uno o hacia lo otro.
En sánscrito: parināmatraya samyamāt atīta anāgata jnānam III.16. La indagación o investigación profunda (samyamāt) sobre los tres aspectos (traya) del cambio (parināma) aporta el conocimiento (jnānam) del pasado (atīta) y del futuro (anāgata). Se trata de los tres aspectos explicitados en el sūtra 13: la naturaleza intrínseca de un objeto, una intervención exterior sobre el mismo y el paso del tiempo. Cuando uno efectúa la poda de un árbol frutal, que constituye una intervención externa, mira su naturaleza intrínseca –qué tipo de frutal es, su vigor, etc.– y tiene en cuenta los brotes que se producirán con el tiempo por una poda “severa” o por una poda más “ligera”. Como me comentó un amigo, entendido en este terreno: “¡Hay quienes prefieren cortar madera en lugar de podar!”. Sin embargo, la persona que verdaderamente poda sabe cómo será el árbol durante el año que seguirá a sus tijeras de podar, del mismo modo que sabrá, al mirar el árbol antes de intervenir, cómo ha sido tratado en el pasado… Este sūtra nos invita pues a observar el cambio en cualquier cosa en relación con los tres aspectos citados, y esto orienta un ojo hacia el pasado y el otro hacia el futuro –¡una especie de estrabismo divergente psíquico!–.
Si deseamos una transformación en nuestra forma de ser, es conveniente actuar sobre estas energías: sattva, rajas y tamas
Os llevo ahora al inicio del cuarto capítulo al sūtra que desarrolla un poco más el III.15, explicado más arriba. El IV.2 dice así: jātyantaraparināmah prakryāpūrāt. Este aforismo explica cómo los cambios en una persona hacen que aparezcan las capacidades excepcionales (siddhi). Patañjali lo ha expuesto en el tercer capítulo y lo ha reintroducido desde el primer sūtra del capítulo cuatro. El cambio (parināma) de una forma de ser a otra (jāti + antara = jātyantara) solamente es el resultado de un ajuste (āpūrāt) de las energías fundamentales de la materia (prakrti). Estas energías o cualidades (guna) no son citadas pero sí que son sobreentendidas por el término prakrti, que significa la sustancia/la materia. Esta es la parte impermanente de nuestro ser, al contrario que la conciencia, que no cambia jamás. La sustancia está compuesta de sattva, rajas y tamas. Sattva: una energía de luz, que revela, aporta paz y hace funcionar la inteligencia y la sensibilidad. Rajas: una energía de dinamismo que permite activar, poner en movimiento, y que da la pasión. Tamas: una energía de pesadez que lastra, densifica, estabiliza y hace funcionar el sueño y la atracción gravitacional. El mundo manifiesto, del cual somos parte, cambia permanentemente en razón de las incesantes modificaciones en la relación entre estas tres energías. Este sūtra nos enseña que, si aspiramos a una transformación en nuestra forma de ser, conviene actuar sobre estas energías. ¿Por qué os sentís distintos al final de una clase de yoga en comparación con el inicio? La respuesta está en este sūtra. Las técnicas que vuestro profesor ha propuesto han aportado un ajuste de las tres cualidades de la materia que os compone (sattva, rajas, tamas) –a nivel físico, energético, psíquico y emociona–. El resultado es generalmente agradable…
En relación con el cambio, el sūtra III.15 ha puesto sobre todo en claro la necesidad de intervenir sobre la secuencia (krama) de un acontecimiento en la vida de un objeto. Mientras que en el sūtra IV.2 se trata de poner en evidencia la presencia de las energías fundamentales de la materia y la posibilidad de actuar sobre el equilibrio entre ellas. Volvamos a la sesión de yoga con vuestro profesor: podéis llegar irritados –con un predominio demasiado grande de rajas– o eventualmente fatigados –con demasiada presencia de tamas–. Después de la clase, si esta ha funcionado bien (¡lo cual no está asegurado al 100%!), la energía de dinamismo y la energía de pesadez, las cuales, una o la otra ha estado demasiado presente, se encontrarán equilibradas y la energía de sattva –sensible, clara y apacible– predominará.
La palabra jāti está llena de sabor. Puede designar numerosas cosas: ¡una manera de ser, una característica, una especie, una posición, un rol, una clase o una familia, así como el nacimiento! Mi forma simplificada de expresarla (puede que sea demasiado simplista, ¡lo reconozco!) es decir que jāti significa “quien yo soy”. El mensaje del aforismo es que muchas posibilidades nos habitan, y que aquello que aparece en un momento dado en la vida se debe a un ajuste en estas energías de la materia que nos componen en relación con sus equilibrios precedentes –y esto se va modificando sin cesar–. Saber que todas las características de nuestro cuerpo, de nuestra mente, de nuestra personalidad y de nuestros estados emocionales pueden así aparecer o desaparecer siguiendo la disposición de sus energías es probable que nos enseñe paciencia y nos ayude a cultivar un espíritu de aceptación. Pero el hecho de saberlo también debería animarnos a perseverar –puesto que no estamos condenados a quedarnos siendo siempre los mismos–, ¡ya que las transformaciones siguen siendo posibles!

Foto de Mehmet Turgut Kirkgoz
El sūtra habla de la acción indirecta de esta inteligencia profunda sobre la materia, igual que un agricultor que abre una brecha en un dique para regar su campo.
En el sūtra siguiente Patañjali calificará el aforismo que acabamos de ver. En efecto, la famosa intervención exterior (lakshana) del III.13, que estaría en el origen de un cambio porque afecta particularmente al desarrollo de los acontecimientos, recibirá una aclaración distinta en el IV.3 con la introducción de la noción de nimitta –una especie de catalizador, iniciador de la transformación–. Desikachar lo calificaba de inteligencia profunda. El sūtra habla de la acción indirecta de esta inteligencia profunda sobre la materia, igual que un agricultor que abre una brecha en un dique para regar su campo. Se da a entender que el agricultor conoce bien su campo, las necesidades de sus plantas así como las propiedades del agua. Mientras que un novato, como decía Desikachar, a pesar de disponer de buen terreno, agua, clima y de buenos útiles de trabajo, podría hacer que la cosecha se echara a perder a causa de su ignorancia. Cabe señalar que nimitta oculta un aspecto llamado sahakara que significa “los instrumentos empleados, los útiles”. En el caso del agricultor, necesita una azada para romper el dique con el fin de dejar pasar el agua. El útil le resulta necesario a esa inteligencia profunda, que dosificará la llegada del agua y sabrá cuando detener el flujo para no ahogar a las plantas. En términos de la práctica del yoga, sahakara representa las técnicas –posturas, respiraciones conscientes, relajación, objetos de meditación, canto, etcétera– y nimitta es la claridad y la experiencia que permiten elegir y adaptar las técnicas en función del individuo, sus medios, sus objetivos, su estado de salud, etcétera. Fundamentalmente, este aforismo muestra que la acción no busca un resultado directamente, sino que busca ajustar las energías de la Naturaleza, en parte gracias a los útiles, pero sobre todo gracias a un conocimiento profundo de cómo funcionan estas energías. Es la propia Naturaleza la que produce el cambio en el sentido deseado. El papel de nimitta es tan solo el de un iniciador, el de un catalizador informado.
En sánscrito: nimittam aprayojakam prakrtinām varana bhedah tu tatah kshetrikavat IV.3. Así que (tatah) el iniciador del cambio (nimitta) verdaderamente no actúa (tu) más que de forma indirecta (aprayojakam) sobre la materia (prakrtīnām) como el agricultor (kshetrikavat) que abre una brecha (bhedah) en un dique (varana).
Se trata de una puesta en claro del rol del enseñante en el cambio que se puede producir en el alumno. Y esto concierne sobre todo a las relaciones. Yo estoy convencido de que Desikachar ha sido un nimitta para mí, y se lo agradezco.
Martyn Neal es coautor junto a T. K. V. Desikachar del tan bello como profundo texto sobre yoga titulado What are we seeking?, traducido al francés y al castellano. Su traductor a esta última lengua, Ilde Leyda, nos ofrece este nuevo artículo de Martyn Neal traducido al castellano.
Ilde Leyda empezó a practicar yoga en 2001. Desde comienzos de 2002, y durante más de diez años, fue alumno de Cristina Sáenz de Ynestrillas, alumna de Claude Maréchal y de T. K. V. Desikachar. Comenzó ya a dar clases en 2003. Y, desde 2019, prosigue su formación con Martyn Neal. Imparte clases de grupo y particulares, así como talleres dirigidos a quienes quieran profundizar cada vez un poco más en este método milenario de cuidado, conocimiento y mejora personales.
Ha traducido al castellano la tan bella como profundamente inspiradora obra What are we seeking? de T.K.V. Desikachar y Martyn Neal.
Puedes contactar con él a través de ildeyoga@gmail.com y/o del número 653379095.