Aforismos de un yogī

2022-05-03

Os propongo que validéis o contradigáis los aforismos que expongo a continuación, derivados de mi propia indagación personal. Os pido que lo hagáis basándoos en la rigurosa aplicación de la práctica. Para ello, os sugiero que, al menos mientras leáis esto, no tengáis en cuenta vuestras creencias arraigadas sobre Yoga. Escribe Sergio Martínez Pose.

Antes de nada, pido disculpas por autonombrarme como yogī, pero el título resulta un apoyo para dar énfasis y fuerza a las palabras que escribo a continuación.

 Patañjali postula, en sus yoga sutras, que la experiencia, aquella que sucede a través de la percepción sensorial directa e inmediata, en sánscrito llamada pratyakṣa, es una de las maneras y, la principal (aunque no esté directamente dicho), de alcanzar el conocimiento verdadero de la realidad.

Definimos sutra como aforismo o conocimiento condensado en una fórmula magistral, ya que sólo a través del magisterio o enseñanza directa por parte de un maestro, ésta puede ser desarrollada, comprendida y asimilada. Esta fórmula debe ser llevada a validación a través de la propia experiencia personal continuada, para que la sabiduría contenida en ese pequeño fragmento se expanda como verdad sentida en lo más profundo de ti o, por lo contrario, sea contradicha por una experiencia diversa.

Yo te propongo a ti, querida y querido practicante, tú, que crees en esta ciencia, valides o contradigas los aforismos que expongo a continuación, derivados de mi propia indagación personal. Te pido que lo hagas basándote en la rigurosa aplicación de la práctica. Para ello, te sugiero que, al menos mientras lees esto, no tengas en cuenta tus creencias arraigadas sobre Yoga:

• El yoga es una ciencia tradicional y milenaria sometida a cambio, a nivel concreto (como todo en la existencia) y enraizada en su estabilidad, a nivel abstracto.

•  En esa ciencia, el cuerpo y lo que contiene se convierte en el instrumento pero no en el objetivo, de la práctica.

•  El yoga, en buena parte, se ejecuta con el cuerpo pero se dirige con la mente, formando ambos parte del mundo de lo manifestado, de lo activo, que en un esfuerzo paradójico busca abandonar, renunciar a la actividad y rendirse a lo pasivo, lo no manifestado.

•  En āsana, el principio de compensación entre posturas carece de sentido cuando se aprende a aplicar el principio de compensación dentro de la postura en sí. Esta compensación sucede cuando en la firmeza de la posición, se inmoviliza y se deja que las fuerzas sutiles o energías hagan el trabajo necesario para definir la posición a nivel profundo.

•  Estar asentado en la postura define la progresión a ese nivel, y la variable que define ese asentamiento es el tiempo de permanencia. Si no se permanece en la postura el tiempo necesario para ir más allá del “hacer”, entonces la postura es un mero ejercicio físico preparatorio o preliminar.

•  El progreso se evidencia a nivel superficial y de manera temporal en el ámbito de la materia. La progresión es pues una ilusión, o māyā, ante el destino irremediable del ser viviente, yama o muerte.

• El “regreso” se evidencia a nivel profundo, en el ámbito de la consciencia. La regresión o vuelta al origen es, pues, la verdadera razón y objetivo de la práctica yóguica. No tiene sentido el término evolución más allá de la materia, prakti.  El devenir en la experiencia ha de ser una involución hacia la causa de todo lo manifestado, purua o consciencia.

•  El instrumento o cuerpo físico debe ser afinado continuamente para que funcione a la perfección, sea capaz de sostener los niveles de experiencia más profundos y logre su cometido. De ahí la importancia de la constancia en la práctica. El objetivo, en definitiva, no es otro que alcanzar el estado contemplativo o meditativo.

•  En prāṇāyāma, la respiración es un medio de conexión del espacio y realidad interior con el espacio y realidad exterior. A través de ella, los límites ilusorios de la materia quedan al descubierto. El aire no conoce barreras para dejar sentir su libertad.

•  La concentración es un método de enfoque controlado y continuado sobre la forma hasta que ésta por sí misma se desvanezca en el tiempo y la meditación suceda más allá de ese tiempo y espacio formal.

En definitiva, el practicante de yoga se ha de convertir, sin apartarse de su destino, en ācārya: aquel que aplica la práctica perseverante y se rige por la norma que pauta la experiencia, para alcanzar verdades que seguirán siendo sometidas al proceso de indagación y, por tanto, al cuestionamiento y validación o negación continuas.

“Ninguna verdad es absoluta en sí misma”. Ni esta misma lo es, ¡ni esta!

Por Sergio Martínez Pose. https://www.instagram.com/sergio_martinez_pose/

Retiro de Formación y profundización en Yoga con Sergio Martínez Pose. 11 a 18 de julio.