Te amo, cuerpo… Soy un alma

2021-11-25

¿”Yoga para la salud”? Googleado arroja más de un millón de resultados. Libros con ese título hay muchos. ¿Se puede decir algo más sobre este asunto? ¿Cuál es el verdadero secreto para tener una buena salud? Lo digo seguido en este artículo. Escribe Joaquín G. Weil.

No voy a dejar la intriga hasta el final, no se trata de un “cebo para clics”. La clave primera para una buena y mejor salud es el amor a sí mismo. Algo tan lógico que casi no mereciera la pena decirlo. La más alta sabiduría: recordar una y otra vez lo que de puro evidente está olvidado.

El amor que te tengas te otorga salud de un modo directo. Se trata del “gran efecto placebo”. No hay píldora ni jeringa más beneficiosa para nuestro organismo y para el alma. La mejor hierba, el más salutífero jarabe. La salud del alma y la del cuerpo en perfecto maridaje. Y eso lo primero que deberíamos reconocer desde nuestra práctica cotidiana de yoga: soy un alma. Y porque soy un alma, amo su templo y su morada.

“Te amo”, como inspiradamente proponía Louise Hay: decírselo ante el espejo, frente a frente, tú.

¿Y de dónde proceden todos esos pensamientos inspirados? ¿De dónde el amor gratuito y la dicha inmotivada? Palacio de Luz.

Desde que la iniciaran Yogendra y, sobre todo, Kuvalayananda a principios del siglo XX, la medicalización del yoga se ha pasado de rosca. Ha habido demasiada docilidad yóguica con el cientifismo materialista a la hora de concebir al ser humano como una anatomía biomecánica. Y el yoga, apreciados cientifistas-anatomistas, ha de dirigirse a la mente y al espíritu, si quiere aspirar a tal nombre.

De hecho, el espíritu todo esto lo sabe, siempre lo ha sabido. A la conexión con el espíritu/consciencia se le llama meditación. Es necesario meditar para estar más saludables. Es necesario meditar sobre la salud propia y ajena, para estar más saludables y que todos lo estén.

Amarse a sí mismo significa amar la vida. Y amar la vida significa pasión creadora. Querer, amar y construir, generar de continuo y expandir bondad. Y para lograrlo, para poder obrar y crear, amar y cuidar, construir y preservar, motivar e iniciar, es necesaria una buena y una mejor salud sin límites.

También porque quien ama busca lo mejor para la persona amada: la buena dieta, el buen régimen de vida, conforme a los principios, por ejemplo, del ayurveda; el sano esparcimiento en la naturaleza; la renuncia a los intoxicantes; y, claro está, también el yoga. Y ese es el sentido que tienen libros como este recopilatorio de las enseñanzas de Iyengar sobre la salud ahora publicado por Kairós. Excelentes, por cierto, las ilustraciones, las cuales, de un vistazo, nos refrescan la memoria. Qué gran maestro Iyengar. Y qué grandes todos los que le precedieron.

Concentrémonos en la curación y la mejora de la salud, porque ambas se sitúan en la misma línea ascendente hacia la felicidad y la alegría. ¡Santosha! No sólo existe un vademécum de soluciones para las distintas dolencias, sino que hay un bálsamo universal: la elevación de la energía y del contento, del amor a la vida y a uno mismo.

Dejémonos de distracciones y concentrémonos en mejorar nuestra salud. Esta es la cualidad indispensable: para enseñar yoga es preciso ser una buena persona. Me despido con estas citas de dos de los principales pioneros del yoga contemporáneo:

…rodea el corazón con una corriente de sensaciones de salud y reposo… (Seetharaman Sundaram)

Si esto le suena absurdo, no puedo evitarlo. Trato con hechos, hechos que ocurren. (Rajá Bhavanarao Pant Pratinidhi)

Joaquín G Weil. Profesor de Control postural, bienestar y mantenimiento funcional en Formación Profesional. Está registrado por la Junta de Andalucía en el GFOC como formador para Instrucción en Yoga para cursos oficiales como el que ahora comienza en colaboración del Instituto Andaluz del Yoga con EADE Universidad.