¿Es el yoga moderno un invento moderno?/ 2: Mistificaciones indias

2019-05-09

En la primera entrega (ver aquí) expusimos la tesis de Singleton sobre las influencias de la moderna cultura física y gimnástica en el yoga, y las posibles objeciones a esta teoría. Ahora veremos cómo el verdadero yoga no es tanto un fenómeno indio antiguo como en realidad una manifestación humana intemporal y global. Escribe Joaquín G. Weil.

Los habitantes de la India pueden dar gracias a Dios de que América se interpusiese en la primera travesía de Colón. Pues si los españoles de aquella época fanática llegan a alcanzar directamente las costas de aquel país tal como pretendían, con certeza la historia de la India hubiera sido bien diferente.

Con todo, tampoco los franceses o los ingleses de épocas posteriores les fueron a la zaga y, como el propio Singleton nos cuenta, proscribieron en gran medida la práctica del hatha yoga. Los hatha yoguis tenían fama de ser unos bandidos primero, y unos truhanes pedigüeños de vodevil y circo después. No es ninguna sorpresa entonces que la historia del hatha yoga permaneciese oculta y misteriosa, y que volviera a surgir o resurgir cuando en época reciente el ambiente le fue favorable.

Lo que sí sorprende es que rara vez se mencione una de las razones o causas del secretismo y misterio de las llamadas sabidurías ocultas o esotéricas: no es tanto por el romanticismo de lo mistérico, sino por el hecho de que están perseguidas, proscritas o desprestigiadas por las autoridades (coloniales o no) y por los segmentos más poderosos de una sociedad. Esto ha ocurrido en numerosas ocasiones a lo largo de la historia: con la cábala, el sufismo y, como describe Singleton, con el yoga en general y el hatha en particular hasta tiempos recientes. Tenían que ocultarse y refugiarse en el secreto para seguir subsistiendo y sobrevivir a las persecuciones o la mala fama.

Con todo, de vez en vez el hatha yoga consigue asomar, no sólo en los frescos de algunos templos, o en algunos libros antiguos ilustrados con interesantes dibujos de yoguis en sus asanas, sino también en algunos testimonios.

El yogui Milarepa del Tíbet, afirmaba en sus Cantos que su maestro le había enseñado ejercicios para mejorar su meditación. Ejercicios que incluían saltos. Podemos pensar que eran formas de hatha yoga. Por cierto que el automistificador Krishnamacharya afirmaba que había aprendido el hatha yoga en aquel país. Volveremos luego a este asunto.

En El cuerpo del yoga de Singleton no se reconoce un hecho crucial, y es que el primer libro o documento textual que habla de las prácticas yóguicas es el Canon Pali. Allí se mencionan los nombres de los profesores de yoga del Buda, que fueron Alara Kalama y Uddaka Ramaputta, de los cuales apenas sabemos alguna brevísima referencia.

Una dualidad que no existe

Como vimos en la anterior entrega de esta serie de artículos, en el Hatha Yoga Pradipika Swatmarama consideraba a Buda un yogui o incluso un hatha yogui. Y es que en Buda está una de las esencias no sólo del yoga sino del hatha yoga en particular: cómo la posición del cuerpo (asana) y la percepción de dicha posición junto con la respiración, y la relación entre ambas, junto con su reflejo en la mente y la mente en ellas, es una de las esencias para alcanzar la sabiduría que nos libere del sufrimiento.

Volviendo al libro de Mark Singleton, esta esencia fundamental del hatha yoga aflora de vez en vez, diríamos que casi a pesar del autor. Hay un pasaje emocionante y enternecedor de cómo Vivekananda se debate entre practicar hatha yoga y optar por la salud y la larga vida o permanecer fiel al raya yoga y vivir enfermo y morir joven. Sorprende el dualismo burdo de Vivekananda entre lo físico y lo espiritual, y la incomprensión de los asuntos que estamos tratando. Y cómo sobre la persecución y mala fama del hatha yoga también pesó, casi en mayor medida, las servidumbres del éxito. El palo es malo, si bien la zanahoria es casi peor.

Sí, amigas y amigos del yoga, uno de los factores y servidumbre que más nos condicionan es el éxito. Y la mayoría de las veces se confunde el éxito con la verdad o el fracaso con el error, cuando en realidad éxito y fracaso no son más que índices del grado de consciencia general de la sociedad donde se aprecia cualquier, obra, acción, comprensión o idea.

En realidad Vivekananda podría haber optado por ambos, como hacen y han hecho tantos yoguis: cursar el hatha y el raya. De hecho, una de las esencias del hatha yoga, como vimos en la entrega anterior, es no sólo aunar salud y larga vida con el logro mental o espiritual, sino comprender que éstos son su condición. Es indudable que la enfermedad, la debilidad (orgánica, muscular y fisiológica) son un obstáculo para la práctica de la meditación o del raya yoga, pues lo dificultan y distraen. Y esta unidad del hatha y el raya aflora en el relato de Singleton en la figura del último maestro de Vivekananda, cuando éste “sufría de un lumbago atroz y tenía la salud muy deteriorada”.

Así el célebre raya yogui a sus 38 años escribe lo siguiente: «Pensé que no había aprendido ningún arte para fortalecer este cuerpo débil, pese a haber vivido con Shri Ramakrishna muchos años. Había oído que Pavhari Baba conocía la ciencia del Hatha-Yoga, así que decidí aprender las prácticas del Hatha-Yoga de él y con ellas fortalecer el cuerpo». [Disciples, 1979, pág. 230]

Más adelante, Vivekananda vuelve a rechazar el hatha yoga, si bien admira a Pavhari Baba como raya yogui. Pavhari Baba era un hatha yogui, un meditador, un estudioso de sí y de las sabidurías tradicionales de India. No era un bandido ni un pedigüeño circense. Para lo que nos interesa, este maestro, admirado por Vivekanda aúna el hatha y el raya sin problemas. Lo que es más, ¿tenemos que suponer que el hatha yoga que aprendiera Pavhari Baba a mediados de siglo XIX en una pequeña localidad llamada Girnar, en la península de Kathiawar, Gujarat, era de influencia occidental, gimnasta y culturista? Más bien, por las ubicaciones y fechas, y por su reconocimiento como raya yogui por parte de Vivekananda, lo más verosímil sería que este maestro hubiera aprendido el hatha de otros maestros anteriores en una larga tradición. Y está claro que Vivekananda entiende que el hatha yoga de Pavhari Baba servía para fortalecer el cuerpo y ganar salud, o sea, para lo mismo que muchas personas emplean el hatha yoga hoy en día por todo el mundo.

Breves testimonios de hatha/raya yoguis aparecen en diversos lugares de la obra de Singleton. Lo cual sugiere que sería conveniente una indagación más exhaustiva al respecto, aunque con certeza entraña dificultades por los motivos mencionados arriba: el hatha yoga en aquella época todavía estaba proscrito, perseguido o mal visto por las autoridades coloniales, los británicos en general, salvo excepciones, y las clases pudientes indias asimiladas, por lo que se mantenía en secreto o discreción.

El hatha yoga, un conocimiento intuitivo

Aparte del libro de Singleton, hay numerosos testimonios que sitúan al hatha yoga como base y preparación para el raya yoga, por ejemplo en Yogananda, que en El cuerpo del yoga se presenta como una suerte de hatha yogui cuasi gimnástico, pero en cuya Autobiografía de un yogui el hatha ocupa un lugar modesto como preparación y acondicionamiento de la postura meditativa, lo cual, dicho sea de paso, es lo lógico.

También en Anandamayi Ma aparece el hatha, si bien en esta santa su desarrollo parece ser intuitivo y espontáneo, como el resto de su sabiduría yóguica, reconocida por el propio Yogananda y por Shivananda. Ella misma declara (Death Must Die Atmananda 2004) que se hizo daño al practicar algunas asanas de joven debido a su ego, sin embargo sólo obtuvo beneficio cuando seguía la intuición. Y todavía señala algo más sobre el aspecto cognitivo y heurístico de las asanas.

Menciono en particular el caso de Anandamayi Ma porque, que sepamos, ella no siguió a ningún maestro de hatha yoga. Y es que el hatha yoga, como hemos repetido en diversas ocasiones, no constituye un corpus teórico ni de índole filosófica, ni anatómica, ni gimnástica, sino que es un conocimiento de carácter intuitivo presente, en realidad, en cada ser humano. Por lo tanto, la habilidad de un verdadero maestro no sería tanto trasladar un acervo como despertar las capacidades innatas del alumno y compartirle su experiencia y comprensión, y supervisar su práctica y logros.

Por todo lo cual, no son extrañas las similitudes y paralelismos de los sistemas contemporáneos de desarrollo físico occidentales, entre ellos y en relación con el hatha. En este caso, claro está, las influencias son inspiradoras, así que no es extraño que, como el propio Singleton señala, que Ling se inspirara, por decirlo benévolamente, en los sistemas de educación física tradicionales chinos. En efecto, Ling vivió durante años en China, donde con certeza tuvo ocasión de conocer el tai-chi o chi-kung que les servirían de base para crear luego la famosa gimnasia sueca (de nuevo, nos encontramos con lo que Singleton llama “relación dialéctica” Oriente-Occidente). Según suele decirse, a su vez, los chinos habían recibido desde antiguo la influencia del yoga y el budismo (así como diversos conceptos médicos) desde India, a través de personalidades como Bodhidharma. Como es sabido, luego la gimnasia sueca, a través de la instrucción escolar y militar, influyó en otros sistemas de formación física y en el –¡oops!– hatha yoga, según Singleton.

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Un fenómeno humano universal

También, como Singleton reconoce, es indudable que, puestos a mover el cuerpo y a ejercitarlo, se lleguen a conclusiones semejantes, y no sólo en lo físico sino también en lo psico-físico y espiritual. Es decir, cualquier sistema profuso y profundo de concentración sobre el cuerpo lleva aparejado un desarrollo de lo mental y espiritual. Y eso es, en resumidas cuentas, la esencia del hatha.

El yoga no es necesariamente indio ni mucho menos hindú, sino que se trata de un fenómeno humano universal, que en realidad ha sido y es descubierto en numerosas ocasiones. Ya en algún artículo anterior señalé la existencia de yoguis espontáneos en diversas partes del mundo, como Anandamayi Ma en India. Lo único es que en este país eventualmente el fenómeno universal estaba arropado por un ambiente propicio y por las tradiciones, en este caso las tradiciones del yoga en general y del Nath en particular.

En la siguiente entrega veremos cómo para entender la historia reciente del yoga o del hatha yoga no basta con la enumeración de datos y documentos, indudablemente seleccionados y ordenados según tal o cual tesis; es necesario además indagar en la historia de los conceptos, lo que suelo llamar “ideas semillas”. En lo que respecta a la historia del yoga actual o contemporáneo, dos de los conceptos principales, desde mi perspectiva, son mudra y tertön, lo cual veremos en la siguiente entrega.

Joaquín G, Weil es autor del Manual Formativo Dominio de las Técnicas Específicas del Yoga (Temario oficial)