Las murallas del corazón

2018-11-15

El amor es aquello que somos, está en nuestra esencia, en nuestra naturaleza, pero las circunstancias de la vida muchas veces no hacen crear muros alzados con miedos. El problema es que es esto precisamente lo que nos impide amar completamente o ser amados. Escribe Sandra Maturana. 

«Tu tarea no es buscar el amor sino buscar y encontrar las barreras que has creado contra él». Rumi

El amor es aquello que somos, está en nuestra esencia, en nuestra naturaleza. No obstante las circunstancias de la vida muchas veces nos hacen crear muros cuyas piedras son los miedos. Miedo a que nos abandonen, a perder la libertad, a que dependan de nosotros, a sufrir como en el pasado o a miles de otras cosas. Esos miedos se estancan en el alma generando creencias, por ejemplo: «Los chicos son todos iguales» o «El compromiso te coarta la libertad», por citar algunas. El problema es que es esto precisamente lo que nos impide amar completamente o ser amados. Genera una capa alrededor de nuestro corazón que no nos permite que estemos abiertos a tener una conexión profunda y a dejarnos llevar. Nos hace poner frenos.

Cuando hay alguna señal en nuestra relación amorosa que resuena con nuestro temor, inconsciente o conscientemente elevamos las barreras, prohibiendo a la corriente de amor que fluya. Ese choque genera un deseo en nosotros de experimentar plenamente el amor pero a la vez no deja que esto suceda.

Cuando buscamos el amor tendemos a ir fuera, pero lo primero siempre tiene que ser traer la atención a uno mismo. No me estoy refiriendo únicamente a amarse a uno mismo, que por supuesto es vital, sino a investigar esas murallas que hemos construido, a cuestionamos cómo se crearon y a trabajarnos para sanarlas. De no hacerlo, por mucho que queramos amar sólo acabará chocando el agua una y otra vez con nuestras paredes. En vez de encontrar plenitud en el otro habrá desilusión o frustración.

En la gran mayoría de los casos no somos conscientes de nuestras barreras y es habitual ir por la vida medio dormidos sin plantearnos cómo se crearon. En la sociedad moderna en la que estamos donde todo va rápido y queremos todo fácil es más sencillo culpar al otro, a la incompatibilidad o salir corriendo antes que examinarnos a nosotros mismos. A veces estas barreras se crearon hace tanto tiempo que tenemos que hacer un gran ejercicio de introspección y honestidad para verlas; y no todo el mundo quiere tomarse ese tiempo y esfuerzo. Si contamos con la valentía de tomarnos ese espacio para ver qué hay realmente, es bueno cuestionarse las creencias que hemos generado e indagar profundamente para ver de dónde salen y si corresponden a quien somos hoy o pertenecían al yo del pasado.

Hora de derribar esos muros

Todos y cada uno tenemos  contradicciones, pero necesitamos sentarnos con nuestro corazón para entendernos, para ver quién somos en este momento, para reconocer nuestros miedos y darles la mano en vez de acallarlos.

Si queremos amar con mayúsculas y ser amados, es hora de comenzar a derribar esos muros. Puede parecer una tarea imposible porque son muchos años de capas de cemento y ladrillos, pero hay pasos muy sencillos. El primero es reconocer esos obstáculos interiores,  escucharnos e investigar cómo y cuándo se crearon. Las pistas probablemente nos lleven a momentos de rechazo, traición o dolor. Es importante permitirnos vivir plenamente esas sensaciones sin resistirlas para procesarlas, ya que resistirlas les otorga fuerza. Podemos observar también los juicios que hemos unido a esas experiencias y reconocerlos como meras interpretaciones.

Para deshacernos de ellos una vez identificados tenemos que ver la verdad que se esconde detrás de ellos. Se irán así generando grietas por las que las aguas puedan fluir. Ahí es dónde reside el poder del amor; una vez que haya agujeros, su fuerza irá derrumbando la pared.

Esto significa que tenemos que cambiar nuestra perspectiva: en vez de buscar el amor, tenemos que conectar con todo ese amor que está en nosotros, reconocer y derribar nuestros obstáculos  internos que nos ponen dudas, terrores o un fin anticipado y dejarnos simplemente ser amor.

Sandra Maturana colabora con varios medios de comunicación e imparte clases regulares de yoga en Babayaga (Vitoria), donde también organiza talleres mensuales.

www.sandramaturana.com