El silencio

2014-10-02

Hemos convertido al silencio en un extraño; no forma parte de nuestras vidas sino como un intervalo entre dos acontecimientos. Silencio y soledad representan experiencias similares. Ambos conceptos aluden al espacio en el que nuestra identidad social y personal se diluye en una conciencia ampliada de la realidad. Escribe José Manuel Vázquez.

respirar silencio

El silencio no es la ausencia de sonido sino la presencia de algo más que no percibimos si estamos distraídos. El silencio es un vacío lleno de asombrosa riqueza. Tiene una dimensión interior que es desconocida para muchos. Todas las tradiciones de conocimiento comparten la creencia de que el silencio es muy útil para el crecimiento espiritual. En muchas mitologías en torno a la creación del mundo, incluida la india, el silencio es la potencia generatriz de la cual proceden todas las cosas.

Todos los buscadores de la verdad se han enamorado del silencio. El silencio multiplica, dimensiona cualquier experiencia. Hay silencios pequeños donde no cabe apenas un suspiro contenido y hay silencios donde caben universos enteros. Hay silencios frágiles y silencios profundos. Hay silencios que nos quiebran y hay silencios que nos hacen fuertes. Hay silencios gozosos y otros tristes.

El silencio de la nieve, el silencio de la noche, el silencio compartido y el silencio solitario. El silencio que diluye el paso del tiempo y roza la eternidad. El silencio del desierto. El silencio de lo que va llegando sin darnos cuenta. El silencio del espacio. El silencio de la espera y la duda. El silencio del genio que despierta nuevas visiones y destruye otras. El silencio que no es humano y habita en lo más alto de las montañas. El silencio sonoro de los secretos no dichos. El silencio imposible del cuerpo. El silencio romántico y el atroz silencio de la naturaleza virgen. Caminar en silencio. El silencio que se multiplica en nuestro interior. El silencio que se detiene y provoca vértigo. El silencio que calma y apacigua. Todo eso y más es el silencio.

El reconocido compositor de música contemporánea John Cage, después de sus experimentos con el silencio en la cámara anecoica de la universidad de Harvard supo que no existe el silencio puro. Le llamó la atención un sonido agudo y otro grave que percibía en medio del silencio. El agudo procedía de la actividad de su sistema nervioso y el grave de la circulación sanguínea. Desde entonces usó el silencio en sus obras para provocar al oyente una escucha diferente y sutil del sonido.

En el arte, igual que en el lenguaje, los silencios dotan de significado a los gestos y a las palabras. Nos quedamos mudos de asombro cuando algo nos impacta sobremanera y nos traslada a un espacio de comprensión más profundo.

El silencio no es un concepto; es una experiencia única, múltiple e intransferible para cada individuo. Como veremos a continuación, la experiencia del silencio prolongado puede ser codificada. Comprobaremos de esta forma que todo lo que hemos expuesto hasta ahora puede ser comprendido desde un lugar más natural, más cercano y al alcance de todos.

La experiencia del silencio prolongado

Sara Maitland es una escritora inglesa fascinante que ha experimentado el silencio en contextos muy diferentes. Explica que su enriquecedora experiencia con el silencio se ha convertido en el punto de referencia desde el cual dirige su vida.

En su libro Viaje al silencio describe ocho experiencias comunes que van apareciendo cuando un individuo se expone a largos períodos de silencio voluntariamente:

  1. Intensificación extraordinaria de las sensaciones y los sentimientos. Los cinco sentidos se amplían. Los estados anímicos se engrandecen.
  2. Relajación de los patrones de control que definen la personalidad. Se regresa a un estado más natural, infantil y desprejuiciado.
  3. Interpretación de los sonidos como voces. En el silencio el efecto de varias ondas sonoras combinadas puede asemejarse a voces humanas diversas.
  4. Un fuerte sentimiento de conexión e integración con el mundo que llega como un regalo. Viene acompañado por un sentimiento de agradecimiento y felicidad.
  5. Pérdida de los límites de la propia identidad acompañado de una cierta fascinación. Pérdida de la noción del tiempo y del espacio, de lo que sucede dentro de la mente y de lo que sucede fuera.
  6. Miedo a la locura, miedo al encuentro con el inconsciente absoluto, miedo a desaparecer en la falta de límites y no volver.
  7. Toma de conciencia de lo inefable, de la experiencia que no puede ser explicada con palabras.
  8. Sentimiento de júbilo, más intenso que la felicidad o el placer. Un sentimiento profundo de belleza e inocencia recuperada.

Quién es

José Manuel Vázquez creó su escuela, Yoga Orgánico, hace 12 años, donde da clases y la dirige. Es formador de profesores de yoga. Es presidente de la Asociación Shiva-Shakti de Yoga Integral, profesor certificado por Yoga Alliance y la Asociación Española de Practicantes de Yoga (AEPY). Ha escrito el libro, Manual de yoga integral para occidentales (Alianza).