Entrevista con Javier Gómez: “Así era Krishnamurti”

2013-09-10

De origen gallego, Javier Gómez conoció en su adolescencia a un hombre que le cambiaría su vida: Krishnamurti. “A Krishnamurti hay que leerlo con cierto espíritu crítico, en el sentido en ver de qué va, qué es lo que está diciendo y saber si encaja o no encaja”. Entrevista Roberto Carlos Mirás.

krishnamurti

Javier Gómez ha sido miembro de la Fundación Krishamurti Latinoamericana, antiguo profesor en Brockwood Park School  (Universidad internacional creada en 1969 en Inglaterra por Krishnamurti)y traductor. Reside entre Holanda, Londres y España… Ha traducido Qué estás haciendo con tu vida (Océano Ambar) o Diálogos con Krishnamurti (Edaf), entre otros libros. Y ese ha sido un buen motivo para hablar con él.

Cómo estudioso de su obra, ¿crees que estuvo Krishnamurti demasiado protegido?
¡Sí! En cierto sentido, sí.Tenemos que entender varias dimensiones de esa protección y yo no las entiendo todas. Estuvo protegido por los teósofos, que eran sus protectores y sus guardianes, y -parece ser- que también estaba protegido por otros entes extraños, esotéricos, por decirlo así. Él decía a veces: “En religión hay esta teoría: cuando uno llega a cierto nivel de virtud, digamos, le asignan uno o dos protectores”. ¿Y por qué no había de ser así? Él se sentía protegido, y no solamente físicamente, por otras personas como los teósofos, y además, interiormente, por una seguridad enorme que provenía de esa percepción de lo otro, de la verdad.

Dejó la Orden de la Estrella, la disolvió para no crear una nueva iglesia. ¿Rompió en ese momento con todo?
No desmentía, al final, la realidad de los maestros. Nunca dijo que no existieran. Dijo que eran irrelevantes, que es muy diferente. Él, por ejemplo, dijo que un día había visto al Buda y contó cómo se puso a hablar con él. Dijo: “Voy a ver si es real, voy a ver si es verdad” Lo agarro, lo atravesó y pensó: es un espejismo. No se le volvió a aparecer el Buda. Desde entonces siguió percibiendo percepciones.

Eres editor y traductor, ¿Qué te ha dado Krishanamurti?
Me dio pie para entrar en mí mismo de maneras insospechadas, mi relación con sus enseñanzas, un diálogo en el cual se abren ventanas en mi propio interior -de significado o no significado- de mi propia existencia.

¿De qué habla Krishnamurti?
¡Tantas cosas! Habla del individuo, de la sociedad, de la naturaleza, de la relación humana. ¿Cuál es nuestra relación humana?, ¿cuál es nuestra responsabilidad al respecto? Se mete con la estructura de la conciencia humana, con su psicología, después se aventura en lo que llamaríamos otra dimensión, o algo propiamente religioso.

Has comentado que veías a Krishnamurti como un Buda para el siglo XXI.
Es algo personal. Existe una gran similitud. Lo que dijeron es prácticamente idéntico y su énfasis en la meditación es prácticamente igual. ¿Qué dice el budismo? Nos habla de las famosas Cuatro Nobles Verdades del Buda. Existe un sufrimiento y ese sufrimiento tiene una causa; por lo tanto, si tiene una causa, existe un fin de ese sufrimiento, y al final de ese sufrimiento se llega a través de esos ocho pasos que se pueden dar. Pero el paso central es el de la meditación.

¿En dónde pone énfasis Krishnamurti?
En la meditación. Todo lo que habla es meditación. Sus enseñanzas son una meditación desde el silencio, viendo toda la dinámica de la conciencia humana, cómo se engaña a sí misma y cómo, a partir de esa ignorancia, será su propio sufrimiento. Eso es budismo puro.

Nos encontramos en una cárcel de sentimientos, de miedos, de angustia- los tenemos que ir viendo a lo largo del camino-, en la vida misma. No hay que pensar en un medio para un fin sino actuar de inmediato. Nuestro error es pensar que la meditación es un medio. Primero hay que tener un medio para llegar a un fin, el orden. Meditación y orden son lo mismo.

Por eso Krishnamurti en sus charlas comenzaba hablando sobre el conflicto…
Y sobre cómo ponerle fin. Sólo en la libertad de la plena seguridad que da la relación amorosa -digamos-, afectuosa, inteligente, puede florecer esa paz interior de la que él hablaba. La integridad humana se da precisamente en donde no hay conflicto y esa es nuestra primera responsabilidad. Todo eso es orden.

¿Y?
No hay diferencia entre la meditación y crear ese orden. Poner la casa en orden es meditación también. Darse cuenta de dónde hay desorden, dónde está ese desorden. Y esa comprensión del desorden es lo que permite crear un orden; si no hay eso, no hay orden.

Krishnamurti a veces habla del método y no lo recomienda…
¡Eso tal vez es un malentendido! Él dice que no hay método, pero, ¿en dónde? Existe un método de yoga y hay un cuidar el cuerpo metódico. Él era sumamente metódico en eso. Hacia asanas de yoga para que el cuerpo estuviera en plena forma y saludable, también hacia pranayama para oxigenar el cuerpo y darle lo máximo de energía.

¿Cuestión de energía?
Cuando hablaba del yoga, que él definía como habilidad en la acción, aprendía a ser preciso en todo. En sus actos, en su forma de comer, en su forma de comportarse, en todo… Y eso trato de comunicarlo como una parte de la educación. La precisión en la acción. Percibir las cosas como son.

Volviendo atrás, Javier, ¿quién era Krishnamurti?
Como te decía antes, Krishnamurti era Radja Yoga, en el sentido de que lo que está enseñando es la no dualidad, el principio unitario del ser. Su integridad consigo mismo y con el más allá. Era un gran yogui.

¿A quien se le atribuye “el observador y lo observado”, a David Bohm o a Krishnamurti?
Ya lo usaba Krishnamurti, no con respecto a la ciencia, con respecto al principio de incertidumbre de Heisenberg. Fue un punto de unión entre la física occidental y la filosofía religiosa oriental, digamos. Tratamos de no observar a través de un concepto que ya hemos adquirido, pues eso impide realmente que lo podamos ver, porque ese concepto mismo transforma lo que se está viendo, lo distorsiona.

¿Por ejemplo?
Según la típica estructura moral católica, tenemos una serie de virtudes y pecados, sobre todo pecados. Si damos por supuesto que existe una condena, entonces en vez de comprender, condenamos, y por lo tanto nunca vemos. Si me identifico con la lujuria, voy a ser lujurioso, pero ¿qué implica realmente la lujuria o la soberbia?, ¿qué implica la irá? Krishnamurti se mete ahí, no se pone en el plano del observador.

¿Qué quieres decir?
Que no critica todo a partir de un preconcepto, de un prejuicio, no se pone a prejuzgar lo que supuestamente está bien. Observa pero sin prejuzgar.

Krishnamurti decía que no era ningún maestro. ¿Cómo has vivido tu eso? ¡Muy bien! Había personas que se resistieron pues querían que Krishnamurti fuese su autoridad. Cuando queremos un maestro o una autoridad nos estamos contradiciendo a nosotros mismos. Le estamos diciendo que nos diga lo que tenemos que hacer, pero en el fondo no lo queremos hacer. Por lo tanto es contradictorio buscar una autoridad en el campo de la espiritualidad.

Quién es Krishnamurti

Acostumbraba a decir: “No se pide o se exige creencia alguna, no hay seguidores, no hay culto, ni tampoco ningún tipo de persuasión, en ningún sentido, porque solamente así podemos encontrarnos en el mismo estado. Podemos entonces observar juntos el extraordinario fenómeno que es la existencia humana”.

Nació en 1895 en el seno de un modesto hogar brahmánico, en Madapalle, India. Sus enseñanzas superan los 20 millones de palabras, que fueron publicadas en 120 vídeos, 75 casetes y más de 75 libros. Decía que el hombre tiene que liberarse del miedo, del condicionamiento, de la autoridad y del dogma a través del conocimiento propio. A los 90 años, un 18 de febrero de 1986, fallecía en California.

Para saber más…

Krishnamurti. Biografía de Pupul Jayakar (Editorial AlfaOmega)

Diario, I, II; Krishnamurti

Krisnamurti, libertad total (Editorial Kairós)

Krishnamurti: 100 años de sabiduría. (Editorial Kairós)

www.fkla.org

Roberto Carlos Mirás es colaborador en distintos medios de comunicación.