Entrevista con Koncha Pinós-Pey: «Aprendemos lo que experimentamos»

2013-02-28

Volcada en la transmisión y aplicación del mindfulness en todos los ámbitos de la enseñanza, Koncha habla desde una vida muy rica, precisamente, en aprendizajes y experiencias, tantos como sus inquietudes vitales e intelectuales. Hablamos con ella de mindfulness, lo que implica y lo que puede aportarnos.

Koncha Pinos

Es doctora en Política Internacional, cofundadora de Estudios Contemplativos y directora del Máster de Mindfulness y Habilidades Relacionales, MIMIND -Mindfulness e Inteligencias Múltiples-, desde donde desarrolla planes de estudio de mindfulness e inteligencias múltiples además de dar clases a niños, educadores, padres, terapeutas y profesionales de la salud.

Koncha participa en diversos estudios de investigación sobre el impacto del diagnóstico en la mente del paciente, en educación primaria y preescolar; en otro estudio sobre el poder de la empatía y la compasión en el bienestar psicológico de personas con movilidad reducida. Además, presenta ponencias y conferencias en Universidades, centros médicos y programas profesionales. Es consultora para distintas organizaciones sobre la enseñanza del mindfulness y las inteligencias múltiples de una manera laica y acorde a cada edad.

En la actualidad Koncha se encuentra inmersa en la redacción de un libro sobre mindfulness e inteligencias múltiples para niños. Entre sus profesores esta Paul Guilbert en Cambridge, Howard Gardner en Harvard y Stanford o Fabrizio Didonna en Italia.

¿Cómo se relaciona el Yoga con el mindfulness?
Desde que el Yoga y la meditación llegaron a Occidente, han pasado por lo menos 40 años, y las cosas han cambiado. Han cambiado en Oriente (cuando uno va a la India, ya no encuentra tantos sadhus y yoguis por las calles, sino una India globalizada que se parece mucho más a nuestras sociedades). Y también cuando vas a Estados Unidos cada vez ves más meditadores y más yoguis. Por tanto, algo está cambiando en las dos áreas del mundo.

El Yoga llegó a Occidente en un momento en que esta parte del mundo lo necesitaba. Y ahora llega el mindfulness como un proceso puramente occidental, de asimilación de la filosofía de Oriente, en al menos dos o tres generaciones de transformación. Ya no es tanto que venga un lama o un swami de la India a transmitirnos su linaje; ya los linajes han crecido en Occidente, con nuestros condicionamientos y condiciones de la mente. El encuentro real entre la filosofía de Oriente y Occidente, entre el vacío de la mente y la búsqueda de la felicidad, es ya un hecho.

¿Y en qué se acercan y se alejan Yoga y mindfulness?
Mindfulness significa atención plena o plenitud de la mente. La mente en sánscrito y en Oriente no es indivisible del corazón. Podemos decir que estamos buscando la plenitud hacia la felicidad. El objetivo máximo de mindfulness es que todos los seres sean felices, y para eso deben dejar de sufrir. Por tanto podríamos decir que mindfulness no es un conjunto de técnicas sino más una filosofía de vida, tal como Yoga también lo es.

Pero el Yoga utiliza más las disciplinas del cuerpo a través de ásanas. Mindfulness es más una tecnología mental. Una persona puede practicar mindfulness con técnicas de Yoga y con otras como Taichi, Chikung. Y también cocinando, bañando a tu bebé o caminando puedes hacer mindfulness.
La diferencia de mindfulness es que tú puedes estar presente en cualquier momento de tu vida si eres consciente de tres cosas: 1. Lo que pasa en tu mente; 2. Lo que pasa en la experiencia de fuera; y 3. Cuál es tu reacción frente a esos hechos. Cualquier práctica que dé respuesta a esas tres preguntas es mindfulness.

Por tanto, hay actividades de mindfulnes que son formales y otras informales. Formalmente yo puedo hacer diferentes tipos de meditación o Yoga, pero informalmente el mindfulness es muy útil porque puedes hacerlo en cualquier momento. Por ejemplo, cuando estás escuchando atentamente a un amigo, poniéndote en su lugar. Ahí es donde mindfulness usa dos técnicas muy importantes: la empatía y la compasión.

¿Cómo resumes el avance del mindfulness y su implantación?
Minfulness surge hace 25 años de un grupo de médicos (Saki Santoreli y Jon Kabat-Zinn, del Instituto de Massachusetts), que se interrogan sobre cómo acabar con el sufrimiento de la mente y cuántas técnicas conocidas se podían usar con pacientes con problemas mentales, de cáncer, de estrés. Después aparece otra corriente que conecta el mindfulness con la psicología, y Dan Siegel y otros psicólogos de Estados Unidos empiezan a aplicarlo en sus terapias.

Ahora ya estamos en la tercera generación de mindfulness, sobre todo después del descubrimiento de Rizzolatti sobre las neuronas espejo, algo que los yoguis ya habían dicho cuando hablaban de vacuidad pero que no habíamos entendido en Occidente porque no lo habíamos experimentado. Y esto es muy importante: las cosas no se aprenden porque alguien te las cuente sino porque tú las has experimentado.

¿Podrías explicarlo más?
Nuestros niños no aprenden porque les digamos esto es lo que hay que aprender, sino porque sienten que hay una empatía con la persona que se lo enseña y un entorno que les permite ser lo que ellos son. Si se les permite, entonces se abre la puerta del aprendizaje, y lo llamamos empatía comprensiva. La neurociencia hace muchos experimentos con la felicidad, y descubre que cuando hay más felicidad el lóbulo temporal izquierdo se activa. Y llega a la conclusión de que hay individuos felices y menos felices basándose en la activación de estas áreas compasivas y empáticas.

Esto, aplicado al aprendizaje, es total: porque podemos ver cómo un niño está aprendiendo empáticamente o no. Por tanto, mindfulness sirve para poner tu mente en empatía y comprensión con los demás y estar más presente desde el no hacer haciendo.

¿Cómo practicar mindfulness?
Desaprendiendo, porque básicamente lo que hace el mindfulness es vaciar los contenidos de tu mente y construir continuamente tus memorias. Es algo que la física cuántica describe; si yo observo una cuchara, en tanto que la miro la cuchara ya no es la misma. Si yo miro un problema desde diferentes perspectivas, el problema va a cambiar. Lo que hace minfsulness en el ámbito clínico es transformar la experiencia y memorias de un sujeto e ir creando espacio para rellenarlo con compasión y empatía hacia sí mismo. Porque muchos de los problemas que tenemos es porque no nos amamos. Mindfulness trabaja con el vacío, con el espacio.

¿Y quién interviene en ese proceso?
Mindfulness no es tanto aprender como visualizar tus capacidades mentales, que las tienes. Por tanto, ayudamos a ese proceso de despertar consciente que tiene mucho que ver con tener un instructor que pude hacerte una transferencia empática (también esta vía tiene algo de gurukula, de proceso guiado). Lo segundo que resulta muy recomendable al principio es tener un grupo de trabajo. Y luego seguir cualquiera de las metodologías o escuelas que se proponen.

¿Qué tiempo puede llevarte adaptar tu mente en términos de mindfulnness?
El descubrimiento de que nuestro cerebro aprende plásticamente y de que nuestras neuronas no mueren como nos habían dicho, nos ha liberado de cantidad de conceptos erróneos. Por supuesto, cuanto más joven seas, más rápido aprendes. Nosotros podemos enseñar mindfulness a un niño de 3 a 5 años en tres días; un adulto, como tiene material traumático y experiencias no resueltas, puede tardar más.

Un curso básico dura 16 horas, aunque nosotros les recomendamos a los alumnos practicar un año entero mindfulness una vez por semana, sin coste alguno, hasta que vayan adquiriendo la dinámica. Es más fácil hacer 3 o 7 minutos de mindfulness no formal cada día que irte a un retiro de Vipassana de diez días que no vas a resistir, porque no puede tu mente con todo el material que emerge, con todo el dolor y sufrimiento.

¿Te ayuda mindfulness a procesar todo ese material inconsciente que emerge a la conciencia?
Mindfulness lo que hace es devolverte a la responsabilidad de todo aquello que sucede en la mente, de toda esa experiencia vivida. A veces vamos a un psicólogo, no sentamos delante, le contamos todo y esperamos que el psicólogo lo elabore por nosotros y nos dé respuestas. Mindfulness no te elabora nada ni te da respuestas. Lo único que hace es hacer emerger los contenidos inconscientes e ir pasándolos al consciente. Y en tanto que tú los haces conscientes, has resuelto una buena parte. Y a la vez te tranquiliza y te dice: “De acuerdo, hay un tigre en el patio. Espera; vuelve a mirarlo. Ah, era un gato”. Esto es muy importante en mindfulness: forma, vacío y percepción. Porque a veces los sujetos tienen unas percepciones desorbitadas sobre las experiencias; las alimentan tanto que las engrosan, cuando en realidad no hay para tanto.

¿Cuáles son las trampas mentales más frecuentes, en tu experiencia?
Nos enfrentamos con cuatro demonios (si se me permite) de nuestra mente. El primero es creer que todas las cosas vienen de fuera y que los de fuera son responsables de lo que pasa. El segundo es creer que todo viene de ti y que eres el responsable de todo: culpa y vergüenza, muy intrínsecas en nuestra cultura. El tercer demonio es el de “ya soy un meditador o un yogui”. Y el tercero es el ego: “ya lo he conseguido, soy invencible”. Entonces mindfulness te dice: no hay quien consiga ni nada que conseguir.

La iluminación de la mente no es un estado permanente que tú consigas y ahí te quedas. Tienes que trabajarte la mente porque es pura interdependencia plástica, así que aunque tú hayas conseguido un mínimo estado de conciencia, no significa que lo mantengas mañana. Eres como un atleta, y mindfulness tu entrenamiento.

¿Cómo se relaciona con inteligencias múltiples?
Los descubrimientos de Howard Gardner sobre las distintas naturalezas de la mente permitieron saber que hay diferentes estilos de aprendizaje y visiones de lo que era el paradigma educativo. Investigando con técnicas de meditación cómo eran esas diferentes mentes, él llega a la conclusión de que hay muchos tipos de inteligencias, no solo la lógico-matemática y la verbal. Y se dedica a probarlos, y ha probado hasta ahora ocho, aunque él reconoce que hay 24.

¿Esas ocho inteligencias cómo se vinculan con mindfulness?
Una vez que tú adquieres el potencial de ver tu mente como una mente iluminada, puedes expresarla en diferentes áreas, y esas son tus inteligencias múltiples. Sin práctica, mindfulness no existe, o sea que si lo practicas vas a querer expresar tu mente de manera diferente a como lo has hecho hasta ahora. Quizás necesites más aprendizaje visoespacial, o cinético, o artístico, y no tanto hacerla encajar en los patrones lógico-matemático o verbal de la actual educación.

En el autismo hay muchos rasgos de genialidad, pero el entorno no puede entender que haya mentes que se expresen de otra manera. Si a un niño diagnosticado como autista le tratamos como un genio, este niño se comportará como un genio en términos empáticos. Esto es lo que hace mindfulness e inteligencias múltiples con los niños, y no sólo por ellos, sino por los padres y los profesores, que muchas veces no comprenden que los niños están sufriendo dentro de un diagnóstico o de una evaluación totalmente errónea.

Es como si un primate evaluara a un humano, y así es como estamos haciendo con nuestros niños, evaluarlos con instrumentos totalmente antiguos. Por eso llegamos a la conclusión de que tenemos generaciones de niños TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). Pero no tenemos niños TDAH; tenemos un planeta TDAH que necesita ponerle esa etiqueta a unos niños cuya visión y capacidades principales (visoespacial, cinética o musical) no puede incorporar porque es un entorno antiguo.

En nuestras escuelas no se da respuesta a los niños superdotados, y son muchos más de los que están tratándose. Se presta toda la atención a lo clínico, al estate quieto, niño. En un estudio clínico que estamos haciendo en Gerona, tenemos cien niños de los cuales entre el 40% y el 60% eran TDAH, autistas, o con trastornos de conducta. Y mejoran simplemente con 45 minutos de clase. Al cabo de dos o tres meses pueden empezar a dejar los medicamentos si hay un apoyo muy bueno. No les decimos a los padres que les quiten las pastillas, pero empiezan a cuestionarse que quizás ese no es el camino.

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