Entrevista con Christian Pisano: «Ásana solo es una ola en el océano del Yoga»

2018-05-24

Christian Pisano llega a Madrid del 15 al 17 de junio para ofrecer una conferencia gratuita y un taller en El Gong. Ha practicado Iyengar Yoga durante años, y todavía continúa estudiando en Pune. Dirige el Instituto Iyengar Yoga de Niza, Francia. Es una entrevista de Consuelo Serrano para YogaenRed. (traducción de Cristina de Lorenzo).

Christian Pisano practica Yoga Iyengar desde hace treinta años y es una de las tres únicas personas en el mundo que recibió de B.K.S. Iyengar un certificado Senior avanzado. Vivió en Pune, India, durante varios años de su juventud y se dedicó a explorar el arte sagrado del Yoga bajo la guía de su gurú, B.K.S. Iyengar. Durante ese periodo también profundizó en el estudio de diversas filosofías y aprendió sánscrito.

Pregunta: Empezaste a practicar hace treinta años, ¿cómo ha evolucionado la práctica del yoga desde entonces?

Realmente no puedo hablar de la evolución del yoga en general. La práctica, entendida como la práctica postural, solo es una ola en el océano del yoga. Podría añadir que la mayoría de las prácticas posturales del yoga actual no son más que una invención, una adaptación contemporánea.

Treinta años no son nada cuando se habla de la evolución de un arte que considera los ciclos cósmicos. ¿Y se puede hablar de evolución cuando el yoga se considera revelado? Es decir, apareció espontáneamente al mismo tiempo que aparecieron los diferentes ciclos cósmicos. Es una manera de decir que forma parte integrante de la potencialidad de la Consciencia. Tomará, pues, formas y expresiones diferentes según los diferentes ciclos del espacio-tiempo. De hecho, los cambios constatados en el curso de los siglos son anodinos.

Podría hablar más fácilmente de la evolución de mi práctica. Pero también ahí sería problemático: la práctica solo es la expresión orgánica sensorial, emocional, mental, respiratoria de un punto T en el espacio-tiempo que se le atribuye a un individuo.

Esencialmente existe el espacio abierto de la Consciencia que se actualiza en las diferentes actividades. Claro que el lector podrá decir que ha habido cambios, es evidente. Esos cambios son simples puntos de vista (que la Consciencia toma ella misma) de un individuo que es, él mismo, la expresión del juego de la Consciencia. Como se dice en los Shiva Sutras, «El Sí-mismo es la Escena.» (Rango antaratma).

P: Fue durante el transcurso de tu tercer viaje a India cuando conociste a B. K. S. Iyengar. ¿Qué recuerdos guardas del maestro y de tu estancia en Pune?

Me acuerdo de la complacencia de un sueño donde todo era posible. Esos sueños que nos acunan en la infancia y se alimentan con la magia del mundo. Ese sueño que cuando se realiza es la respiración de nuestra vida.

Voy a contaros lo que recuerdo de los años de mi juventud en India, donde encontré a varios magos. ¿Eran magos o maestros? Uno de ellos fue mi maestro de Yoga, B. K. S. Iyengar, desbordante de fuego, pasión y de devoción para con su arte. Tras sus ojos de brasa y sus cejas enmarañadas se planteaba la siguiente pregunta maliciosa: ¿de qué tienes miedo ?, ¿qué riesgo corres puesto que no eres el cuerpo-mente? Su grito hacia el Absoluto permanecerá en mi corazón hasta mi último aliento.

¿Ocurrió de verdad? No lo sé… A pesar de ello, en los confines de mi ser solo existe la certeza de ese sueño.

P: Eres un maestro de Yoga Iyengar e impartes un riguroso programa de formación de profesores en tu escuela de Niza. ¿Cómo está cambiando la enseñanza del yoga en Occidente? ¿Cuáles son las cualidades de un buen profesor?

¿De qué rigor se habla? De una disciplina impuesta, de la retahíla ad infinitum que nuestras sociedades basadas en el miedo y su sistema de educación no paran de cantar a grito pelado, camina o revienta, y que manejan perfectamente el palo y la zanahoria. Un rigor que cultiva la competición, la comparación, la no cooperación entre los individuos. Un rigor con el que se nos promete que, trabajando arduamente los diplomas, la obediencia y la pertenencia a un sistema, nos hará olvidar la profunda herida de nuestras carencias que no pueden satisfacerse con nada.

Por supuesto todo eso se expresa a través de programas. Todos los programas existen para privarnos de nuestra propia potencia creadora, de nuestras propias capacidades de discernir y entender el proceso que atravesamos. Yo siempre explico a mis estudiantes que si les doy programas de práctica es para que entiendan que el programa no es realizable y entonces es inútil. El mapa nunca es el territorio.

En el territorio, que es el proceso del individuo a través del cuerpo-mente, hay una calidad orgánica que es esencial y de un valor inestimable. Un programa nunca puede tener en cuenta eso. O bien si lo tiene en cuenta cambia constantemente y entonces ya no es un programa.

La aplicación (viniyoga) de las técnicas o del programa según el individuo y su constitución es pues esencial. Por eso tradicionalmente el yoga se enseñaba directamente de persona a persona.

El rigor y los programas son las facetas de las formaciones que formatean. La formación, por definición, siempre es formateadora. Se fabrica y se da forma según una estandarización de las técnicas y del tiempo. Se impone un periodo de tiempo. ¿Cómo es posible, cuando todos tenemos ritmos diferentes? Hay que haber acabado en un lapso de tiempo y todo eso se sanciona con un examen. La estandarización de las técnicas se realiza a través de un currículo que constituye un modelo de práctica con un tiempo impuesto. De hecho, lo que se hace es someter a todos los candidatos a las mismas condiciones sin tener en cuenta el sexo, la edad, las circunstancias, etc.

La dimensión de un ritmo orgánico donde cada uno respeta su terreno y toma conciencia de sus propias capacidades se ignora completamente en esta perspectiva. Se tendría que empezar con una “desrigorización”, una desprogramación, una de-formación donde se desaprenda mucho más que se acumule información.

Estoy encantado con la decisión adoptada por el RIMYI (Ramamani Iyengar Memorial Yoga Institute) de cesar por completo las formaciones tal como se proponen actualmente y de volver a una forma de transmisión mucho más tradicional.

En cuanto a las cualidades de un buen profesor, ¿para qué sirven las listas de cualidades? No nos sirven para nada. A menudo no pueden aplicarse o no están en relación directa con lo que se vive en el día a día. Ello significaría que conozco o creo saber lo que es un buen profesor o que vivo según un ideal que no he alcanzado y que quiero alcanzar. En ambos casos hablaría de dos situaciones que no tienen ninguna relación con lo que yo vivo diariamente, de manera visceral, sin la imagen que quiero dar, de lo que debería ser o no ser un profesor de yoga.

P: Tu inclinación filosófica te lleva hacia el Shivaísmo no dual de Cachemira. ¿Podrías explicarnos la esencia de este sistema?

La expresión Shivaísmo no dual de Cachemira es la designación contemporánea y reciente de una forma de Shivaísmo enseñada y elaborada por maestros cachemires a partir de textos escritos en sánscrito. La mayoría fueron escritos entre la segunda mitad del siglo IX y XIII de nuestra era.

En esta perspectiva lo único que se reconoce es la Consciencia y la inclusividad de esta misma. Nada está separado o diferenciado de esta Consciencia. Ya somos lo que estamos buscando, aunque no lo hayamos reconocido. El hecho de no reconocerlo es también una expresión de la Consciencia. Esta Consciencia no está por alcanzar, sino que ya se ha alcanzado y realizado y se expresa libremente en todas las expresiones de la existencia, en todas las percepciones, cualesquiera que sean.

“Sé tal cual eres, sin inquietud alguna, puesto que el objetivo ya ha sido alcanzado. Eso es exactamente la discriminación. ¿Quién si no el Sí enseñaría el qué y a quién? (Maharthamanjari, Mahesvarananda 64).

El estado en el que me encuentro cualquiera que sea ese estado de contracción o de expansión, de placer o de sufrimiento, de lucidez o de confusión, ya tiene el premio gordo de la presencia. No podría expresarse o aparecer sin la luz de nuestra propia Consciencia, de nuestra Presencia. Así pues, no hay nada que añadir o substraer, nada que pueda acercarme o alejarme, nada que buscar o evitar. Nada que pueda facilitar o impedir.

“Puesto que el individuo es idéntico a todo, ya que es la fuente de todo, a partir del momento en que toma Conciencia de ello –con respecto al cuerpo, la palabra, los sentidos, el pensamiento, las acciones-, ya no existe otro estado diferente que no sea (el de) Shiva. Siempre es el Sujeto el que goza y él mismo que en cualquier lugar se manifiesta bajo la forma de lo que está gozando.” (Spanda Karika 28-29).

P: En junio vienes a Madrid a presentar tu último libro, La contemplación del héroe. ¿Cuáles eran tus objetivos al escribirlo? ¿Qué pretendes transmitir a tus lectores?

¿Qué se puede transmitir? Lo esencial de lo que somos no puede transmitirse. Lo único que podemos compartir es nuestro asombro ante nuestras tentativas y estrategias repetidas intentando dar un sentido y un significado a la maravillosa y terrible danza de Shiva que es nuestra propia danza. Danza que no puede entenderse nunca. Lo explico en el primer capítulo, “Confesiones de ignorancia”, que es muy corto. Me encantaría, si al final de la lectura, el lector cerrara el libro estallando a carcajadas al haber percibido la broma cósmica de todo esto.

P: Me interesa tu definición de héroe al que sitúas entre el animal social, condicionado por su entorno, y el ser divino, sin condicionante alguno. Háblanos de ese concepto de héroe tántrico y de cómo puede ayudarnos el yoga a encontrar a nuestro propio héroe.

El modelo de nuestras sociedades y el sistema de educación a menudo transmitido por nuestros padres está basado en el miedo, la vergüenza y la culpabilidad. La mayoría de organizaciones sociales refuerzan ese condicionamiento, el del individuo separado del mundo, el de un universo que sería extranjero y peligroso. El animal social se cree una entidad separada del resto a través de una historia personal y que, gracias a sus esfuerzos y un arduo trabajo, conseguirá un lugar en esta sociedad o en el paraíso.

“El que ve lo que percibe como si fuera él mismo (la existencia objetiva es únicamente la expresión de nuestra subjetividad) es un maestro (pati), mientras que el que se considera diferente de lo que percibe es un pashu (un ser encadenado). (Utpaladeva Isvarapratyabijnakarika, Libro III, capítulo 2, vers. 3).

El Vira (héroe) no tiene nada que ver con el héroe de Hollywood que incluso en las situaciones más espantosas conserva su mejor imagen, siempre presentable y políticamente correcta. El Vira tampoco tiene nada que ver con el guerrero espiritual que lleva a cabo la lucha contra los molinos de viento. Todo lo que se le presenta y el estado en el que se encuentra, cualquiera que sea, es únicamente la expresión de la Conciencia. Para él todo es alimento. No quiere ni trascender ni idealizar el estado en el que se encuentra. Para él la realidad misma es la auténtica y última práctica.

“Siempre practico los tres recordatorios. Son como lagos que limpian el corazón. Primero me acuerdo de que soy una forma de la Consciencia infinita. Después observo los fenómenos gloriosos del universo como la expresión del universo, la expresión de mi propia Consciencia. Y al final veo los diferentes estados de Conciencia como si se tratara de mí mismo, mi propio ser.” Lalla.

“Todo lo que se percibe, todo lo que existe se arroja precipitadamente en el fuego que ruge en el estómago de nuestra propia conciencia abandonando así toda diferenciación; alimentándolo con diferentes tipos de combustibles que la realidad nos ofrece en cada instante. Una vez que se ha disuelto la forma de toda cosa y objeto con esta digestión violenta ya solo queda la energía pura de la Consciencia”. (Abhinavagupta, Tantraloka).

“Llamamos sacrificio a todo lo que el héroe (vira) acomete a través del pensamiento, de la palabra o del cuerpo, cualquiera que sea la actividad apta a revelar lo esencial”. Abhinavagupta, Tantraloka).

Nada puede ayudar, nada puede impedir. Como lo dice Abhinavagupta en el Tantraloka: «La Consciencia no es un producto de la actividad; los rituales, la práctica del Yoga no pueden servir de camino. La actividad solo existe a través de la preexistencia de la Consciencia.”

Creer que el yoga o que cualquiera otra cosa podría ayudar a descubrir, a encontrar nuestro propio héroe, sería simplemente una estrategia como cualquier otra, que me proyecta hacia el futuro y que me dice que tal como soy ahora hay algo que no funciona. Que tendría que practicar, meditar, purificarme, ir más allá, ceder, desapegarme, despertarme. Solo es un catálogo de decadencia y pérdidas desesperadas con un futuro inexistente.

¿Acaso somos un cuerpo-mente que de vez en cuando experimenta el infinito, o somos la Consciencia infinita que experimenta las contracciones, las limitaciones del cuerpo-mente?

De nada sirve tratar de revelar la capacidad de nuestra propia Consciencia, la capacidad heroica de olvidarse y de limitarse, por el placer del juego, a través de una historia personal, con todo lo que ello implica.

Conferencia gratuita y taller de Christian PIsano, días 15 a 17 de junio en El Gong. Mira el Programa aquí.

El Gong: Paseo del General Martínez Campos 24. T 911992954 / recepcion@elgong.es